Del establo al laboratorio, pasando por la ciencia básica: las nuevas vacunas covid
¿Cómo son los antídotos que van a poner coto al covid-19? En este segundo artículo, los autores aportan algunas claves sobre el funcionamiento y elaboración de las vacunas de ARN, que van a propiciar una salida a esta crisis y serán vitales en el futuro.

Si el Dr. Jenner viera dónde y cómo se elaboran las vacunas actualmente se sentiría totalmente abrumado (en caso de que entendiera algo del complejo proceso). Y así es como nos sentimos nosotros con el nivel de conocimiento que los científicos tienen hoy de la biología, y con cómo se conjuntan los procesos biotecnológicos, como si fueran módulos o piezas de Lego, diferentes unas de otras, para alcanzar un objetivo común.
Sabemos que el virus del covid utiliza nuestras células para reproducirse. Pero también sabemos que podemos enseñar a nuestras células a fabricar una parte del virus (una proteína ) y que posteriormente las células del sistema inmune reconozcan esta proteína como extraña (antígeno) y generen defensas contra esa proteína (anticuerpos) y, por tanto, contra el virus en caso de que este se presente.
Pues bien, una de las vacunas covid-19 actuales, la diseñada por la compañía alemana BioNTech, comercializada por Pfizer y similar mecanísticamente a la americana de Moderna (vacunas ARN), hace trabajar doblemente a las células del organismo de la persona vacunada.
Primero, lo que se inyecta con la vacuna es un mensaje (nada físico, ni químico, perteneciente al virus) en forma de ARN, una molécula que contiene información codificada para sintetizar una proteína específica. Es como escribir una carta de nuestros deseos a los reyes magos, dentro de un sobre (envoltorio) con la dirección. Este mensaje ARN enseña a nuestras células (que es donde están los ribosomas, que son las miles de fábricas que hacen las proteínas) cómo producir la famosa proteína spike del envoltorio del virus y que actúa como antígeno.
La proteína spike es sintetizada primero y posteriormente es expulsada desde nuestras células a la sangre, desarrollándose así un simulacro de infección vírica, pero de leve intensidad, ya que no es el virus sino sólo una proteína idéntica a la del virus lo que circula en la sangre.
La segunda parte del proceso es que nuestro sistema inmune detecta esa proteína que circula en la sangre y produce defensas celulares y anticuerpos contra esa proteína-antígeno como si del propio virus se tratara.
Es importante resaltar que lo fundamental de esta respuesta es que hay células de esta defensa inmunitaria que se guardan en la memoria inmune. Y son estas células de la memoria inmunológica las que nos protegerán cuando al tiempo (semanas, meses, incluso años), partículas que llevan esa proteína vírica aparecen en nuestro cuerpo (la temida infección del covid-19 o similares). Así, estas células memoria son informadas de que el virus está presente en el organismo y de inmediato montan una respuesta rápida y eficaz que elimina esa partícula y el virus (el sistema inmune ha sido preparado, entrenado, inmunizado con la vacuna ARN).
La rapidez con la que se ha desarrollado esta vacuna basada en el ARN se debe a que esta plataforma biotecnológica ya había sido desarrollada previamente (hace unos 10-12 años) para inmunoterapias contra algunos cánceres de origen genético. Es el caso de la compañía BioNTech en colaboración con un laboratorio de nanotecnología de la Universidad de British Columbia (Canada).
Mientras BioNTech sintetizaba la información-mensaje en forma de ARN para que las células de los pacientes con estos cánceres sintetizaran una o varias proteínas dirigidas a anular los elementos cancerígenos y tratar de curar esa enfermedad, la segunda empresa ha producido el envoltorio en forma de liposomas (hechos con extracto de soja natural) donde se introduce el mensaje en forma de ARN. En el proceso de creación de la vacuna covid-19, lo costoso de la adaptación de esta plataforma biotecnológica ha sido (simplificando mucho) dar con la proteína spike del virus y escribir en lenguaje genético la información a inyectar (en forma de ARN, para que los ribosomas de las células sinteticen la proteína). Así, utilizando plataformas genéticas y nanotecnológicas seguras y eficaces (de síntesis de ARN y envoltorios de liposomas) ya existentes, el proceso de creación de la vacuna ARN se ha acortado muchísimo.
Y en un futuro, este tipo de plataformas biotecnológicas podrán ser utilizada para producir vacunas (y otros tipos de terapias individualizadas) frente a otros virus que nos puedan visitar. ‘Solamente’ habrá que codificar el ARN de una proteína del nuevo virus y encapsularla en envoltorios en forma de liposomas. Y, por cierto, no hace falta que los ingenieros de nuestras células (que son el núcleo y el ADN) diseñen nada; el núcleo de las células, con las vacunas ARN, no se modifica ni toca para nada. Copiando y mejorando a los virus, casi nada.
Gracias Carl Woese y todos sus discípulos, que son miles.

Irati Gorostidiren katarsi kolektiboa

Ribera derecha de Burdeos, caladero de ideas para la construcción de viviendas

Identifican los restos de Bengaray, líder del Frente Popular navarro y directivo de Osasuna

Una acción de denuncia de la colaboración de CAF con Israel acaba con un detenido en Bilbo

