Soledad GALIANA
DUBLÍN

Adiós a un líder histórico para el republicanismo y el proceso de paz

En el primer día de primavera, bajo la nieve, los vecinos de Derry despidieron al que fuera coprimer ministro norirlandés y comandante del IRA, Martin McGuinness, quien murió con tan sólo 66 años de edad en la madrugada del martes en el hospital Altnagelvin de su ciudad natal, donde recibía tratamiento por una rara enfermedad cardíaca.

Cientos de personas se unieron al recorrido del cortejo fúnebre que condujo a hombros el ataúd de Martin McGuinness, cubierto por la bandera irlandesa, hasta su casa, atravesando el histórico Bogside. Entre los presentes, el líder de Sinn Féin Gerry Adams, y Michelle O'Neill, la nueva líder republicana en el norte de Irlanda. El funeral tendrá lugar mañana jueves en la iglesia de Santa Columba.

Adams, quien viajó a Derry en la noche del lunes, fue el primero en recordar la figura de su amigo y compañero en el viaje político de un proceso de paz que se inició en los ochenta y en el que McGuinness jugó un papel central como jefe del equipo negociador de Sinn Féin.

Ayer fue una jornada de loa y condenación, reacciones opuestas que posiblemente no preocuparían a McGuinness, que se mostraba tan orgulloso de su papel dentro de la organización armada republicana como de sus esfuerzos en la consecución del proceso de paz. «Estuve orgulloso de ser un miembro del IRA. Aún lo estoy, cuarenta años después. No voy a ser un hipócrita y decir otra cosa», declaró en una entrevista.

Precisamente, entre los mensajes de condolencia recibidos por la familia McGuinness se encontraría un mensaje privado de la reina de Inglaterra, con quién el líder republicano firmó una de las imágenes claves de este proceso, con su saludo en 2012 durante la visita de la monarca a Belfast.

Pero si existe una imagen simbólica de este proceso de paz, posiblemente reflejará la amistad entre McGuinness y el ya fallecido líder unionista Ian Paisley que desafió las expectativas creadas por los treinta años de conflicto armado. Ambos se encontraban en los extremos opuestos del  espectro político.

Si durante las negociaciones del Acuerdo de Viernes Santo, Paisley se negaba a entrar en una sala de reuniones en la que se encontrara un representante de Sinn Féin, su colaboración con McGuinness en la oficina del primer ministro norirlandés estableció una relación cercana que les conllevó el sobrenombre de «los hermanos risitas» y que tanto la esposa como los hijos de Paisley han querido recordar ante el público. «Cómo alguien acaba su vida es mucho más importante que cómo la empieza», aseguró Eileen, haciéndose eco de las palabras de su hijo Ian.

Precisamente, desde la lealista Shankill Road, Alan McBride, cuya esposa y suegro murieron a consecuencia de las bombas del IRA en 1993, aseguraba que, si las huellas de McGuinness estaban en el conflicto armado, «también lo estaban en el proceso de paz», y señaló que posiblemente había sido triste que su último acto político fuera el colapsar las instituciones con su dimisión. «Daría lo que fuera para volver a la época de ‘los hermanos risitas’, cuando estábamos en un lugar mucho mejor que en el que nos encontramos ahora», apuntaba McBride.

Precisamente, Arlene Foster, que perdió su cargo como primera ministra con la dimisión de McGuinness ante la controvertida gestión por parte de la política unionista del presupuesto para energía renovables, recordó que «la historia mostrará que su contribución al proceso político y de paz fue significativa».

El primer ministro irlandés, Enda Kenny, lamentó el fallecimiento de McGuinness, destacando que «no solo llegó a creer Martin que la paz debe prevalecer, sino que se comprometió a trabajar sin descanso por ello.

 

Reconocimiento desde Londres a su papel «decisivo» e «histórico»

«Aunque nunca podré perdonar el camino que tomó en la primera parte de su vida, Martin McGuinness jugó en último término un papel decisivo para sacar al movimiento republicano de la violencia», afirmó la primera ministra británica, Theresa May, ante la muerte del líder republicano. «Hizo una contribución histórica al extraordinario viaje que Irlanda del Norte emprendió desde el conflicto armado hasta la paz», que culminó con los Acuerdos de Viernes Santo, añadió. Por su parte, el líder del Partido Laborista británico, Jeremy Corbyn, dijo sentirse muy triste y destacó el «inconmensurable papel» desempeñado por McGuinness en el proceso de paz que, «a pesar de las dificultades, continúa siendo un ejemplo por todo el mundo sobre lo que puede lograrse cuando existe voluntad».

El ex primer ministro Tony Blair, con quien firmó la paz, mencionó «el amargo legado de la guerra» dejado por el político republicano, al tiempo que reconocía que «no podría haber acabado sin su liderazgo, valentía y calmada insistencia».GARA