Alberto PRADILLA

EL MOMENTO DE LA DERECHA XENÓFOBA EUROPEA

Tras los atentados de Bruselas, distintas formaciones derechistas y xenófobas han aprovechado el momento para colocar su discurso ante una opinión pública traumatizada. Los refugiados que huyen de las guerras de Siria e Irak son sus principales víctimas.

Existe una línea de continuidad entre los ultraderechistas que asediaron la mezquita de la M-30 de Madrid y las intervenciones de diversos líderes xenófobos europeos que, a diferencia del Hogar Social Madrid, han logrado un amplio eco electoral a sus proclamas. Atentados como el de Bruselas son el caldo de cultivo para una amalgama de fuerzas y grupos que, con mayor o menor éxito, representan una nueva forma de entender la extrema derecha en Europa. El escepticismo hacia las instituciones comunitarias, el culto a la securocracia y un «populismo xenófobo» que se ceba especialmente en el colectivo islámico son algunas de las características que convergen en este sector. Aunque la mayoría de diatribas se ha centrado en lo que consideran un «fracaso» de la Europa «sin fronteras», el mensaje es claro: blindar al continente de los extranjeros. Un mensaje especialmente agresivo contra los cientos de miles de refugiados que huyen de Siria o Irak.

Como era de esperar, esta nueva ultraderecha europea no ha dejado pasar la oportunidad para colocar su mensaje ante una opinión pública desconcertada y traumatizada. Desde el ataque contra ‘‘Charlie Hebdo’’, el intento de capitalizar estos atentados en clave xenófoba ha ido in crescendo.

Cada sector trata de adecuar el discurso a su propia agenda. En Gran Bretaña, el Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) aprovechó para cargar contra el espacio Schengen y prepararse de cara al referéndum sobre el «Brexit» (la salida de la Unión Europa) que tendrá lugar el 23 de junio. Su líder, Nigel Farage, consideró que la «falta de control fronterizo» había provocado el «libre movimiento de terroristas, de bandas criminales y de Kalashnikov». Siguiendo la línea del discurso apocalíptico, su portavoz de Defensa, Mike Hookem, afirmó que los atentados deberían servir para «alertar a la gente de que las fronteras abiertas ponen en riesgo la vida de los europeos»

En Alemania, el foco de Alternativa para Alemania (AfD) se situó en atacar a los refugiados. Que los responsables de los atentados sean ciudadanos europeos nacidos en Europa no fue obstáculo para que su líder, Frauke Petry, considerase que la llegada de exiliados de la guerra incrementa «desde el punto de vista meramente estadístico el peligro de atentados». Aquí el auge xenófobo es un hecho. Según datos de la Policía Federal de lo Criminal de Alemania (BKA) citados por Europa Press, en 2015 hubo casi 14.000 actos violentos de motivación ultra, entre ellos más de 130 ataques contra centros o viviendas de refugiados en ese país. La sicosis islamófoba se ha extendido a la acción gubernamental en todos los países. Beata Szydlo, primera ministra polaca, anunció que no acogerán a más exiliados y rechazarán el plan de reubicación debido a los atentados.

Por el momento, el gran logro de estos sectores ha sido condicionar el debate y ascender electoralmente. Solo así se explican afirmaciones como la de Michel Sapin, ministro francés de Finanzas, que consideró que detrás de los atentados también había una «ingenuidad» por parte del Gobierno belga. «Hay una voluntad, o una falta de ella, por parte de determinados responsables políticos. Puede ser por las ganas de hacerlo bien, permitir una buena integración, o por una forma de ingenuidad», argumentó. No es casualidad que en el Estado francés el discurso islamófobo del Frente Nacional esté en auge. En los momentos de caos, discursos de odio como estos se extienden. Habrá que esperar a la reacción de la opinión pública.