
«Acuerdo. Apoyo unánime para la nueva relación de Reino Unido con la UE», ha anunciado el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.
Los primeros en anunciar el acuerdo, sin embargo, han sido la presidenta de Lituania, Dalia Grybauskaite, y el primer ministro de República Checa, Bohuslav Sobotka, que han adelantado el consenso cuando no había terminado aún la cena en la que se debía refrendar el pacto.
«Acuerdo hecho, se acabó el drama», ha escrito Grybauskaite en su perfil de Twitter, tras dos días en los que ha advertido de que cada país escenificaría el dramatismo, pero que al final se llegaría al acuerdo.
«¡Tenemos un trato! Es un buen compromiso que, espero, ayudará a mantener a Reino Unido en la UE», ha dicho, por su parte, Sobotka.
Ambos han celebrado a través de las redes sociales un acuerdo apenas unos minutos después de que trascendiera que Tusk y el jefe del Ejecutivo comunitario, Jean-Claude Juncker, habían presentado una última oferta de compromiso.
Una propuesta texto con cambios «menores», «muy justa y equilibrada» y con «bastantes posibilidades» de sumar el apoyo de los Veintiocho, según han adelantado fuentes europeas.
Entre las principales concesiones a Londres, los líderes europeos aceptan crear un «freno de emergencia» que le permitirá suspender el acceso de los inmigrantes europeos a determinados complementos salariales, durante sus primeros años de trabajo en Gran Bretaña.
Una vez activado el mecanismo, el Gobierno podrá hacer uso de él durante un periodo máximo de siete años y no de los trece que aspiraba lograr Cameron.
También podrá ajustar al precio de la vida en el país de origen las ayudas por hijo que le correspondan al trabajador, si el menor no reside en Gran Bretaña. Esta será una medida no retroactiva, que se aplicará desde su aprobación a los recién llegados y, tras un periodo de transición hasta 2020, a los que ya residen en el país.
Además, a petición de Bélgica y el Estado francés, se ha incluido una cláusula que especifica que las condiciones del acuerdo quedarán sin valor si el resultado del plebiscito británico es contrario a la UE.
Otra de las ventajas que ha logrado el Gobierno británico es una salvaguarda que permitirá a un Estado que no integre la moneda única aplazar políticas económicas de la eurozona o de la unión bancaria, si las considera una «amenaza» para sí.
Los países del euro han introducido una referencia en el acuerdo que deje claro que Londres no tendrá por ello capacidad de «veto» ni podrá ralentizar medidas urgentes.

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