
Finalmente llegó el anuncio oficial del nuevo acuerdo que augura el fin de la crisis en la que se hallaban sumidas las instituciones norirlandesas desde el verano. Diez semanas de negociaciones han hecho falta para alcanzar una solución para algunas, que no todas, las cuestiones pendientes en el proceso de paz.
El documento rubricado ayer por Sinn Féin, DUP y los gobiernos de Dublín y Londres detalla una hoja de ruta en relación a las organizaciones armadas y la reforma de las ayudas sociales. Sin embargo, no hubo consenso respecto al legado del conflicto armado, cuestión importante para los republicanos, pero que Sinn Féin ha aceptado posponer para asegurar la estabilidad institucional. El resto de los partidos norirlandeses –UUP, SDLP y Partido de la Alianza– han pedido tiempo para estudiarlo.
La nueva hoja de ruta insta a priorizar la desaparición de estructuras armadas y comprometerse en que su influencia en las estructuras políticas o de toma de decisiones sea inexistente; principios que deberán aceptar todos los electos a la Asamblea Legislativa de Belfast.
En paralelo, y con el fin de evaluar la actividad de los grupos armados, reaparece la comisión independiente de monitoreo –aunque sin el poder de recomendar la exclusión de ningún partido político–, cuyos miembros serán nombrados por los gobiernos de Londres, Dublín y Belfast, y que contará con un presupuesto de cuatro millones y medio de euros.
El nuevo acuerdo refuerza la cooperación norte-sur con la creación de un grupo de trabajo que agrupará a las agencias británicas de aduanas, la agencia nacional del crimen (el FBI británico) y la Policía norirlandesa con los cuerpos homólogos en la República de Irlanda. Este grupo tendrá un presupuesto de 70 millones y medio de euros, mientras que la Policía norirlandesa verá aumentado el suyo en casi 229 millones.
Si bien es cierto que la crisis se agravó en agosto cuando la Policía norirlandesa atribuyó la muerte de Kevin McGuigan a exmiembros del IRA, lo que provocó el abandono unionista de las instituciones, el desacuerdo inicial entre unionistas y nacionalistas en el Ejecutivo se originó en los recortes presupuestarios impuestos desde Londres al norte de Irlanda y que Sinn Féin y SDLP se negaron a aceptar.
El nuevo documento alivia estos recortes con un paquete de 836 millones de euros que durante los próximos cuatro años facilitará ayudas a los afectados por los recortes en los distintos subsidios y créditos fiscales. .
Los partidos norirlandeses llevan años reclamando la transferencia del impuesto de Sociedades desde Londres, para equipa- rarlo al de la República de Irlanda, en un intento de atraer inversión internacional a su maltrecha economía. Londres ha aceptado esta exigencia para abril del 2018, cuando el impuesto será el mismo en toda la isla de Irlanda, 12,5%.
Aunque el Gobierno británico insiste en que no se han comprometido nuevos fondos, las nuevas cifras muestran un incremento de 714 millones de euros y se confirman préstamos a los que se había comprometido Londres, como los mil millones de euros en compensaciones para funcionarios que acepten jubilaciones anticipadas. Dublín se ha comprometido a facilitar mejoras en las infraestructuras con una aportación de más de cien millones, que será complementada con una cantidad similar desde Belfast.
«Un compromiso común para un futuro mejor»
Las mayoría de las reacciones al nuevo acuerdo norirlandés fueron positivas. Theresa Villiers, la representante del Gobierno de Londres en el norte de Irlanda, apuntó que el documento «trata con cuestiones que habían creado grandes sombras sobre el futuro de las instituciones norirlandesas», al tiempo que puso punto final al desacuerdo sobre la aprobación del presupuesto del Ejecutivo de Belfast.
El ministro de Exteriores irlandés, Charlie Flanagan, opinó, por su parte, que el acuerdo saca a la luz «todos nuestros esfuerzos para conseguir mayor reconciliación y prosperidad económica en la norte de Irlanda y las comunidades en nuestra isla».
El líder unionista Peter Robinson, consideró que el documento constituye otro hito en «la normalización y la construcción de nuestra sociedad», mientras que el líder negociador republicano, Martin McGuinness sostuvo que el acuerdo ofrece «un compromiso común para un mejor futuro para nuestro pueblo, y Peter y yo somos uno en nuestro compromiso en lo que respecta a la defensa de los servicios públicos, el incremento de la inversión internacional, el apoyo a los negocios locales y la creación de más y mejor empleo, particularmente para nuestros jóvenes».S.G.
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