GARA
BAIONA

«Aunque al final se adopte la reforma laboral, el Gobierno ya ha sufrido una derrota política»

Al hilo de una estancia en Ipar Euskal Herria, Mediabask ha entrevistado a la investigadora en ciencias políticas de la Universidad de Lyon-2 y miembro destacado de Attac, en particular sobre la reforma laboral que el Gobierno de Valls está intentando implantar y que tanto conflicto está concitando.

Aunque no figuraba en las propuestas del programa electoral en base al cual fue elegido presidente, la profesora de Ciencias Políticas, cree que François Hollande se ha visto «obligado» en cierta forma a «flexibilizar» el Código del Trabajo por la presión de la UE «ya que tenía que hacer un gesto porque sabe que no va a poder respetar su compromiso respecto al déficit público».

En su opinión, París sigue, por tanto, la senda que otros estados han emprendido –también acuciados– «cuando está demostrado que la flexibilización laboral no está dando resultados a la hora de reducir el paro».

Béroud considera que el actual Gobierno socialista ha errado en lo que a diálogo social se refiere: «Apenas consultó a las organizaciones sindicales antes de poner en marcha el proyecto de ley y, en la actualidad, es obvio que tampoco está por la labor de abrir un espacio de discusión».

En cuanto al movimiento de oposición capitaneado por los sindicatos de trabajadores y de estudiantes, observa diferencias notables respecto a las grandes huelgas y protestas de 1995 (reforma Juppé sobre jubilación, función pública y seguridad social a la que, salvo en el último tema, el Gobierno finalmente renunció) e, incluso, con las del año 2006 (por el Contrato de Primer Empleo de la época de Chirac) y de 2010 (reforma de pensiones, en la de Sarkozy).

«Con respecto al gran movimiento social de otoño del 95, ahora no hay capacidad de organizar huelgas indefinidas en los diferentes sectores debido a factores diversos que se han ido acumulando durante años: presión sobre los trabajadores, degradación de las condiciones de trabajo, individualismo, dificultad para realizar asambleas o crear espacios de discusión y debate. (…) En 2006 y 2010, además de las huelgas, las grandes manifestaciones tuvieron especial importancia. (…) Ahora la movilización se ha construido sobre una sucesión de huelgas sectoriales. Esa es, quizás, su originalidad. Empezaron las refinerías, siguió el transporte, los camioneros, los ferroviarios... En estos momentos están efectuando paros los funcionarios de los servicios y brigadas municipales, los de la recogida de basuras…», enumera Béroud.

Para esta experta en sindicalismo, movimientos sociales y huelgas, las nuevas formas de contestación como la recogida, vía internet, de 1.300.000 firmas contrarias a la nueva ley al inicio del movimiento anti-reforma, hace cuatro meses, no son «signos de desgaste» de las formas de protesta tradicionales: «A mí me parecen más bien complementarias. La petición firmada por cientos de miles de ciudadanos y la votación ciudadana son modos para llegar a los trabajadores que no acuden o no pueden acudir a las manifestaciones o que están menos informados».

En cambio, respecto a Nuit Debout, Béroud estima que, si bien se inició en el fragor de la manifestación del 31 de marzo, «es un movimiento que ha tomado después su propia vía y dinámica al extender su oposición a otras temáticas o a un cierto funcionamiento de la democracia. (…) Algunos consideran a las organizaciones sindicales como algo arcaico o de otro mundo y creen que hace falta construir todo desde cero».

Preguntada sobre la salud y el futuro del movimiento contra la reforma laboral, está convencida de que se «construye día a día». «En marzo nadie hubiera creído que a finales de junio todavía tendría esta fuerza. Es difícil prever lo que pasará. (…) La vuelta del proyecto de ley a la Asamblea Nacional será seguramente bastante problemática porque es probable que el Gobierno eche mano otra vez del articulo 49.3. Percibo que hay más contestación ahora en la Asamblea Nacional que en la primera lectura por lo que se abren más perspectivas para la movilización social», manifiesta esta profesora universitaria.

De todos modos, analizando la evolución de este conflicto desde su inicio, Béroud está convencidas de que el Gobierno «ya ha sufrido una derrota política muy fuerte». «La ley es profundamente impopular. Incluso si el Gobierno consigue al final que se adopte, dejará un rastro muy fuerte que tendrá gran impacto en el plano electoral», sostiene.