
El president en funciones, Artur Mas, firmará hoy el decreto de constitución del nuevo Parlament, que salvo sorpresa mayúscula, se celebrará el próximo lunes 26 de octubre, el último día permitido por la ley. Y si tampoco hay sorpresas al respecto, la Presidencia recaerá sobre la expresidenta de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y número dos de Junts pel Sí, Carme Forcadell, que en apenas seis meses habrá pasado de liderar la principal entidad civil soberanista a ocupar el segundo cargo institucional del país.
La propuesta de situar a Forcadell al frente de la mesa del Parlament viene de ERC, que, según el acuerdo alcanzado con CDC para formar Junts pel Sí, es a quien corresponde elegir a alguien para el cargo. La propuesta republicana cuenta, por lo tanto, con el beneplácito de Convergència y, dada la mayoría independentista en el Parlament, se da por hecho que Forcadell no tendrá problemas para acceder a la Presidencia. Solo la alianza de los partidos no independentistas, sumada a una abstención de la CUP, podría evitar el nombramiento. Algo poco probable, ya que la exlíder de la ANC es una figura que genera, a priori, suficiente consenso dentro de las filas independentistas.
Pese a las protestas de Ciutadans, PSC y PP, que ayer criticaron el perfil poco plural y neutro de Forcadell como presidenta del Parlament, todo indica que la activista independentista encabezará una Mesa del Parlament igualmente soberanista, ya que cuatro de las sillas corresponden Junts pel Sí. Las otras tres serán ocupadas, probablemente, por candidatos propuestos por Ciutadans, PSC y Catalunya Sí que es Pot. Lo que queda por aclarar es si la CUP, que en principio no tiene derecho a representación en el órgano que dirige el funcionamiento parlamentario, acepta o no una de las cuatro sillas que Junts pel Sí le ha ofrecido.
Conversaciones en marcha
El ofrecimiento de Junts pel Sí es algo así como un gesto de buena voluntad hacia la CUP, cuyos votos necesita para investir a un nuevo president. Unas negociaciones que ayer la portavoz del Govern en funciones, Neus Munté, admitió que «son difíciles», pero que «avanzan». «La única línea roja es no trabajar para llegar a un acuerdo», aseguró ayer Munté en respuesta al conseller de Empresa, Felip Puig, que el lunes defendió que CDC también debería marcar sus propias líneas en la negociación con la CUP. «No estamos en condiciones de aceptar según qué planteamientos», añadió, en una postura jaleada ayer desde Unió. Para hoy, una nueva sesión con ración doble de comparecencias en el menú: una a cargo de Mas y otra de la CUP.
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