
El Athletic tiene un problema en San Mamés. Y no es solo que no gane los partidos ligueros, es otro más, que viene de lejos y que ha acabado de evidenciarse en el actual campo: La Catedral no es lo que era. Y no lo es en cuanto a ánimo, en cuanto a decibelios, en lo que se refiere a alentar a los propios y anular a los contrarios. Asumiendo que partimos de una visión idolatrada del aliento de San Mamés, que se ha creado un mito sobre el ambiente de un campo que, tradicionalmente, tendía a entregarse en las grandes noches pero que se desentendía en lo referente a insuflar ánimos en los partidos más asequibles, esos que cuando, por suerte, no existía Tebas, cuando el fútbol pertenecía al aficionado, se disputaban a las cinco de la tarde. Tener el ambiente del viejo San Mamés en el recuerdo, mitificado, no debe hacernos olvidar la realidad, creer que era regla y no excepción la respuesta del público a las visitas de los culés Schuster y Maradona, o de los merengues Juanito y Hugo Sánchez. Ese mismo campo ya necesitó de una charanga, a petición de Luis Fernández, para mitigar el silencio de la grada a finales de los noventa. El apoyo incondicional, a medida que se acercó el nuevo milenio, fue siendo cada vez más silencioso y el mérito de que el silencio no fuese total, de unos pocos. El San Mamés de los setenta y ochenta era fiel reflejo de aquella sociedad, luchadora e idealista, que, además, tenía a su equipo como elemento aglutinador de una sensibilidad que no podía expresarse y que encontró en el fútbol su vía de escape: “Aupa Athletic, que yo ya me entiendo”. El reto del Club, ahora, pasa por enganchar a las nuevas generaciones como lo hacía, de forma espontánea o natural, con las anteriores, con la dificultad de que los referentes de los niños y niñas, ahora, pasan por aquellos que juegan en otros equipos y en otras ligas. Basta darse un paseo por ikastolas a la hora de la salida para apreciar de qué equipos son los equipajes que visten. A este respecto, duele ver el anillo VIP semivacío, cuando podría emplearse, por ejemplo, para invitar a equipos de las distintas categorías inferiores vizcaínas.
En esto del sentimiento futbolístico, también, el que da primero, da dos veces. Hay que rejuvenecer San Mamés, ampliar y centrar la grada de animación, que el foco del aliento de la grada se pueda escuchar en estéreo, como cuando existían Herri Norte y Abertzale Sur. Hay dinero, según nos dicen; qué mejor que poder emplearlo en ideas imaginativas para convertir el campo en algo más parecido a lo que fue. Porque está claro que, como en los setenta u ochenta, también en la actual Catedral todos queremos más.

El Patronato del Guggenheim abandona finalmente el proyecto de Urdaibai

Descubren un colosal «valle de los dinosaurios» en el Stelvio con miles de huellas fósiles

Zestoa: El fiscal admite la sombra de violencia machista pero mantiene la petición de multas

85 urte dituen Juaristi enpresaren egoera larriaz ohartarazi dute berriz langileek
