El plan era de los buenos. Por diez euros, obtenías un bocadillo de butifarra, una bebida y la posibilidad de acceder a un concierto. Incluso había opción vegetariana, ya que por apenas tres euros se lograba un cucurucho de castañas y una cerveza o refresco. Los organizadores destacaron que el 100% de lo recaudado ayer con las butifarras de Vic irá a parar a las cajas de resistencia de ANC y Òmnium Cultural.

La jornada de ayer era especial, no solo porque tenía lugar un acto para reivindicar la libertad de los máximos dirigentes de ANC y Òmnium Cultural, sino porque se celebraba también la castanyada, una de las fiestas más populares de Catalunya aunque en los últimos tiempos tiene que competir con el mercantilista Halloween.

De este modo, no había excusa para quedarse en casa en Vic ayer por la tarde. En la Plaça Major se mezclaban todos los ingredientes para disfrutar: música, buena comida y buen tiem- po, 11º marcaban los termómetros en la capital de la comarca de Osona al inicio de la fiesta.

Por tanto, no es de extrañar que la iniciativa resultara un éxito. En una parte de la plaza se instalaron diez puestos para vender los tickets y recoger el avituallamiento. Para las siete y media de la tarde ya había gente haciendo cola para recoger su butifarra. Minutos después, eran miles las personas que se encontraban en las filas.

Alberto Sobral no tenía duda de que la iniciativa sería un éxito. Luchaba contra el humo que salía de las barbacoas mientras vigilaba y daba la vuelta a una veintena de embutidos que desprendían un aroma que abría el apetito. «Seguro que vendemos las 10.000 butifarras. Hay mucha gente que se ha apuntado y puede que hasta nos quedemos cortos. Cuanto más gente solidaria haya, mejor estará el mundo», señalaba. No andaba descaminado.

Junto a ello, subrayaba la importancia de que la gente participase en una iniciativa popular de este tipo para reclamar la libertad de Sànchez y Cuixart.

«No han hecho nada, es una injusticia lo que les está pasando a los Jordis, como todo lo que están haciendo, no tienen nombre», coincidía Montse, mientras esperaba, al otro lado de la barra, que la cola avanzase y poder llegar hasta las butifarras. «No podíamos faltar porque la causa es justa, pero además es algo para pasárselo bien, es divertido», añadió.

En la otra esquina de la plaza, Núria también esperaba para llegar hasta donde se despachaban los tickets para los bocadillos y las bebidas. «Hemos venido porque es fundamental que los derechos humanos se sigan defendiendo; es muy importante la democracia, que se puedan expresar las ideas, que el pueblo pueda decidir y reclamar la libertad de nuestros compañeros, que hoy están en prisión a pesar de que no han hecho nada», señalaba.