Koldo Landaluze
Especialista en cine y series de televisión
DESDE LA BUTACA

No es un primer día cualquiera de Zinemaldia

Colas ante el Victoria Eugenia. (Gorka RUBIO/FOKU)
Colas ante el Victoria Eugenia. (Gorka RUBIO/FOKU)

El radiodespertador perfora mis tímpanos y sacude la pereza cuando suena ‘I Got You, Babe’ de Sonny & Cher en una secuencia que, creo recordar, se ha repetido muchas veces, tal vez demasiadas.

Todavía no soy consciente de ello y de lo que me rodea pero, tras lograr zafarme del abrazo de las sábanas y enfrentarme a la dictadura del espejo, su reflejo sentenció que esas ojeras no son fruto de una febril noche de sábado, creo recordar que todavía hoy es viernes, y por ello no hay explicación lógica para este estado calamitoso que me asalta y que me advierte que al doblar la medianoche de cualquiera de estos días, es probable que me sienta igual que Martin Sheen cuando se plantó enloquecido ante ese otro espejo de un solitario hotel de Saigón.

Perseguido por ese cristal que no deja de mirarme obsesivo, esbozo una sonrisa forzada que haría palidecer a todos los Joker y como en tantas otras ocasiones recurro a la frase-ritual con la que Roy Scheider encontraba su estímulo matutino delante –cómo no– de otro espejo canalla, y me digo: «¡Que empiece el espectáculo!».

La calle es otra cosa, va y viene gente en un plano secuencia constante captado por selfies apresurados que recogen el testimonio de los grandes carteles de cine, alfombras rojas que nunca serán pisadas por Gilda y el anhelo de que, solo tal vez y porqué no, me tropezaré con Marion Cotillard y juntos cantaremos a dúo en el puente de la Zurriola.

Hoy es uno de esos días en los que todo comienza en un Zinemaldia que, a pesar de intuirse déjà vu, no lo es porque en el Principal Antzokia y a un par de butacas de distancia, ya no encontraré a Alfonso Sastre.

Maldita sea, me dejé la mascarilla en casa.