La donostiarra Karmele Soler recibió ayer el premio Zinemira por su trayectoria como maquilladora en el cine, ya que ha participado en medio centenar de películas. En 2012 ganó el Goya al mejor maquillaje por su trabajo en "La piel que habito", de Pedro Almodóvar, junto a David Martí y Manolo Carretero.

El Goya es un premio importante para la gente de cine. ¿Qué supone para usted recibir el reconocimiento en casa, como esta vez?

Un reconocimiento así en casa puntúa el doble. Estoy emocionada y muy agradecida al festival, pero reconozco que me da cierto pudor.

Ha participado en películas en las que el maquillaje tiene vital importancia. Me viene a la cabeza «Lasa eta Zabala» (Pablo Malo), que tanto impactó en la anterior edición de Zinemaldia. ¿Cómo se hace ese tipo de maquillaje de sangre y moratones? ¿Podría llamarse FX –caracterización de efectos especiales– o no llega a tanto?

El trabajo en “Lasa eta Zabala” fue realmente complejo porque no solamente teníamos que hacer la parte de las torturas, si no que además los personajes crecían 12 años, en escenas que se contaban con flashback. Esto solo se puede hacer con un gran equipo; conté con la ayuda de Iziar Arrieta y Montse Damas.

Y hubo una parte que sí era FX de maquillaje. Las prótesis que llevaban para hincharles la cara tras los golpes las hizo Gorka Aguirre FX.

¿En qué película le hubiera gustado participar?

En una de mis películas preferidas; “Memorias de África”. Reúne todo aquello que más valoro en el diseño del maquillaje y peluquería de una película. La belleza, la naturalidad, la sutileza, la credibilidad y el apoyo a la interpretación.

¿Cuál ha sido el maquillaje más complicado que ha realizado en el cine?

No sabría elegir uno, he hecho varios muy complicados. Pero el que tengo más reciente ha sido todo el trabajo que hemos hecho mi equipo y yo en la película de “Palmeras en la nieve” (Fernando González Molina), que está por estrenarse. Tiene un trabajo de maquillaje y peluquería muy grande y complejo, por la cantidad de personajes, por el paso del tiempo, la recreación de la época de los años 50 y 60, la gran cantidad de figuración, los maquillajes tribales, las heridas y cicatrices... ¡tiene de todo! Y espero que haya quedado bonito. En esta película tuve la ocasión de contar con un equipo de maquillaje y peluquería grande y extraordinario.

¿Qué importancia tiene el maquillaje en una película?

Tiene mucha importancia porque suele ser un instrumento narrativo fundamental. Debe aportar mucha credibilidad a los personajes y para los actores es un gran apoyo.

¿El maquillaje es siempre obligatorio?

No siempre, pero la elección de no maquillar es, en sí, un maquillaje.

¿En el cine se tienden a exagerar los rasgos como en el teatro o se elige la naturalidad en las historias que no es necesario un maquillaje excepcional?

Casi siempre se busca la naturalidad. En el cine, y más ahora con el HD, tiene que ser todo muy ligero y sutil. En el teatro es diferente por la distancia del actor respecto al espectador. Los actores de teatro siempre están en plano general y con luz artificial, pero en el cine el maquillaje tiene que estar adecuado tanto para un primer plano o un plano medio como para un general y también para la luz natural. En el teatro se puede caracterizar más sin que se note. Admite maquillajes más pesados.

Hasta hace poco ha estado trabajando en «El olivo», de Iciar Bollain. ¿En qué anda metida ahora?

Estoy trabajando en la empresa de maquillaje que tengo con mis hermanos, SolerBmak.

Además, ya hemos empezado las pruebas de la serie de ETB “Eskabetxerak”. Y después iré a Madrid a embarcarme en un proyecto de cine muy interesante. Es una película policiaca de Iñaki Dorronsoro con Luis Tosar, Javier Gutiérrez y Alain Hernández.