Víctor Esquirol
Crítico de cine

La Historia (del film) interminable

De izquierda a derecha, el equipo de «Annette»: Adam Driver, Simon Helberg, Russell Mael (The Sparks), Marion Cotillard, Roal Mael y Leo Carax.    (Valery HACHE/AFP)
De izquierda a derecha, el equipo de «Annette»: Adam Driver, Simon Helberg, Russell Mael (The Sparks), Marion Cotillard, Roal Mael y Leo Carax. (Valery HACHE/AFP)

Primer test PCR superado, todo en orden: respiremos (dentro de la mascarilla, claro). Permiso concedido para entrar en el Palais des Festivals; para empezar a disfrutar de este certamen que, como sucedía antes de que el mundo entero cerrara por la pandemia del coronavirus, nos ayudaba a entender hacia dónde se dirigía ese otro mundo, el del cine.

La 74ª edición del Festival de Cannes dio el pistoletazo de salida, no con la esperadísima película de apertura (“Annette”, del visionario Leos Carax), sino con una especie de aperitivo que tiró por tierra cualquier noción de tiempo, espacio y envergadura con la que hubiéramos entrado en la sala de proyecciones. Subió al escenario del siempre imponente teatro Debussy uno de los principales responsables de todo esto. Thierry Frémaux, director artístico de «le festival» nos dio a todos la bienvenida, nos felicitó por seguir ahí y llamó a su primer ilustre invitado: Mark Cousins.

El documentalista nacido en Belfast presentó “The Story of Film: A New Generation”, nuevo episodio de 2 horas y media de duración que se añade a su gran arca cinéfila, “The Story of Film: An Odyssey”. Y la odisea, en efecto, siguió, porque esta es, afortunadamente, una historia interminable. Construido a partir de cortes de «mil y una películas» y llevado constantemente por la voz suave y apasionada del propio Cousins, el documental se propuso la titánica tarea de hacer balance; de recopilar e interpretar los tumbos que el séptimo arte ha ido dando durante estos últimos diez años.

Una década más para el bíblico compendio cinéfilo de Cousins. «Nosotros somos la gran familia del cine», dijo antes de que empezara la proyección. «Nosotros somos su ADN», y sí, en las pocas horas que llevamos instalados en la Croisette, nos ha invadido esa cálida sensación de reencuentro, de saber que seguimos aquí, y que con nosotros, el cine avanza.

Fuera, bajo el sol imponente de la Côte d’Azur, Jodie Foster saludaba a la parroquia antes de recibir un premio honorífico a su brillante carrera, y los miembros del jurado, con Spike Lee a la cabeza, se congregaban en una sala del Palais des Festivals para responder a una batería de preguntas de los periodistas. Bendita antesala a esa «normalidad» añorada. Volvió Cannes, ese mega-festival en el que no hay calma antes de la tempestad. El chaparrón (en el mejor de los sentidos) cae sin previo aviso: Mark Cousins no mentía.

Seguimos con “The Story of Film: A New Generation”, con las conexiones peregrinas (pero sin lugar a duda lúcidas) entre películas, autores y continentes. Sin entrevistas que pudieran aportar algún contrapunto, solo en compañía de ese cinéfilo incansable, consciente de que la Historia se entiende mirando al pasado, pero con otro ojo puesto en el futuro. Esto no ha terminado, no ha hecho más que empezar. Es el cuento de nunca acabar, la Historia interminable: la del cine. Todo esto visto y apreciado desde Cannes, la atalaya más privilegiada. «Bienvenidos y felicidades por seguir aquí», palabra de Frémaux.