Nagore BELASTEGI

Tijeretazo para ayudar a las personas con cáncer

El cáncer es una enfermedad que no salta a la vista hasta que la quimioterapia hace que el pelo se caiga. Entonces, las miradas se centran en la persona afectada, que corre el riesgo de sentirse mal por ello. En esos casos, una peluca ayuda a mantener la autoestima y la sonrisa. Un simple corte de pelo puede ser de gran ayuda.

Desde que tengo capacidad de decisión he tenido el pelo largo. Lo he maltratado y mimado a partes iguales, pero mi melena era parte de mí. Un día decidí cortar por lo sano y, por casualidad, poco antes de ir a la peluquería me llegó el vídeo de la pequeña Emily James, de tres años, que se cortó su larga cabellera para donarla con el objetivo de que hicieran una peluca para los niños con cáncer. Me pareció un gesto tan bonito y tan fácil que el día que me corté el pelo pedí a mi peluquera que me hiciera una trenza, la atara y la cortara. Mi corte resultó mucho más gratificante, «no dolió» tanto. Ahora, cada vez que alguien me dice que nunca me ha visto con la melena tan corta, le cuento a dónde fue a parar mi trenza.

La envié a la asociación malagueña Mechones Solidarios, puesta en marcha por iniciativa de Estela Guerisoli el año pasado. Junto a un grupo de voluntarias, recoge el pelo, lo trata, elimina las partes que no sirven y lo cose de tal manera que realiza pelucas de pelo natural a medida para quienes las necesiten. «Hacemos pelucas para niños, mujeres y hombres pero, como se llevan los hombres calvos, ellos no piden pelucas», explica. Su madre, que también hacía pelucas, enfermó de cáncer, por lo que ambas hicieron un postizo con pelo natural. En el hospital, tras las sesiones de quimioterapia, la gente comentaba sobre ella que no se le caía el pelo y cuando les indicaba que era lo que realmente sucedía con su cabellera el resto de pacientes replicaban que son demasiado caras. «Mi madre me decía que había que hacer algo pero el tema quedó ahí», recuerda Guerisoli, que es peluquera.

Hasta que, un buen día, una clienta con melena hasta la cintura le dijo que quería cortarse el pelo, que estaba harta de llevarlo así, y que se lo iba a donar para que hiciera una peluca con él. «Cuando dijo eso se me ocurrió que, si la gente donaba pelo, las pelucas podrían salir más baratas. Ese día de 2013 nació Mechones Solidarios».

En las tiendas especializadas, las pelucas de pelo natural cuestan entre 600 y 2.000 euros, dependiendo de la longitud, mientras que las solidarias se venden todas a 250; esa cantidad es la que se gastan en la fabricación, ya que la materia prima, que es lo más caro, sale gratis. Ahora están intentando recaudar fondos para poder ofrecer pelucas gratuitas a quienes no las pueden pagar. Con lo que recauden también formarán a mujeres que llevan mucho tiempo en paro o que han sufrido violencia machista, para que ellas puedan trabajar en la asociación realizando las pelucas.

Hasta el momento han recibido 798 donaciones de pelo con las que han realizado 62 pelucas. «De cada 100 gramos de pelo que llega, se aprovechan 20. A veces basta con dos donaciones para realizar una peluca, y otras veces hacen falta 40, depende del grosor del pelo y de su estado», puntualiza.

Sonrisas que iluminan

Una de las primeras personas que acudió a Mechones Solidarios fue una chica de 20 años que soñaba con recuperar su melena. Sus hermanas y primas se cortaron el pelo para que Estela Guerisoli le hiciera el postizo. «`¿Quién me manda a mí meterme en esto?', pensé cuando la vi pero, cuando se miró al espejo y su sonrisa le iluminó la cara, entendí por qué. Ver que haces feliz a una persona es lo más bonito que te puede pasar -comenta-. El cáncer es una enfermedad que no se ve, pero todos los días te levantas, te miras al espejo y ves que no eres tú, pierdes la identidad. Por eso es tan importante el pelo. Los médicos dicen que la autoestima ayuda a superar la enfermedad, y seguir siendo tu misma, saliendo a la calle tranquila y enfrentándote al mundo, es muy importante».

Para que el trance no sea tan duro, aconseja encargar la peluca antes de que se caiga el pelo. Así la pueden realizar siguiendo el estilismo habitual e, incluso, a veces con el propio pelo de la clienta. «Lo mejor es que cuando se te empieza a caer el pelo, te pasas la maquinilla, te pones la peluca y sigues siendo tú. Tenemos el caso de una universitaria cuyos compañeros no saben que estuvo en tratamiento».

Mechones Solidarios cuenta con una serie de peluquerías solidarias por todo el Estado (en Euskal Herria no hay ninguna todavía, aunque estarían encantados de que alguna se pusiera en contacto con la asociación) en las que, si es para donar, realizan el corte por cinco euros. No obstante, cualquiera puede ayudar enviando su pelo en un sobre por correo simple a Mechones Solidarios (Es Arte. Avenida Europa, 51. 29003 Málaga). «El cartero que nos trae las donaciones me dijo que su jefe le preguntó que qué es eso que traen tanto para aquí y que tenía que organizarse porque era demasiado trabajo para él solo», cuenta divertida la responsable.

Antes de cortar el pelo, hay que lavarlo y atarlo con una goma para que no se escape, en una coleta o una trenza. Hay que cortar como mínimo 20 centímetros y dejarlo secar antes de enviarlo.

Heavys sin melena

Cada vez hay más gente dispuesta a donar su pelo pero no siempre saben quién puede ocuparse de él. Para darse a conocer y conseguir más donaciones, Mechones Solidarios realizó un primer evento en Málaga: peluqueros voluntarios cortaban a cambio de dos euros, sin importar la longitud. Quien quería podía donar, pero quien tenía el pelo corto o quien no quería un cambio drástico también podía sanearlo sin más. El dinero recaudado fue donado a un comedor social. «Nos sorprendimos nosotras mismas. Nuestra intención era crear la asociación para Málaga; hicimos el primer evento el 13 de octubre del año pasado. Fue tal la repercusión que tuvo que se hizo eco en todo el Estado, y eso hizo que la gente respondiera. Empezamos a necesitar un administrativo, que hasta ahora no teníamos porque no queríamos recibir donaciones de dinero para que nadie pensara mal», puntualiza Estela Guerisoli un año después.

Aunque por aquí cueste encontrar asociaciones de este tipo, en el ámbito internacional es habitual esta forma de solidarizarse con las personas enfermas de cáncer. Una iniciativa simpática es el Hair Fest, que se ha celebrado ya en México y Chile. Se trata de un festival de música heavy en el que la entrada se paga con pelo, dada la fama de los seguidores de este tipo de música de llevar largas melenas. Quien no quiera renunciar a sus sacudidas de cabeza puede pagar su entrada con dinero, que es destinado a la misma causa.

Los niños prefieren pañuelo

La mayoría de los usuarios de este tipo de pelucas son mujeres adultas, aunque también las adolescentes recurren a ellas porque les da pudor que las vean calvas. No obstante, Lutxi Calvo, una madre voluntaria desde hace 22 años de Aspanovas, la asociación de madres y padres de niños con cáncer de Bizkaia, indica que los txikis cada vez utilizan menos pelucas y más pañuelos, gorros y viseras porque les resulta más cómodo. «Aquí prácticamente no tenemos demanda, pero sé que entre adultos sí que la hay. No sé si es que los chavales se toman como algo normal que durante un tiempo les pase eso, y con la peluca no se ven como son ellos realmente. Y mira que es complicado tener que explicarles que les van a poner un tratamiento y se les va a caer el pelo. Las chicas preguntan si después les va a volver a salir».

En Araba sí se ha registrado una demanda más grande. En Aspanafoha explican que «depende de la edad y del sexo: las niñas pequeñas no piden peluca, pero a partir de los 10-11 años sí, aunque no son muchas teniendo en cuenta que no hay demasiados diagnósticos porque la población no es muy grande». La petición de pelucas no se tramita directamente desde la asociación, sino que ésta informa al usuario de los centros que hay y las familias deciden con cual se quedan. «Las pelucas son muy caras y el coste lo asumen la familia», así que iniciativas como la de Mechones Solidarios son «estupendas».

En este ámbito, en Euskal Herria existe la Fundación Ana Montoro, a la que la gente envía sus trenzas pensando que realizan pelucas. «Recaudamos fondos para, entre otras cosas, comprar pelucas u ofrecer terapias para gente que no puede pagarlas, pero no hacemos pelucas», explica su fundadora. Montoro opina que la confusión parte de que entre sus proyectos se incluye uno que consiste en la concienciación de los niños y, como paso final para demostrar que entienden lo que se les ha explicado sobre el cáncer, se cortan el pelo.