Aritz INTXUSTA

Los nuevos hundimentos en Galar y Undiano reavivan las críticas hacia las minas de potasa

La aparición de socavones de varios metros de profundidad en la Cuenca de Iruñea revela los peligros de las minas de potasa décadas después del cierre. Los opositores a los proyectos de Geoalcali en Erreniega y la mina de Muga exigen la derogación de los permisos. 

Socavón de 12 metros de profundidad aparecido en Galar. (Policía Foral)
Socavón de 12 metros de profundidad aparecido en Galar. (Policía Foral)

«Treinta años después de su explotación, siguen aparecieron agujeros (colapsos) en superficie, y siguen existiendo hundimiento de parcelas agrícolas, infraestructuras y accesos a muchas de las localidades que se beneficiaron en su momento de la actividad industrial de la minería de potasa, y que como herencia tendrán que convivir durante siglos con colapsos y distintos tipos de inestabilidades del terrenos», ha denunciado la plataforma unitaria Contra las Minas de Potasa en el Bal d’Onsella y Erreniega.

Los opositores a estos proyectos trasladan un mensaje de apoyo a los afectados y solicitan un estudio integral de los riesgos que suponen las antiguas galerías mineras abandonadas. Según remarcan, estos peligros no se han tenido en cuenta en la reciente concesión de la Declaración de Impacto Ambiental de la Mina de Muga. Asimismo, señalan que se trata de terrenos calizos que, por sus características, generarán colapsos y socavones de varios metros de profundidad durante décadas.

«El proyecto Mina Muga y los que vienen asociados, por magnitud, extensión y características, generará una zona inhabitable con un mínimo de seguridad para las personas, varias veces mayor que la afectada por las minas del Perdón, y que perdurará por siglos para las generaciones venideras», afirma esta plataforma.