Iker Fidalgo
Crítico de arte

Generación

El arte tiene una extraña relación con el tiempo. Por un lado, se debe a la época a la que pertenece. Como cualquier otra manifestación cultural, es preciso que responda a todo lo que sucede a su alrededor. De lo contrario, estamos ante una desconexión con su propia realidad. Pero, a su vez, resiste al paso de los años. Al igual que una cápsula del tiempo, las obras permanecen y sobreviven a las manos que las crearon para ser leídas por las siguientes generaciones. Estas nuevas miradas aportan matices que antes no existían, interpretaciones no contempladas o simplemente el interés de un nuevo público.

Es por eso que a día de hoy seguimos escuchando canciones, leyendo novelas, viendo películas o visitando exposiciones de momentos a los que no pertenecimos. Muchas de ellas siguen vigentes. Puede que con intenciones diferentes a las que en origen las pusieron en pie, pero con una capacidad de expansión que no tiene fin. Esta es una de las mayores riquezas de la cultura. La posibilidad de estar presente allí donde sea nombrada. Su capacidad de adaptación a cada persona y a cada era la convierte en protagonista indiscutible del devenir de la historia.

El pasado 2 de junio, la sala de exposiciones de las Juntas Generales de Bizkaia inauguró ‘Arte en los 80’. Una reunión de las piezas más destacadas de su colección que representan a una generación de artistas que dieron comienzo a su carrera durante esta época. Hasta el día 28 podremos visitar 22 trabajos de un elenco conformado por 17 nombres. Jesús Mari Lazkano, Dario Urzay, Juan Luis Goenaga, Alfonso Gortazar, Txomin Badiola, Merche Olabe o Juana Cima, son algunas de las figuras que encontramos en el espacio ubicado en la calle Hurtado de Amézaga. Si bien siempre es complicado crear una muestra basando la compilación en algo tan objetivo como una fecha, la convivencia formal de las obras no desmerece el esfuerzo. El protagonismo indiscutible de la pintura provoca una cohesión que dota de sentido a la composición final.

El Archivo Histórico de Euskadi presenta en Bilbo hasta el 30 de este mes la exposición titulada ‘Imagen e Historia, 1839-1980’. Los fondos y colecciones de la institución han nutrido esta muestra fotográfica que cuenta con casi un millar de piezas, entre las que destacan 70 de gran formato. Se trata de un acercamiento a diferentes aspectos de nuestra sociedad, cuya memoria nos llega ahora a través de estas imágenes. Para disponer al público una colección tan amplia, algunas figuras de la fotografía de la segunda mitad del S.XX como Germán Elorza, Manu Leguineche o Juantxu Rodríguez aparecen representados a través de su legado. El proyecto nos permite de un golpe de vista tener una visión general de más de un siglo de nuestra historia. El retrato de lo cotidiano adquiere la fuerza y el estatus de obra artística. Soporta sobre sus hombros ser el vehículo a través del cual se mantiene la vida de todo lo que aparece sobre el papel fotográfico. Siempre con ese halo fantasmagórico que poseen los revelados antiguos pero plenamente conscientes de la importancia de su materialidad. En un mundo de imagen digital donde todo se pierde rápidamente, su conservación es clave para poder seguir acudiendo a ellos.

La próxima semana acaba la exposición que tiene lugar en la Fundación Vital de Gasteiz con motivo de la celebración de una nueva edición de su certamen artístico. Una selección de los 29 mejores trabajos presentados nos permite medir la temperatura de un estrato de la creación que muchas veces no goza de visibilidad. Conviene subrayar los nombres de la lista de premiados GertVoorInt Holt (fotografía), Remedios Aransaez (pintura), Asier Aguinaco (impresión fineart) y Pablo Alonso (escultura) de entre un total de 135 propuestas presentadas.