«Las personas transgénero siguen estando infrarrepresentadas en el cine»
Nacido en Bruselas en 1982, Laurent Micheli debutó en el cine con ‘Even Lovers Get the Blues’, y regresa ahora a la gran pantalla con ‘Lola’, la historia de una joven transgénero que emprende un viaje en compañía de su padre para lanzar las cenizas de su madre.

Tanto esta como su anterior película son dos largometrajes que, desde diversos enfoques, exploran conflictos sobre la identidad sexual. ¿Qué le atrae de este tipo de argumentos?
Bueno, mi anterior película hablaba sobre identidad sexual, mientras que ‘Lola’ es una película sobre identidad de género. Me gusta hacer dicha precisión porque creo que se trata de cuestiones sustancialmente diferentes. Pero, efectivamente, detrás de ese tipo de conflictos subyace mi propia visión de la realidad, ya que el hecho de definir tu identidad tiene que ver con el intento por encontrar tu lugar en el mundo. Los protagonistas de mis películas son personas que están en lucha con el mundo exterior, con una sociedad normativa cuyo funcionamiento cuestionan.
¿Ese cuestionamiento de la realidad tiene que ver con su propia experiencia personal?
Claro, sobre todo con mi experiencia adolescente que es una época en la que resulta muy recurrente hacerse ese tipo de preguntas. Recuerdo que yo siempre pensaba que en este mundo no había espacio para mí. Tenía la sensación de que todos los adultos que me rodeaban eran personas demasiado cuadriculadas y estrictas que limitaban terriblemente las múltiples posibilidades que el mundo podía brindar a alguien como yo. Supongo que esas sensaciones fueron las que me han llevado a rodar películas sobre personas que, de un modo u otro, viven conflictos parecidos a los que yo experimenté.
¿Cómo fue el trabajo con Mya Bollaers teniendo en cuenta que esta era su primera experiencia delante de la cámara y que ella carga prácticamente con todo el peso de la película?
Siempre es arriesgado apostar por intérpretes que no tengan ninguna experiencia previa ante las cámaras, pero también es cierto que, por lo general, transmiten una verdad que es muy difícil hallarla en actores profesionales. En este caso, coger a una chica trans para que defendiera un personaje como el de Lola sin más bagaje que su propia experiencia es algo que generó bastantes dudas en los productores, pero yo siempre pensé que se trataba de la mejor opción, así que organicé un casting bastante tiempo antes de empezar el rodaje precisamente previendo que pudieran surgir dificultades. Cuando seleccioné a Mya, estuvimos trabajando un año y medio en el que yo le ofrecí herramientas y un trabajo de coach intenso basado en dinámicas de juego a fin de ganarme su confianza y hacerle perder ciertos miedos. Porque la energía del personaje ella la tenía, solo fue cuestión de conseguir que la sacara.
No quería ofrecer una visión sobre la transidentidad condescendiente ni paternalista, sino ajustada a la realidad
Usted ha incidido en que ha intentado, en todo momento, rodar una película alejada de cualquier tipo de maniqueísmo. Esto es algo que se ve, por ejemplo, en el diseño de los personajes que quedan definidos a partir de sus contradicciones. ¿Cómo trabajó esa ambigüedad?
A mí como cineasta siempre me ha conmovido la idea de mostrar esas contradicciones que anidan en el alma humana porque, honestamente, no creo que haya nadie predispuesto a ser una mala persona. Podemos ser torpes en nuestra relación con los demás, dañinos incluso, pero al mismo tiempo tener sentimientos nobles. Todo es cuestión de matices. En el caso de esta película, hubiera sido muy fácil presentar al padre de Lola como un homófobo intransigente pero a mí no me interesaba incurrir en la caricatura sino construir un personaje que asumiera y aceptara sus propias contradicciones y lo mismo para el personaje de Lola. Ella es alguien muy positiva, un ser que irradia luz, pero al mismo tiempo tiene también una zona oscura que la lleva a comportarse de manera violenta. Lo más complicado fue trabajar con ambos actores ese arco emocional en el que se mueven sus personajes. Fuimos improvisando pequeños textos para que ellos interactuasen y sobre esa interactuación fuimos construyendo el guion.
¿Diría que se trata de una historia de descubrimiento recíproco?
Sí, totalmente. Aunque yo a priori, como narrador, esté más cerca de Lola que de su padre no puedo dejar de admitir que este es un personaje que también tiene sus cualidades. Por eso me atraía narrar la relación entre ambos a través de un viaje que no solo implicase un desplazamiento físico, sino también emocional.
¿Fue por eso por lo que quiso darle a la película ese aire de road movie?
Sí porque realmente estamos contando un viaje hacia un lugar en el que los dos personajes pueden llegar a encontrarse, hacia ese pasado que ambos tienen en común ejemplificado en esa casa a pie de playa donde transcurrieron las vacaciones de la familia. Los miembros de una misma familia suelen tener una historia en común pero, a la vez, cada uno de ellos tiene su propia versión de esa historia. Y son esos recuerdos los que van definiendo nuestra personalidad.
Siempre me ha conmovido la idea de mostrar esas contradicciones que anidan en el alma humana porque, honestamente, no creo que haya nadie predispuesto a ser una mala persona
Además esa estructura de road movie también le permite llevar a cabo un viaje por Bélgica, un país con una identidad fragmentada que le sirve en cierto modo como metáfora ¿no?
Me parecía divertida la idea de meter a los dos protagonistas en un viaje desde Bruselas hasta el mar atravesando todo Flandes que es la tierra natal de la madre, la gran ausente, el personaje que les vincula a ambos. Realmente hay pocas películas belgas que mezclen los idiomas y los asuntos de las dos comunidades y a mí me apetecía conferir visibilidad a esa diversidad.
¿Ese empeño por incidir sobre la idea de diversidad es su manera de cuestionar una realidad social que tiende a homologarnos cada vez más?
En cierto modo sí, aunque yo no creo que las películas tengan que ser un ejercicio de militancia, el único compromiso que deberíamos tener los cineastas es con el arte. Aun así, soy consciente de que el cine puede ser útil de cara a crear conciencia sobre la diversidad y eso siempre es positivo, más aún en una sociedad tan polarizada como la nuestra. Cada vez estoy más preocupado ante esa tendencia a atrincherarnos en posiciones donde defender una idea conlleva un intento por destruir los argumentos del adversario. Es una lógica perversa que dificulta el debate y el reconocimiento de la propia diversidad.
La transidentidad es un tema que ahora mismo está en el centro del debate político y representa uno de los frentes de batalla por el que más apuestan los colectivos LGTBi. ¿Considera que hace falta visibilizar de un modo más decidido esta realidad?
Las personas transgénero siguen estando infrarrepresentadas en el cine y en los medios de comunicación, eso es un hecho. Pero al final esas representaciones son solo un reflejo de lo que acontece en la sociedad y el hecho de que últimamente se hayan hecho muchas más películas donde se aborda este tema evidencia que hay algo ahí que se está moviendo, que las percepciones sobre la transidentidad están comenzando a cambiar. Creo que es un debate que debe mantenerse vivo justamente para evitar que haya una regresión, que volvamos a visiones del pasado. El hecho de haber elegido a una chica trans para el papel de Lola yo creo que ya es un gesto político bastante claro por mi parte. No quería ofrecer una visión sobre la transidentidad condescendiente ni paternalista, sino ajustada a la realidad.

El Patronato del Guggenheim abandona finalmente el proyecto de Urdaibai

Llaman a celebrar el 7 de febrero en Gernika la victoria popular frente al Guggenheim Urdaibai

Descubren un colosal «valle de los dinosaurios» en el Stelvio con miles de huellas fósiles

85 urte dituen Juaristi enpresaren egoera larriaz ohartarazi dute berriz langileek
