Mikel INSAUSTI

¿Es un pájaro, es un avión? Es Supermexican

Me gustaría pensar que el triunfo de Iñárritu es el del reconocimiento a todos los cineastas mexicanos que destacan en Hollywood, y que también les pertenece en parte a Cuarón o a Del Toro.

Mikel Insausti, crítico de GARA. (Gorka RUBIO/ARGAZKI PRESS)
Mikel Insausti, crítico de GARA. (Gorka RUBIO/ARGAZKI PRESS)

Desde el punto de vista de los anfitriones se premia más bien a las películas de superhéroes, relegadas en las galas de los Óscar a los apartados técnicos, y por primera vez presentes indirectamente en todo lo alto de la competencia gracias al cine de autor. Iñárritu aplica en «Birdman» la misma fórmula que tan buenos resultados les dio antes a Darren Aronofsky con «El luchador» y a Alexander Payne con «Nebraska». Son títulos a los que les funcionó la recuperación de actores veteranos ya olvidados o caídos en desgracia, por eso nunca se entenderían sin Mickey Rourke y Bruce Dern, respectivamente. Los académicos lo deben de entender de otra forma, pues no parece coherente que Michael Keaton se haya ido de vacío. O no está lo suficientemente viejo, o todavía se le nota en forma o más o menos sano.

Para ganar la estatuilla de Oro hay que interpretar personajes con enfermedades realmente graves, y que afecten a importantes sectores de la sociedad, o bien porque se padece o bien porque se conoce a través de un familiar o alguien cercano. Michael Keaton paseándose por las calles en ropa interior ha sido objeto de broma por parte del presentador de la gala Neil Patrick Harris, mientras que Julianne Moore y Eddie Redmayne fueron tomados muy en serio con sus discursos sobre la ELA o el Alzheimer. En cambio, la homosexualidad encarnada por Benedict Cumberbatch no conmovió de la misma manera, siendo el guionista de «The Imitation Game» Graham Moore el encargado de remarcar esa faceta de la personalidad del biografiado Alan Turing, tal vez un poco tarde, porque en la película el drama íntimo cede ante el relato de espionaje bélico. En cualquier caso corren tiempos de normalización, y hasta Lady Gaga renunció al transformismo y los disfraces provocativos para rendir homenaje a Julie Andrews y al musical familiar «Sonrisas y lágrimas».