Sanfermines, unas fiestas que pueden acabar en juicio y prisión
Los últimos sanfermines se han caracterizado por la resaca en forma de juicios con peticiones fiscales de años de cárcel por diversos incidentes. Una concentración convocada por Iruñea Askatasunez y Eleak denunciará el sábado a las 12.30 en la Plaza del Ayuntamiento esta criminalización.

Mikel Auza y Koldo Sánchez tienen una cosa en común. Ambos se vieron envueltos en unos incidentes en sanfermines que acabaron con algo más que una dura resaca: con una imputación judicial y una petición fiscal de años de cárcel. Son dos ejemplos, pero hay más ciudadanos navarros en una situación similar, sufriendo campañas de criminalización y afrontando el riesgo de ir a la cárcel.
Sánchez ha sido condenado a tres años y medio de cárcel. La sentencia acaba de ser recurrida hace tan solo dos semanas y están a la espera del resultado. La condena fue por los incidentes del txupinazo de 2010, en los que un vecino de Madrid sufrió graves daños por el impacto de una botella. En el juicio quedó en evidencia que la actuación de la Policía Municipal estaba más encaminada a evitar la presencia de la ikurriña en la Plaza del Ayuntamiento, costase lo que costase, que a garantizar la seguridad en un evento que reúne a miles de personas. «En el juicio quedó en evidencia que las pruebas no eran consistentes, pero la condena llegó», destaca Sánchez. La petición inicial era de 17 años de cárcel. En otra causa, Eneko Etxandi fue condenado a cinco años por unos incidentes durante la procesión.
Auza está a la espera de juicio por los incidentes del Riau-riau de 2o12. Medios de comunicación utilizaron profusamente una imagen en la que se le veía propinando un golpe para poner en marcha una campaña de criminalización. «Estamos cinco personas imputadas. A tres de nosotros nos piden ocho años y medio de prisión, además de seis años sin poder asistir a actos oficiales de sanfermines u organizados por el Ayuntamiento», explica.
A Auza, además, intentaron dejarle sin trabajo, quitándole su plaza de profesor del Instituto de FP de Altsasu. «Aprovecharon la ocasión para criminalizar el modelo D, pero lo curioso es que ni siquiera soy profesor de modelo D, sino que estoy en el modelo A. Les ha dado igual. Han usado la foto del Riau-riau. Sé perfectamente que el consejero de Educación, José Iribas, ha intentado que me echaran del trabajo. Por ahora no han podido, pero a la mínima lo volverán a intentar», explica.
Junto a ello, recuerda que ha sido detenido en varias ocasiones en sanfermines. La primera en 1998, por intentar colocar una pancarta con el lema «Independentzia» desde la sede de HB en la calle Nueva a un balcón. Reconoce que acudía al Riau-riau bebido y que le empezaron a pegar. «Se lió todo. Fueron unos incidentes que no fueron tan graves como los de 1996 o 1991, pero les han venido bien. Fue la excusa perfecta para que no salieran del Ayuntamiento. Era unos días antes de prohibir el recinto a Gora Iruñea. Ese año fue el recorte de la paga extra de los funcionarios. La gente estaba muy crispada», destaca. El Riau-riau de ese año era una apuesta personal de Enrique Maya.
«Broncas de esas en sanfermines hay miles. Y peores. Y no pasa nada. Si comparamos lo que nos piden a nosotros y la condena de Nagore Laffage, nos llevamos solo cuatro años. Y Nagore fue asesinada. En ese caso, ni el Ayuntamiento de Iruñea ni el Gobierno de Navarra se presentaron como acusación particular», denuncia Auza.
Junto a ello, destaca que los incidentes en San Fermín son el resultado de intentar patrimonalizar las fiestas por parte de la derecha navarra. Los enfrentamientos más graves en el Riau-riau se registraron en 1991, el año en el que el entonces alcalde, Alfredo Jaime, mandó la excavadora a destrozar las barracas políticas. Hasta 1998 se veían ikurriñas y pancartas en el txupinazo, hasta que comenzaron a impedirlo. En 2002, detuvieron a siete personas en el txupinazo. Ese año fue el último que hubo txosnas. Auza recuerda que ese año también le detuvieron y que en comisaría pudo ver a los agentes de la Policía española preparar los bates y las porras con los que luego actuaron en las calles de Alde Zaharra el día 6. Las detenciones se realizaron en setiembre y también hubo peticiones de años de prisión. En 2003, volvió a haber incidentes. A finales de la década, volvió a resurgir la reivindicación de la ikurriña. «El problema es que ahora está habiendo condenas», subraya Auza.
Tras la colocación de una ikurriña gigante en el txupinazo del año pasado, la previsión es que la presencia policial será, incluso, mayor que en años anteriores. El propio Maya ya avisó de ello. «La Policía Municipal ha hecho un cursillo antidisturbios», recuerda Auza. «Tienen claro contra quién van. No detienen a cualquier personas. En nuestro caso, detuvieron a once y los once militábamos en algo», destaca Sánchez.
«En estos sumarios, como en los de las huelgas generales, se defiende la tesis de que todo está organizado de arriba a abajo por la izquierda abertzale. En mi caso, dicen que todo lo del Riau-riau estaba todo organizado y que yo iba sereno, lo que no es cierto. Hay que tener en cuenta que era el día 6. Dicen que el grupo estaba preparado para agredir y que había un segundo grupo en San Saturnino. Se hacen cada montaje que es de alucinar. Buscan criminalizar frente a los intentos de hacer unas fiestas para todos. Excluyen a la gente más reivindicativa, sea la izquierda abertzale o sean anarquistas. Buscan la fiesta como escaparate y tratan de ocultar todo lo que les molesta o no pueden controlar», añade Auza.

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