Àlex ROMAGUERA

El independentismo recupera el aliento con otra Diada histórica

Una multitud colapsó el centro de Barcelona para reclamar a los partidos soberanistas que aparquen sus diferencias con el fin de avanzar hacia la República. A pocos días de la Mesa de Diálogo entre la Generalitat y el Ejecutivo español, el soberanismo ve reforzada su posición ante Madrid.

La Diada de este año volvió a llenar las calles de Barcelona como en años anteriores y a pocos días de la reunión entre el Ejecutivo de Sánchez y la Generalitat. (Josep LAGO/AFP)
La Diada de este año volvió a llenar las calles de Barcelona como en años anteriores y a pocos días de la reunión entre el Ejecutivo de Sánchez y la Generalitat. (Josep LAGO/AFP)

Como afirmaba el escritor y filósofo catalán Francesc Pujols, «el espíritu catalán rebrota siempre y sobrevive a sus ilusos enterradores». Ayer este adagio, arraigado en el imaginario popular, se hizo realidad con otra movilización histórica del soberanismo. Según la Assamblea Nacional Catalana (ANC), más de 400.000 personas colapsaron el centro de Barcelona siguiendo la convocatoria «Lluitem i guanyem la independència».

«Hemos vuelto a llenar Barcelona cuando nadie lo creía», exclamaba Elisenda Paluzie entre la multitud agolpada ante la Estación de Francia, a pocos metros de la puerta del Parlament.

Eran las siete de la tarde y terminaba una jornada que, contra todo pronóstico, mostró la capacidad de la sociedad civil catalana de retomar la calle en defensa de la República y en apoyo a las miles de personas que continúan siendo víctimas de las causas judiciales abiertas a raíz del referéndum de 2017 .   

Clamor por la unidad
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La Diada despertaba ayer con las llamas que simbólicamente encendieron los Comités de Defensa de la República (CDR) cuando aún no se había hecho la luz, siguió con las tradicionales ofrendas ante el monumento a Rafael Casanova, y se focalizó después con el acto en que Òmnium Cultural puso en la agenda la amnistía y la autodeterminación.

En torno a estos dos objetivos se centró la intervención de Jordi Cuixart, presidente de la entidad, que ante centenares de personas recriminó al Estado que persista en la represión como única receta y proyecto para Catalunya, recordando que «ni los indultos» ni las causas abiertas a más de 3.600 personas han servido para apagar las ansias del pueblo catalán en defensa de la libertad y de los derechos fundamentales.

En otro plano, Cuixart exigió a los partidos soberanistas que estén a la altura y tracen una estrategia conjunta para avanzar hacia la independencia. «No malbaraten la ilusión de justicia social y libertad nacional», reclamó el líder social, que en referencia a la Mesa de Diálogo que tendrá lugar está próxima semana entre el gobierno de Catalunya y el Ejecutivo de Pedro Sánchez, afirmó que «solo será efectiva si respeta la autodeterminación de nuestro pueblo».

La Diada de este año evidenció el clima de discrepancias dentro del soberanismo en cuanto a la estrategia a seguir para lograr la independencia. Así se visualizó en las declaraciones de los respectivos líderes políticos, pues mientras Pere Aragonès insistía en que la vía de la negociación adoptada por ERC es la que suscita mayor consenso entre la población y apelaba a «afrontar unidos el proceso negociador de la Mesa de Diálogo», JxCat defendía que la única salida al contencioso es persistir en la unilateralidad.

En estos términos se expresaba la víspera la dirigente posconvergente y actual presidenta del Parlament, Laura Borràs, para quién «la Mesa de Diálogo es un eslogan que dura un año y medio y no hay ninguna perspectiva que no sea el fracaso. La alternativa existe: es la unilateralidad».

También durante la jornada se mezclaron carteles y proclamas que ponían de manifiesto los diferentes relatos sobre lo que representó el referéndum del 1 de octubre. Los republicanos insistieron en «ser más y más fuertes para ganar definitivamente», mientras que desde las bases independentistas cercanas a JxCat, la ANC y otros sectores se exhibió el lema «Ganamos!».

Este diagnóstico acabó aflorando en la multitudinaria marcha de la tarde, en la que tomaron la palabra Jordi Gaseni, presidente de la Assemblea de Municipis per la Independencia (AMI), Jordi Cuixart y Elisenda Paluzie. Si bien todos coincidieron en emplazar a las fuerzas soberanistas a acordar una estrategia compartida que permita alcanzar la República, cada orador optó por recalcar su particular hoja de ruta.

Cuixart retomó la idea de «lo volveremos a hacer y no pararemos hasta ser libres», mientras que Paluzie exigió al Govern no esperar concesiones del Estado y aplicar el mandato surgido de las pasadas elecciones autonómicas, donde el independentismo logró el 52% de apoyo en las urnas y 74 de los 135 diputados que conforman el hemiciclo catalán. «Si hace años Carme Forcadell reclamó al expresidente Artur Mas que pusiera las urnas para decidir nuestro futuro, hoy yo le digo al presidente Aragonès que haga la independencia», exclamó Paluzie.

Pese a esta divergencia de fondo, todos los actores coincidieron en señalar la muestra de orgullo y autoestima de la ciudadanía catalana. «Nos decían que las calles estarían vacías, cuando otra vez se ha demostrado que la gente siempre está activa y persistiendo en su lucha por la libertad», celebró Cuixart, a lo que Paluzie añadía: «El Estado español quería tenernos dormidos, pero le decimos bien alto que no olvidamos ni perdonamos, sino que nos mantenemos en pie».

La jornada terminó con la habitual marcha de la izquierda independentista, aglutinada en torno a la CUP, en la cual se sumaron miles de personas; y una columna de los CDR que, después de recorrer el Passeig de Gracia arropados por cerca de 3.000 personas, acabaron sumándose a la multitud que llenó toda la Via Laietana, una de les arterias más emblemáticas.