Iñigo Garcia Odiaga
Arquitecto

Pasear por la memoria

El proyecto desarrollado por el estudio Reiulf Ramstad Arkitekter propone recuperar Le Chemin des Carrières, el camino de las canteras, mediante una estrategia que devuelve al peatón un territorio anteriormente ocupado por las infraestructuras de un tren minero que servía a las canteras en Rosheim-St Nabor en Alsacia (Estado francés). Esta senda se inserta en un paisaje ondulado de campos y bosques, donde por instantes aparecen elementos extraños, a veces ocultos, piezas y restos de los vestigios del ferrocarril que todavía hoy marcan la lectura del lugar. El propósito del proyecto fue el de crear una nueva ruta siguiendo el antiguo trazado de forma que el paseante pueda reinterpretar la historia de esos lugares construidos por la naturaleza, pero también por el hombre y su actividad industrial.

A lo largo de un camino de once kilómetros, se instalan cinco instalaciones que cuentan la historia del lugar, su memoria industrial y la transformación del paisaje que las canteras supusieron. Cinco paradas estratégicamente colocadas, que ofrecen universos variados remarcando los espacios más notables. Elementos singulares, como marquesinas, miradores o estructuras de paso, marcan el camino, con el objetivo de despertar los sentidos del visitante, y acercar el agua del lago cercano a los paseantes. El viaje para descubrir estos paisajes olvidados o para tener una visión diferente de estos lugares cotidianos está dirigido tanto a usuarios locales como a turistas. Al igual que la antigua vía que ofrecía una doble función de transporte industrial y de pasajeros, la ruta tiene una doble vocación donde lo funcional, el paseo, coincide con lo imaginario de revisitar el pasado y la memoria del lugar.

Después de un largo túnel al inicio del camino, dos grandes placas de acero corten amplifican el efecto de entrar al paisaje abierto forestal, lo que abre la perspectiva hacia los montes cercanos. La segunda intervención cuenta al visitante la historia de los viajes en la antigua estación de tren, ahora reinterpretada con unas marquesinas que moldean la antigua parada del ferrocarril. Esta intervención resalta además la presencia del patrimonio industrial existente, como un puente grúa o los antiguos motores de las bombas de agua que alimentaban las locomotoras.

La tercera intervención se presenta como un pabellón construido en medio del bosque. Realizado mediante círculos entrelazados en acero corten, el pabellón tiene un carácter laberíntico y juega con interiores cóncavos y convexos irregulares, que los visitantes pueden recorrer libremente. Las viejas vías del tren se conservan en esa área, y se han aprovechado para construir bancos o pequeñas esculturas que se relacionan con el paisaje circundante, permitiendo su contemplación.

La cuarta intervención de la ruta se enfrenta a las propias canteras y cuenta la historia de este paraje artificial construido por el hombre mediante la extracción de gravas. Cerradas durante años y envueltas en un proceso de renaturalización, las canteras simbolizan la reconquista por parte de la vegetación de este paraje industrial. Asentado sobre una de las plataformas más altas creadas por las máquinas de extracción, el viajero descubrirá el trabajo tal vez más singular de toda la intervención. Un mirador de acero corten que ofrece una amplia vista del valle de Rosheim y de la llanura de Alsacia, al que se accede por una serpenteante escalera, también realizada en acero corten, que trepa por la ladera. Tanto desde la singularidad de la forma, que tiene algo de casual, como desde la materialidad, la pieza parece rememorar las estructuras de andamio que colonizaban de forma provisional las paredes de la antigua cantera. Desde otro punto de vista la forma de trébol de cuatro hojas, que adopta el mirador, construye pequeños ámbitos, donde los paseantes se sentirán afortunados de disfrutar de las vistas de un territorio tan hermoso con cierta privacidad.

Releer el pasado industrial. La última intervención de este camino tiene que ver con el agua. Con el río, que históricamente permitió la conexión de esta región con el mundo exterior y que aún hoy es sustento de todo el entramado ecológico y natural de la zona. Un elemento dinámico en el paisaje, que conecta esta zona interior del Estado francés con el océano y que el proyecto homenajea acercando a los transeúntes al lecho del río, mediante un graderío que hace las veces de anfiteatro abierto que permite acceder al agua.

En definitiva, estas operaciones puntuales, como pequeñas acupunturas a lo largo de la ruta, pretenden amplificar la relación de los paseantes con el propio lugar. Pero ofreciéndoles, además, una relectura de un pasado industrial que marcó la economía de la región y la forma del paisaje, a pesar de que en la actualidad, esos vestigios hayan sido en múltiples lugares fagocitados por la vegetación.