Maddi TXINTXURRETA

Los calurosos veranos que vendrán

Aunque este verano no nos haya regalado muchos días de playa, la queja por las altas temperaturas en los meses estivales se repite casi cada año, y será cada vez peor por el calentamiento global. Aun así, las máximas de las décadas pasadas fueron más calurosas que las de esta.

Marian Vejzik (Getty Images)
Marian Vejzik (Getty Images)

Lo hemos podido saber gracias a los datos proporcionados por Ma r g a r i t a Martin, directora del Observatorio Meteorológico de Igeldo. La temperatura máxima del año pasado se registró en Elgoibar, que un día de septiembre llegó hasta los 41 grados y medio. En el mismo municipio, en julio y agosto se repitieron los 41 grados, y las siguientes temperaturas más altas se registraron en Javier, Caparroso y Cabanillas, con 40 grados en julio. Pero, en Gipuzkoa, las máximas de este y del siglo pasado se registraron en Errenteria y en Legazpi, con 43 grados en julio y agosto respectivamente durante la ola de calor del 2003. Legazpi ya había alcanzado ese mismo récord en junio de 1968. «La zona más cálida de Gipuzkoa está por Aretxabaleta, Arrasate y Bergara. Es la zona que tiene el clima más extremo, tanto en invierno como en verano, y, otro pico de calor se da en Ordizia», detalla Margarita Martin.

El calor extremo es más habitual en Bizkaia que en Gipuzkoa. En Derio, tuvieron que soportar 44 grados en 1948 y en 1998. Pero, el pueblo de Bizkaia que se lleva la palma en cuanto al calor se refiere es Balmaseda: los 44 grados se repitieron en los años 75, 81 y 84; y en 1982 se registraron 43, solamente un grado por debajo de las máximas del municipio. Las zonas de Enkarterriak y los aledaños del Nerbión son las más calurosas.

En Araba, el municipio más caluroso es Leza, que llegó a los 44 grados en septiembre de 1988, y alcanzaron 43 grados en agosto del 91. Pero en esta provincia no hay muchos municipios que lleguen a tales temperaturas. «En Araba, los picos de calor no son tan altos. Esto se debe a la brisa que se establece en la llanura. La única posibilidad de que en Araba haga mucho calor, es que esa brisa se pare». Otro de los pueblos más calurosos de Araba es Amurrio.

Nafarroa es la provincia más calurosa de Euskal Herria, y los años más críticos en cuanto al calor fueron 1968 y 1982. En junio del 68, se registraron 46 grados en El Bocal, 45 y medio en Mendabia y 45 en Caparroso. La ola de calor se saldó en julio, con 45 grados en el municipio de Artieda. En el 82, Caparroso repitió con 44 en agosto. En Mendabia y Caceda se registraron 45 grados, y, en Lodosa, medio grado más. Y fue en San Fermines del 82 cuando se registró la temperatura máxima de Euskal Herria: el 8 julio el calor abrasaba Caparroso con 47 grados.


El termómetro marca 34 grados en Bilbao. La temperatura global no debería superar los 2º C los niveles de la época preindustrial, y nos encontramos a 0,74ºC por encima. (Luis JAUREGIALTZO | ARGAZKI PRESS)

Tanto por el récord del máximo histórico como por la constancia de las temperaturas altas durante varios años, se podría decir que Caparroso es el pueblo más caluroso de Euskal Herria. Es también, uno de los más secos: solamente aglutina 300 litros de precipitación media anual.

Calentamiento global

Si bien las temperaturas de las décadas pasadas superaron con creces las de esta década y los expertos insisten en que los datos de calor máximos son habituales en determinados puntos de Euskal Herria, la amenaza del calentamiento global sigue agravándose año tras año. Según concluyen los datos recogidos por Eusko Ikaskuntza en el Programa Emblemático BAI, «para evitar una peligrosa interferencia en el sistema climático, la temperatura global del planeta no debe superar los 2º C con respecto a los niveles de la época preindustrial». En la actualidad nos encontramos ya en torno a «0,74ºC por encima» de estos niveles.

Urge la respuesta al cambio climático, y para evitar llegar a dichos niveles, se necesitaría «rebajar las emisiones de CO2 de la CAV el 95,6% a un ritmo anual del 6,1% desde el año 2000 al 2050, las emisiones de Nafarroa el 93,8% a un ritmo anual de 5,4% y las de Ipar Euskal Herria el 93%, a un ritmo anual de 5,2%».

Por ello, si la temperatura global sigue aumentándose sustancialmente llegando a niveles de peligro para la vida humana, los días de lluvia y frío de este verano los recordaremos con nostalgia en los veranos que vendrán, y los 47 grados dejarán de ser una simple anécdota de la época sanferminera de 1982 en Caparroso.


Vista del reducto medieval de Rada, en Caparroso, el pueblo más caluroso de Euskal Herria. (Jagoba MANTEROLA | ARGAZKI PRESS)

«NOS ESTAMOS QUEDANDO SIN OPCIONES PARA EL FUTURO»

En 2100, el 74% de la población mundial podría estar expuesta a olas de calor. Esta es la conclusión de un estudio publicado en «Nature Climate Change» que asegura que si las emisiones de gas carbónico continúan aumentando a los ritmos actuales, el 74% de la población mundial estará expuesta a las olas de calor para el año 2100. Aunque las emisiones se reduzcan de manera profunda, se estima que el 48% de la población seguirá expuesta al peligro de muerte por calor. Actualmente, alrededor del 30% de la población humana mundial está en peligro de sufrir este tipo de condiciones mortales cada año.

Las olas de calor suponen un riesgo considerable para la vida humana, ya que el cuerpo humano sólo puede funcionar dentro de un rango estrecho de temperaturas corporales de alrededor de 37 grados centígrados; y, el calor, agravado con alta humedad, puede elevar la temperatura corporal llevándola a estados que amenazan la vida.

«Nos estamos quedando sin opciones para el futuro», afirma el autor principal del estudio, Camilo Mora, profesor asociado de Geografía en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Hawaii, en Manoa, Estados Unidos. Farrah Powell, autora del estudio y estudiante de posgrado de UH Manoa, señala que encontrar un umbral más allá del cual las condiciones climáticas se vuelven mortales es científicamente importante pero «aterrador»: «Este umbral ahora nos permite identificar las condiciones que son perjudiciales para las personas. Lo que da miedo es lo comunes que ya son esas condiciones mortales».

Según el estudio, la mayoría de muertes humanas causadas por olas de calor ocurren en países desarrollados en latitudes medias. Así, la ola de calor europea de 2003 mató a aproximadamente 70.000 personas, la de Moscú de 2010 terminó con la vida de 10.000 personas y en Chicago fallecieron 700 personas en 1995 por las mismas causas.

«El cambio climático ha puesto a la humanidad en un camino que será cada vez más peligroso y difícil de revertir si las emisiones de gases de efecto invernadero no se toman mucho más en serio», afirma Mora.