
Pocas veces un partido que ha arrollado en las urnas en unas elecciones anuncia al día siguiente de su éxito la necesidad de analizar sus propios excelentes resultados. Ayer lo hizo el diputado por Bizkaia de Podemos Eduardo Maura, apuntando que los votos que han sumado no se explican únicamente por los trasvases que este domingo se han podido producir desde el PSOE y EH Bildu.
Maura, entrevistado en Radio Euskadi, apuntó que durante la campaña tenían sensaciones «buenísimas», pero que no habían «anticipado» que podrían superar los 300.000 votos. A su entender, cuando pase la euforia de estos primeros momentos será necesario que Podemos reflexione sobre cómo han sumado semejantes resultados.
Aunque Maura en sus declaraciones se refería a los números en la CAV, lo cierto es que se pueden extender a los obtenidos en el conjunto de los cuatro territorios concernidos.
El matiz de con qué comparar
Las cuentas de Eduardo Maura sobre el hecho de que la pérdida de votos de EH Bildu y PSOE no sirven para justificar el ascenso de Podemos son matemáticamente exactas si se atiende a la comparación con las elecciones de hace cuatro años, a las que no se presentó el partido morado. Pero las conclusiones resultan distintas si se toman como antecedente las forales de mayo, cuando la papeleta de Podemos estaba ya en liza. Y, en ambos casos, hay que tener en consideración el incremento de votantes que acudieron a las urnas en uno y otro caso.
Con relación a los comicios al Congreso de 2011, el número de votos válidos creció en 56.317 en Euskal Herria. EH Bildu ha perdido 116.031 votos; el PSOE, 111.848; IU, 11.714; Geroa Bai, 11.961; y el PNV, 22.732. Además Equo tuvo entonces 19.053 votos y ahora iba en las listas moradas mientras que el voto en blanco ha bajado en 7.828 papeletas.
Pues bien, todo ello sumado son 357.385 votos. Y Podemos obtuvo el domingo 397.783. Hay por tanto un diferencial de unas 40.000 papeletas que solo son explicables por el hecho de que no siempre votan las mismas personas, sino que por una parte se produce un relevo generacional, a lo que hay que añadir que votantes de unas siglas no las cambian por otras, sino que se van a la abstención, mientras que se incorporan nuevos votantes que antes no acudían a las urnas.
Mejor mirar a las forales
Pero las cuentas son distintas si se comparan con las elecciones forales en los cuatro territorios vascos de mayo de este mismo año, cuando la papeleta de Podemos ya estaba en los colegios electorales. Para empezar, este domingo han votado 166.972 personas más que entonces.
Han perdido votos EH Bildu (71.432), PNV (58.694) y Geroa Bai (21.742). Por contra, comparando con mayo, el PSOE sube 24.191 e IU sube 8.897. Ahí, el balance de sumas y restas, junto al ascenso de la participación, ofrece un colchón de 285.468 votos, mientras que Podemos ha crecido en estas elecciones en 205.674 apoyos.
Ahí ya puede empezar a verse que la formación de Pablo Iglesias ha podido picar en mayor o menor intensidad de esos caladeros, siempre desde el principio de que todo es móvil y nada es estable. Es decir, al crecer la participación habrá gente que en las forales se abstuvo y el domingo votó al PSOE y otros que entonces apoyaron al PSOE y ahora a Podemos. Muchos de EH Bildu se habrán abstenido y otros muchos habrán votado a la formación morada. También habrá tenido intercambio con Geroa Bai e incluso con el PNV.
Situación interna
Probablemente una de las cuestiones más sorprendentes de la victoria de Podemos sea que en la CAV, donde han conseguido ser primera fuerza con 316.441 votos, el partido está sin dirección. Dimitió precisamente por discrepancias con el sistema de elección de candidatos.
Eduardo Maura aseguró ayer que él se descartaba para dirigir el partido, un proceso que tendrán que afrontar en las próximas semanas, una vez digeridos los excelentes resultados del domingo.

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