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Sarea, trabajo y aprendizaje entre los dos lados del Bidasoa para la protección de la infancia

La iniciativa Sarea comenzó su andadura en 2018 para que las personas que trabajan en protección de la infancia en Gipuzkoa pudieran ver cómo lo hacen los de Ipar Euskal Herria y viceversa.

Concentración a orillas del Bidasoa para rechazar la muerte de un migrante. (Jon URBE/FOKU)
Concentración a orillas del Bidasoa para rechazar la muerte de un migrante. (Jon URBE/FOKU)

El recorrido y la experiencia con menores extranjeros no acompañados o niños y niñas en acogida son diferentes a ambos lados del Bidasoa y de ello ha sacado provecho el proyecto Sarea, facilitando a profesionales que trabajan en estos ámbitos el aprendizaje de los puntos fuertes a los dos lados de la muga.

Sarea comenzó en 2018, con la intención de que las personas que trabajan en protección de la infancia en Gipuzkoa pudieran ver cómo lo hacen los de Ipar Euskal Herria y viceversa, según explica a Efe la coordinadora de Sarea, Maia Berasategi.

Aprendizaje en común

«El propósito es que las entidades públicas, asociaciones, aprendan de la diferencia, de la forma de hacer de los otros, con temáticas comunes y necesidades adaptadas a la comunidad», detalla Berasategi.

La primera fase consistió en la creación de una red de más de 170 profesionales que trabajaron durante 2018 y 2019 en seis grupos mediante reuniones en las que intercambiaron buenas prácticas en la atención a jóvenes mayores, menores extranjeros no acompañados, las familias en las medidas de protección y la acogida de niños y niñas.

Una vez concluida esta etapa, la Universidad de Deusto llevó a cabo una tarea de «conceptualización, pilotaje y evaluación», y elaboró los modelos teóricos sobre los asuntos trabajados. De los diferentes asuntos abordados fueron seleccionadas dos experiencias innovadoras cuyas conclusiones pueden ser transferidas a las personas que trabajan a uno y otro lado de la muga: la relacionada con los menores no acompañados y la de niños en acogimiento.

En el Estado francés la acogida a menores extranjeros no acompañados se ha realizado históricamente en grandes ciudades como París o Lyon y, de hecho, en Ipar Euskal Herria «solo se lleva a cabo desde 2013», explica Berasategi.

Esta protección se realiza desde hace mucho más tiempo y tiene más recorrido en el Hego Euskal Herria, que «cuenta con buenas prácticas» como la aplicación de «herramientas pedagógicas muy trabajadas y muy acordes a cada perfil».

«Se trabaja el género, la igualdad y se llevan a cabo actuaciones en grupo con los chavales», algo «muy interesante» para los que trabajan en este campo en Ipar Euskal Herriga, según señala Berasategi.

En el caso de los menores en acogida residencial o familiar el recorrido fue el inverso. La parte de Ipar Euskal Herria mostró la experiencia del centro de acogida del consejo departamental de Pirineos Atlánticos «que optó por una tercera vía híbrida», que contempla que los niños puedan compatibilizar «el centro residencial con tener un hogar» y permite una «porosidad en esos espacios», indica.

El acogimiento se lleva a cabo «a la carta», adaptado a la situación de cada menor, para lo cual se trabaja con las familias sobre sus «potencialidades como padres» pero «siempre con mucha flexibilidad», dice Berasategi, que añade que esta actividad se realiza en Ipar Euskal Herria desde hace más de 20 años.

«Lo interesante de Sarea es que cada parte aceptó la diferencia del otro y extrajo la parte más positiva», señala la coordinadora del proyecto, que reconoce que «no es fácil para los profesionales tomar distancia e incluir nuevas líneas en su práctica».

Educación e inserción laboral

Una vez concluido el proyecto, la intención de sus protagonistas es continuar con la red creada para abordar otras temáticas como la inserción laboral y el acceso a la enseñanza superior de niños que salen de protección a la infancia.

En este sentido, Joana Miguelena, profesora de Intervención Socioeducativa en Familia de la a Universidad de la UPV/EHU, destaca la importancia de la educación como «clave» para la transición a la vida adulta de los jóvenes que egresan de los recursos de acogida.

A diferencia del resto, que se emancipan de media con 29,5 años, estos jóvenes y adolescentes lo hacen con 18, por lo que la mayoría de ellos optan por itinerarios profesionalizados y dejan de lado la opción de la universidad, explica Miguelena.

En estos momentos en el Hego Euskal Herria hay 34 jóvenes que han estado en familias de acogida o en acogimiento residencial hasta los 18 años que cursan estudios en la UPV/EHU, de los cuales 32 son chicas.