Ion Salgado
Aktualitateko erredaktorea / redactor de actualidad

Arsuaga, Balerdi, Esteban... los traslados llegan tarde para las víctimas del alejamiento

El alejamiento impuesto durante décadas a los presos y presas vascas se ha cobrado la vida de 16 personas que se vieron obligadas a viajar para poder ver a sus seres queridos, encarcelados en  Ourense o Puerto. Un recuerdo imprescindible tras la decisión de este viernes.

Acto oganizado el pasado verano en Laudio en recuerdo de Arsuaga e Isasi. (Aritz LOIOLA/FOKU)
Acto oganizado el pasado verano en Laudio en recuerdo de Arsuaga e Isasi. (Aritz LOIOLA/FOKU)

Pronto los familiares y amigos de los presos y presas vascas no tendrán que ir hasta las prisiones de Andalucía para abrazar a sus seres queridos. Tampoco van ya a las de Galiza, ni a las del País Valencià. Nadie se tendrá que jugar la vida recorriendo cientos de kilómetros en coche para llegar a las cárceles de Extremadura o de Castilla La Mancha.

Poco a poco, sin duda a un ritmo demasiado lento, se van dado pasos para dar carpetazo al alejamiento impuesto durante décadas a los represaliados vascos. Una política de excepción que se ha cobrado la vida de 16 personas, muchas de ellas en viajes que tenían como destino las cárceles de Puerto de Santa María o de A Lama, prisiones en las que ya no quedan presos vascas.

Uno de los casos más sangrantes, que aun perdura en el recuerdo de los vecinos y vecinas de Aiaraldea, fue la muerte de Pilar Arsuaga y Alfonso Isasi, las primeras víctimas mortales de la dispersión. La madre y el amigo de Maribi Ramila fallecieron en un accidente de tráfico ocurrido en Zamora el 1 de julio de 1990, hace 31 años. Volvían de la cárcel de Ourense.

Doce años y medio después, el 28 de febrero de 2003, un nuevo accidente se cobró la vida de Argi Iturralde e Iñaki Balerdi, la madre y el hermano del lasartearra Juankar Balerdi. Se dirigían a la cárcel de Almería, a 1.032 kilómetros de la localidad guipuzcoana. El padre, Joxe Balerdi, también viajaba en el vehículo. Resultó herido de gravedad.

«Al final el temor se ha convertido en realidad. Al parecer teníamos demasiada suerte, durante estos catorce años dos accidentes sin consecuencias graves, el tercero nos ha golpeado de lleno», escribió Juankar Balerdi una semana después.

Meses después, en noviembre de 2003, falleció en otro accidente Sara Fernández, amiga de Iñaki Etxeberria, cuando se dirigía a la prisión de Valdemoro, en el sur de la Comunidad de Madrid, cerca del límite con Toledo. En el siniestro, que tuvo lugar en Aranda de Duero, resultó gravemente herida Izaskun Urkijo, compañera de Iker Zubia.

La siguiente primavera, el 3 de junio de 2004, el alejamiento se cobró la vida de Leo Esteban. El tolosarra falleció a consecuencia de las lesiones y de las secuelas provocadas por un accidente de tráfico ocurrido catorce años antes, a la vuelta de Puerto de Santa María, donde estaba prisionero su hermano, Esteban Esteban Nieto.

A estos nombres hay que sumar los de Ruben Garate, Antxoni Fernandez, Iñaki Saez, Jose Mari Maruri, Asier Heriz, Karmele Solaguren, Natividad Junko, Mari Karmen Salbide, Rosa Amezaga Mendizabal y Arantza Amezaga Mendizabal. Todos perdieron la vida por tener que desplazarse a prisiones fuera de Euskal Herria para poder visitar durante unos minutos a sus allegados presos. Su recuerdo sigue muy vivo ahora que al fin se diluye el alejamiento más extremo.