Ramon Sola
Aktualitateko erredaktore burua / Redactor jefe de actualidad

La burbuja de Florentino, el balón de todos

Pérez, presidente de la Superliga y del Madrid. (Gabriel BOUYS | AFP)
Pérez, presidente de la Superliga y del Madrid. (Gabriel BOUYS | AFP)

Hace tiempo que circula una tesis muy creíble de lo que trajo el presidente del Madrid al planeta fútbol a principios de siglo. No es muy diferente a lo que había ocurrido en el Estado español con el mercado inmobiliario una década antes, ni quizás a lo que ocurriría una década después con las hipotecas. Se les llama burbujas por no llamarles estafas.

La tesis dice que Florentino Pérez empezó a fichar a los llamados «galácticos» en cascada, a un precio evidentemente desorbitado, con un plan predeterminado. ¿Acaso era tonto, un millonario ocioso? No. Buscaba provocar en el mercado una inflación artificial. En ese efecto dominó, los clubes que traspasan también tienen más dinero que gastar, la cadena va repitiéndose, el precio medio del futbolista no deja de crecer. Pérez sabía que, una vez inflada la burbuja, solo un club con la capacidad del Madrid iba a tener acceso a lo mejor. Y que a su vez eso iría retroalimentando el proceso.

Consiguió su objetivo en lo económico. Que la pelota entre es otra cosa; por eso Florentino se tuvo que ir a casa en 2006. Volvió a la carga en 2009 y le metió más leña a la caldera: 96 millones por Cristiano Ronaldo, ¡100 por Bale! Pero la burbuja no es como el balón, que siempre puede inflarse un poco más.

El globo ya amenazaba con explotar antes de la pandemia. La última mentira del magnate es decir que el covid-19 amenaza la supervivencia de todo el fútbol y presentarse como salvador. Su única verdad es haberse quitado la careta y aceptado presidir esta Superliga sin tirar de algún magnate ruso o jeque árabe que vinieron detrás; bien visto, se puede tomar como una autoinculpación.

Comparto obviamente que la Superliga es un proyecto capitalista, egoísta, elitista y hasta «secesionista» como le ha llamado la Liga (cada uno con sus obsesiones). Pero en el fondo hay también una gran demostración de debilidad; no creo que a los doce les mueva tanto el afán de ganar más sino el miedo a perderlo todo, que es lo que espantó a Pérez en 2006. ¿Qué seguros multimillonarios no tendrán contratados estos grandes clubes para hipótesis de colapso deportivo? Llegados a este punto, nada más seguro que una competición particular, privada, blindada.

La única burbuja es la de quien la infló, la de quien no puede soportar el decrecimiento que exige el fútbol. Como malos perdedores que son, prefieren pinchar el balón que desinflar sus egos.