Ramón SOLA

Tres detalles urgentes y sorprendentes de un país a toda marcha

Desde la estelada que asoma en lo alto en la primera curva tras el cartel de entrada a Catalunya por Lleida (y a la que siguen cientos y cientos en cada colina, torre, chimenea o grúa), no hace falta pasar muchas horas aquí para percibir un país en plena ebullición política. Con unas formas de hacer novedosas. Y con unas virtudes, ahora o después, ganadoras.

 

Desde la estelada que asoma en lo alto en la primera curva tras el cartel de entrada a Catalunya por Lleida (y a la que siguen cientos y cientos en cada colina, torre, chimenea o grúa), no hace falta pasar muchas horas aquí para percibir un país en plena ebullición política. Con unas formas de hacer novedosas. Y con unas virtudes, ahora o después, ganadoras.

Movilización. En Blanes ha hecho una caminada (marcha), en Caldes de Malavella una vermutada (aperitivo), en Vic una tractorada... El nivel de movilización popular impresiona y emociona porque alcanza a casi todo el mundo, más allá del militante clásico, cada uno en lo suyo. Una anécdota: mientras se celebra el acto de ANC y Òmnium ante el Ayuntamiento, voluntarias deciden que como la Plaza ya está abarrotada no hace falta quedarse ahí y es buen momento para dedicarse a empapelar con carteles de «democracia» todas las farolas de otros barrios alejados. Dicho y hecho.

Unidad. El acto de arranque de campaña en Tarragona o algunos de los que se celebraron ayer han pasado de dos horas de duración, porque no se deja fuera a nadie que tenga algo que decir, ya sea electo local, nacional o estatal, representante de asociaciones pro-referéndum, personalidad cultural... Todos están en el mismo barco; y no son los de la guerra que fondean en Barcelona y Tarragona, sino los de la democracia. A Puigdemont le ovacionó en Montilivi todo el estadio, incluidas gentes muy lejanas al PDeCat. Otro tanto ocurre con los Mossos. Desde el prisma vasco es sorprendente, y también lo es si se recuerdan las tensiones de finales de 2015 que acabaron con la sustitución de Mas por Puigdemont. En la causa común se han fundido todas las voluntades. ¿Cómo se dirá Maltzaga en catalán?

Disciplina. La consciencia del momento histórico ha generado un nivel parejo de responsabilidad colectiva. Todo el mundo parece tener claro que la batalla final se jugará en la imagen y en la esfera internacional, y sabe que eso exige temple. En los actos de ayer se intercalan constantes peticiones de calma y avisos como este: «Esta semana sed responsables con los retuits, no difundáis información no contrastada». Y son recibidos con aplausos y asentimientos.