
Agustin Alberro (Andoain) y Koldobike Muniain (Zarautz) han hecho de portavoces de cientos de personas que son víctimas de este ataque. Pese a su gravedad, se muestran seguros de que «el efecto que van a conseguir es el contrario. El comiso de las herrikos va a ser un símbolo de la impotencia de un Estado que ha perdido la batalla política y roba a la base social de la izquierda abertzale sus locales y espacios». Creen que el objetivo último de esta ofensiva es simbólico: intentar proyectar una falsa imagen de derrota de «una fuerza política que está a las puertas de ser mayoritaria».
«Están equivocados. La base social de la izquierda abertzale va a seguir manteniendo el lugar que le corresponde en la vida social y política de los pueblos y barrios de Euskal Herria, y va a seguir trabajando por la independencia y el socialismo y llevar el proceso de normalización democrática hasta sus últimas consecuencias», han añadido.
Frente a las tesis de la sentencia, los representantes de las herrikos han reivindicado su carácter de «símbolo y ejemplo de esfuerzo popular», así como su función como «espacios abiertos para actividades culturales, para el debate y la actividad política, al servicio de los movimientos populares y de multitud de dinámicas. Eso es lo que el Estado quiere hacer desaparecer mediante el comiso».

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