«Quería rodar una historia que hablara sobre la fuerza de las ideas»
Nacida en Roma en 1975, tras licenciarse en Filosofía estudió cine, quizá por eso los cuatro largometrajes que ha dirigido desde 2009 son indagaciones en el alma humana donde se reflexiona sobre la identidad femenina.

Como tantas otras mujeres pioneras en la lucha por la igualdad de derechos, el de Elenonor Marx (1855-1898) es un nombre desdeñado por la historiografía oficial. Aunque en su caso no se trata tanto de una figura marginada como eclipsada, algo comprensible si asumimos que estamos hablando de la hija del mismísimo Karl Marx. No obstante el propio personaje y el aciago final que tuvo (con un suicidio que parecía entrar en contradicción con su propia ideología), son de por sí lo bastante interesantes como para haber llamado la atención de Susanna Nicchiarelli que parte de ellos para construir una interesante reflexión sobre las servidumbres a las que ha tenido que hacer frente la mujer para colmar sus deseos de emancipación.
A lo largo de su filmografía usted se ha centrado en ofrecer retratos íntimos de mujeres singulares. Pero en sus dos últimas obras, «Nico, 1988» y «Miss Marx», ha partido de dos personajes reales ¿En qué medida este hecho llega a condicionar su punto de vista como directora?
Lo condiciona absolutamente porque cuando partes de un personaje real tú como directora no tienes libertad para determinar su manera de comportarse ni para decidir el sentido de sus acciones. Al contrario, lo que debes buscar es el modo de interpretar su vida, de representarla y, en última instancia, de comprenderla. Para ello es importante la conexión que una llega a establecer primero con los actores y después, por supuesto, con el espectador. La vida, por lo general, suele ser más complicada e incluso irracional que la más retorcida de las ficciones.
En el caso de esta película ¿de dónde nace su interés por la figura de Eleonor Marx?
Ella fue una joven muy querida y muy cuidada por su padre que se ocupó de darle una educación y una formación ajustadas a su propia ideología animándola a que tuviera la valentía de luchar y de defender esos principios, con la particularidad de que su padre fue una figura tan singular y con tanto peso como Karl Marx. Eso inevitablemente la condicionó y no siempre para bien. Lo que me interesaba de la historia de Eleonor Marx es que estamos ante un personaje que ejemplifica muy bien esa dificultad para poner en práctica la propia ideología en nuestro ámbito más íntimo. Mi película es la historia de una pionera del feminismo que tuvo un final a lo Madame Bovary. En esa contradicción está, para mí, la fuerza del personaje y de su historia.
En esa evocación de lo que fue el protofeminismo, hay un momento del filme en el que usted traza un paralelismo entre Eleonor Marx y Nora, la protagonista de «Casa de muñecas» de Ibsen. ¿Encuentra semejanzas entre ambos perfiles?
No, y de hecho no creo que ese momento que comentas deba interpretarse como una comparación entre ambas. Lo que pasa es que a Eleonor Marx le fascinaba la obra de Ibsen, ella misma se encargó de traducirla al inglés y participó en algunas representaciones porque era una creyente firme en el poder emancipador del arte en general y del teatro en particular. Eleonor pensaba que contando la historia de ciertas mujeres podía contribuir a cambiar el modo de pensar de otras personas y, como tal, para ella el teatro tenía un componente político muy acusado. Era casi un acto de militancia.
Pero no parece casual que atendiendo a esa fascinación por el teatro usted la ponga a representar un personaje como el de Nora…
Lo que pasa es que cuando nosotros, como espectadores, la vemos en ese rol, asumimos que Eleonor no está representando un papel sino que es Nora. Yo creo que todas las mujeres llevamos dentro una Nora, un espíritu libre, con ansias de emancipación. La vida de Eleonor Marx demuestra hasta qué punto dicho espíritu guió su existencia.
Una de las cosas más interesantes de su película es que, tal y como usted la retrata, Eleonor Marx dista mucho de ser una figura modélica. En este sentido usted reivindica la libertad de la mujer también para equivocarse, para errar…
Me haces muy feliz con esa apreciación. Muchas de las películas que se ruedan hoy evocando la lucha de las primeras feministas parten de la necesidad de ofrecer unos personajes ejemplares, sin tacha, que actúen como fuente de inspiración para el espectador. Yo, por el contrario, creo que no existen héroes ni heroínas perfectos y desde ese punto de vista me resultan insoportables todos esos biopics políticos de exaltación del personaje que más parecen una hagiografía que una biografía. El día a día de los auténticos revolucionarios es siempre mucho más complicado de cómo suele ser representado en el cine y la vida de Eleonor Marx así lo demuestra.
¿Hasta qué punto cabe interpretar su suicidio como un acto de liberación?
Pues no estoy muy segura de que su suicidio fuera un gesto político aunque sí que tuvo algo de puesta en escena. En todo caso no creo que deba interpretarse como el gesto de una víctima porque ella vivió sin renunciar a sus ideas y sin darse nunca por vencida, luchando hasta el final por aquello en lo que creía. Desde este punto de vista, su suicidio parece entrar en contradicción con su propia ideología pero quizá para Eleonor llegó un momento en que era la única opción real que tenía de cara a ser consecuente consigo misma
Llama la atención que a la hora de rodar una película de época haya elegido una banda sonora plagada de música contemporánea con una base de rock.
Me interesaba darle un alcance contemporáneo a la historia. Creo que el mensaje político de Eleonor Marx tiene tanta fuerza hoy como la tuvo a finales del siglo XIX. A través de la banda sonora del filme he querido reforzar esa conexión con el presente.
¿Dónde cree que radica la fuerza de la historia que cuenta en «Miss Marx» a la hora de que el espectador actual se sienta concernido por ella?
Justamente en que no es una película sobre nuestro pasado histórico. Quería rodar una historia que hablara sobre nosotros hoy, sobre la fuerza de las ideas, sobre todo aquello por lo que merece la pena luchar. Y es una película que habla también de amor y de la necesidad de entregarse a los demás y de escapar.

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