Manuel Sánchez Gómez (EFE)

Emma Raducanu, la promesa de la sonrisa eterna

A sus 18 años, la nueva perla británica, de madre china y padre rumano, se ha exhibido este sábado ante Sorana Cirstea, a la que ha derrotado para colocarse en la segunda semana de Wimbledon (6-3 y 7-5).

Emma Raducanu, feliz tras ganar este sábado a Sorana Cirstea en Wimbledon. (Adrian DENNIS/AFP)
Emma Raducanu, feliz tras ganar este sábado a Sorana Cirstea en Wimbledon. (Adrian DENNIS/AFP)

A primera hora de la mañana de este sábado, Emma Raducanu paseaba por el All England Club tras su sesión matutina de entrenamiento. La británica era escoltada por la seguridad del torneo hacia los vestuarios, mientras paseaba cargando con su raquetero y una sonrisa perenne que no perdería en el resto del día, ni durante su victoria ante Sorana Cirstea en la pista 1.

No solo no se ha achicado en su estreno en una gran cancha, sino que ha disfrutado como la que más. A sus 18 años, la nueva perla británica se ha exhibido ante Sorana Cirstea, a la que ha derrotado para colocarse en la segunda semana de Wimbledon (6-3 y 7-5) y alargar su bautizo en el tenis profesional.

Raducanu, ubicada más allá del puesto 300 del ránking y en el torneo gracias a una invitación, empezó a lucir cuando derrotó a la rusa Vitalia Diatchenko en primera ronda. Era una victoria de mérito, pero su verdadera explosión llegó al partido siguiente, cuando doblegó a Marketa Vondrousova, toda una finalista de Grand Slam.

Y es que hace escasos meses, Raducanu, con la mayoría de edad recién cumplida, estaba estudiando para sus exámenes de acceso a la universidad, compaginándolo con torneos Futures y su estreno en WTA en Nottingham, gracias a una wildcard.

«Me pongo unas expectativas muy altas», dijo la británica después de ganar a Vondrousova, al tiempo que reconocía que si tiene que elegir entre sacar dieces en sus notas (cuyos resultados está esperando) o alcanzar los octavos de Wimbledon, no hay duda. «Elijo los octavos».

De madre china y padre rumano, Raducanu vino a vivir a Gran Bretaña cuando tenía dos años, procedente de Canadá. Fue aquí donde empezó a practicar tenis, después de probar el ballet, el esquí, el golf e incluso los karts. Pero la federación inglesa descubrió su talento con la raqueta y es aquí donde llega su conexión con una leyenda del tenis británico. Su entrenador, Nigel Sears, es el padre de Kim, la mujer de Andy Murray.

Con 15 años empezó a entrenar con él, desarrollando un talento que deslumbra a Wimbledon y que bendijo Garbiñe Muguruza.

«No me sorprende», dijo la vasco-venezolana, que peloteó con ella antes del torneo, sobre su éxito. «Tiene un gran ritmo y una gran actitud sobre la pista. Hay muchos jugadores que juegan bien, pero ella era muy agradable y humilde. Me encantó entrenar con ella y ojalá hacerlo más en el futuro».

«Estaba encantada de entrenar con ella y ver cómo de intensa es. La cabeza me hizo click. Este es el nivel al que tengo que entrenar, pensé. Tengo que tener esta intensidad si quiero conseguir algo remotamente cerca de lo que ella ha conseguido», aportó Raducanu en rueda de prensa.

Con su juego agresivo y su revés potente, Raducanu, que dispara golpes ganadores por doquier, ya ha levantado la ilusión del pueblo inglés. Es la única británica que queda en el cuadro femenino y podría ser la única restante de los individuales si Cameron Norrie pierde contra Roger Federer.

Sobre sus hombros, la presión de tomar el relevo de una generación inconsistente de tenistas británicas, cuya mejor jugadora ha sido Johanna Konta. De momento, está a la espera de conocer sus resultados de acceso a la universidad y a su rival de octavos de final en Wimbledon. Una semana de diez para el nuevo talento británico.