Mikel ZUBIMENDI
GOIZUETA

GoizuKoop: gasolina para servir a una comunidad, para hacer pueblo

La localidad navarra de Goizueta, en un ejercicio de auzolan remarcable, pondrá próximamente en marcha un pionero proyecto de gasolinera cooperativa. Sin ánimo de lucro, con vocación de servir al pueblo, GoizuKoop hará más fácil la vida de unos vecinos que se han volcado y dejará una experiencia que puede inspirar a otras localidades.

Goizueta es un pueblo pequeño pero orgulloso, muy unido a la tierra, al curso del agua y al ciclo de las estaciones. Un pueblo euskaldun culturalmente vibrante, de pelotaris, de dantzaris, de fiestas y carnavales que hunden sus raíces en la noche de los tiempos. Pero es también, como indican nuestros interlocutores Iñigo Elizegi y Unai Loiarte, un pueblo inmerso en una especie de «círculo vicioso». A lo largo de los años, las fábricas se han ido cerrando una tras otra; escaseando el trabajo y los servicios, la población se ha reducido casi un 50% en las últimas cuatro décadas hasta los 750 habitantes. Por ello, con un estado de ánimo de preocupación sobre el futuro del pueblo, el afán de juntarse y dar la vuelta a esa tendencia ha ido aumentando entre sus vecinos.

La localización geográfica de Goizueta es especial. El río Urumea, que nace en el puerto de Ezkurra, da personalidad y nombre al municipio. Etimológicamente, Goizueta proviene de «goi» (alto), «zubi» (puente) y el sufijo «eta» que indica el lugar de, es decir, el lugar del puente alto, en referencia a Zubi Haundi, el viejo y elegante puente que une las dos orillas. No obstante, esta localización privilegiada en un entorno natural maravilloso ha traído consigo unas vías de comunicación muy precarias, que han dejado un tanto incomunicada a esta localidad.

Sirva como ejemplo el hecho de que para llenar el depósito de combustible, los goizuetarras deben hacer como mínimo 50 kilómetros. Un viaje de ida y vuelta a Hernani o a Leitza, situadas a 25 kilómetros, por una carretera que dista mucho de estar en buen estado. Esta realidad, además de encarecer significativamente el precio de la gasolina para los vecinos, ha dado forma a una comunidad muy unida funcional y simbólicamente a los todoterrenos, a los coches, ya que depende de una única carretera que es central en el día a día de la localidad.

La importancia de creer

Preocupados por la tendencia que había tomado su pueblo, hace poco más de un año, una docena de vecinos empezó a reunirse y a debatir sobre qué hacer y por dónde empezar para revertirla. Así, decidieron apostar por un proyecto de gasolinera cooperativa, un tema que afectaba directamente a todo el pueblo. Es un proyecto sin ánimo de lucro, al margen de la lógica de hacer negocio y maximizar beneficios. Se trataba de dotar a Goizueta de servicios, sin esperar a que caigan del cielo, construyéndolos con el pueblo y para el pueblo, en un gran ejercicio de auzolan que implicara al mayor número de vecinos posible.

«Era importante no estar siempre esperando a lo que digan o hagan otros. Tuvimos claro que, si no lo hacíamos nosotros, nadie lo haría. Desde el primer momento, los vecinos tomaron la idea con interés, alegró a la gente, estaba en boca de todos en las conversaciones. Y es que cambió la tendencia, subió los ánimos, empoderó a la gente. Ya no era que este negocio u aquel cerraba, no era otra mala noticia, otra más. Ahora se iba a abrir algo nuevo, para todo el pueblo», comentan Elizegi y Loiarte, que subrayan la importancia que ha tenido el convencimiento propio en el proyecto de GoizuKoop: «Hay que creérselo, ahí empieza todo».

Preguntados por si meterse en una gasolinera cooperativa daba cierto vértigo, si el mundo del petróleo, los combustibles y las grandes multinacionales no eran aguas demasiado profundas, ambos niegan la mayor. «Sinceramente, ha resultado más fácil de lo que esperábamos. Teníamos clara la filosofía: queríamos construir una experiencia cooperativa, sin ánimo de lucro, que respondiera a la comunidad. Cuando socializamos el proyecto, la respuesta de los vecinos fue muy buena, contar con 175 socios nos da una base sólida y mucha confianza».

Eso sí, reconocen que han tenido mucha ayuda desinteresada. El Ayuntamiento les cedió suelo público para uso gratuito, facilitó las gestiones, abrió diferentes puertas. Los goizuetarras que son economistas o trabajan en entidades bancarias echaron una mano en la elaboración del plan de viabilidad y los números. Buscaron y encontraron una buena financiación. Y si todo va cómo tiene que ir, comenzarán con las obras en setiembre para ver hecho realidad su proyecto para fin de año.

Sin ánimo de lucro

A grandes rasgos, según calculan en GoizuKoop, la gasolinera cooperativa necesitará distribuir 23.000 litros de gasolina y de gasóleo al mes para poder cumplir las expectativas. Creen que solo con los socios un 81% de esa demanda será cubierta. Pretenden hacerla funcionar las 24 horas del día por un proceso de automatización con tarjeta y, como es lógico, los cooperativistas que han puesto 90 euros por cabeza, además de ayudar a crear un servicio para su pueblo, tendrán acceso a un combustible más barato.

En concreto, los socios tendrán un precio de solo 10 céntimos más por cada litro que la cooperativa compre directamente a los proveedores. El resto de usuarios pagará entre 13 y 15 céntimos más. «Las grandes compañías de bandera se nos escapan, tampoco nos interesan; el mejor servicio nos lo ofrecen las pequeñas distribuidoras de aquí» apuntan los responsables de GoizuKoop, que se muestran convencidos de que amortizarán la deuda bastante antes que los doce o trece años estipulados en el plan de financiación.

Aunque su objetivo prioritario es crear un servicio para la comunidad, desde GoizuKoop destacan también la creación de, en principio, un puesto de trabajo para una persona que se encargaría de la limpieza, los depósitos y el mantenimiento de la gasolinera. Así mismo, siendo por filosofía un proyecto sin ánimo de lucro, esperan que, tan pronto se amortice la gasolinera, esta empezará a dar beneficios que serán reinvertidos en el pueblo, ya sea en forma de dotaciones o de servicios.

Preguntamos a nuestros interlocutores si se han inspirado en otros modelos similares, si tienen conocimiento de proyectos cooperativos de este tipo en Euskal Herria. Elizegi comenta cómo pudieron conocer por un reportaje en la televisión la existencia de un proyecto similar en un pequeño pueblo de alta montaña ubicado en los Alpes franceses. «Si allí lo pueden hacer, ¿por qué no íbamos a ser nosotros capaces de hacerlo? También existen cooperativas de consumidores en Euskal Herria muy ligadas a sectores concretos, sean transportistas, agricultores, etcétera. Sin embargo, nuestra apuesta no era copiar ese modelo».

Aprender y compartir

Elizegi y Loiarte, con carpetas llenas de papeles, de planos, números, estatutos... bajo el brazo, se muestran felices de haber colaborado en poner en marcha un proyecto que ayudará a Goizueta y que ha ilusionado a sus vecinos. En su mochila de experiencias han apilado nuevas lecciones, han aprendido a manejar situaciones que pueden ser útiles para otros pueblos, para otros proyectos cooperativos en el sector de la energía o en cualquier otro.

«Todavía estamos aprendiendo y tenemos mucho por aprender –puntualizan–, pero si podemos echar una mano a otros, encantados. Como hemos comentado antes, todo empieza por creérselo, por trabajar para el pueblo y hacer pueblo. Luego, las cosas son más fáciles de lo que uno cree».