Àlex Romaguera
BARCELONA

La irrupción de Vox en Catalunya incendia la campaña

La formación ultra consigue alterar el guión de campaña de los principales partidos, que reaccionan de forma muy distinta para contrarrestar su discurso populista y xenófobo.

El candidato de Vox, Ignacio Garriga, en un acto en Barcelona (David OLLER/EUROPA PRESS)
El candidato de Vox, Ignacio Garriga, en un acto en Barcelona (David OLLER/EUROPA PRESS)

Altercados cuando celebra un mitin y escándalo tras aparecer en los medios con la promesa de «expulsar a los inmigrantes», «liquidar el Estado de las autonomías» o «acabar con la ideología de género». Así es como Vox ha conseguido atraer la atención en vistas a las elecciones del próximo domingo en Catalunya, arrastrando el resto de formaciones a advertir sobre los efectos que sus planteamientos pueden ocasionar en caso de que entre en el Parlament. A tenor de las últimas encuestas, el partido de Santiago Abascal podría obtener grupo parlamentario propio.

Si hace una semana apenas condicionaba la campaña, su estrategia de crispación ha puesto patas arriba el debate electoral. Así se evidenció en los actos celebrados el pasado fin de semana, donde todos los partidos incluyeron referencias al papel de Vox. Lo hizo la cabeza de lista de En Comú Podem, Jèssica Albiach, para quien «la peor pesadilla de Santiago Abascal es que Catalunya tenga un gobierno republicano y de izquierdas». También, en un mitin en Lleida, Oriol Junqueras afirmó en alusión en Vox que «Esquerra es el único partido que puede parar el fascismo», mientras la candidata de la CUP, Dolors Sabater, invitaba a «hacer frente al fascismo» teniendo en cuenta el peligro de que «entre en el hemiciclo y tome nuestras calles». Estas declaraciones precedieron los graves incidentes ocurridos en Vic, donde la presencia de Javier Ortega Smith, número dos de Vox, desató la protesta de un millar de personas, algunas de las cuales persiguieron a la comitiva fascista y se enfrentaron a los Mossos d’Esquadra.

Palancas de proyección

La irrupción de Vox en Catalunya, donde no tiene ninguna representación, ha convulsionado a la clase política, pero no toda ha respondido igual a su eventual influencia en el Parlament. Es el caso del PSC, que pese a desmarcarse de sus tesis, no ha repudiado sus votos en caso de que permitiesen a Salvador Illa lograr la investidura. Mucho menos el PP y Ciudadanos, que aún y rechazar sus argumentos, han aprovechado los disturbios registrados en Vic y otras poblaciones para atribuirlos al contexto de «totalitarismo» que, a su juicio, vive Catalunya por culpa del Procés, equiparando las tesis de Vox a las que defienden el independentismo y el movimiento antifascista.

Todo ello lo ha utilizado la formación ultra para victimizarse y, a través de Ignacio Garriga, su cabeza de lista, endurecer un discurso populista que pretende atraer a los sectores españolistas más golpeados por la crisis económica. De esta manera, solo En Comú Podem, la CUP, ERC y JxCat se han comprometido a crear un cordón sanitario para que los mensajes de la extrema derecha no se propaguen entre la ciudadanía.

En una dinámica de acción-reacción, pues, Vox se ha hecho hueco en esta campaña electoral, siguiendo una estela de visibilización que se ha intensificado mediante el uso de las redes sociales y la presencia en espacios en los que exprime su maquinaria de propaganda. En esta estrategia se inscribe, por ejemplo, su participación en el juicio del Tribunal Supremo contra los dirigentes independentistas, en el cual fue aceptado como parte acusatoria en 2017. Como es sabido, el juicio proporcionó a Vox una notable proyección mediática, que pudo ayudar a que en diciembre de 2018 entrase en el Parlamento de Andalucía con 12 escaños, y en 2019 en el Congreso de los Diputados, primero con 24 representantes, en la convocatoria de abril, y llegando a los 52 en noviembre del mismo año.

Es en virtud de esta representación que la Junta Electoral Central ha calificado al partido de Abascal como «grupo político significativo», de ahí que su cabeza de lista en Catalunya, Ignacio Garriga, esté participando en los debates televisivos y sea entrevistado en los principales medios públicos.

La normalización de Vox ha avivado nuevamente el debate sobre como hacerle frente, un hecho que según los expertos pasa por explicar que, pese a reivindicarse «constitucionalista», se trata de una formación contraria a los derechos humanos y a la misma Constitución que dice defender.

En cualquier caso, si el día 14 se confirma su entrada en el Parlament, Catalunya tendrá un nuevo frente que gestionar, pues como advierten estas voces, una vez dentro de un hemiciclo, a la extrema derecha es muy difícil combatirla.