Nadie conocía mejor que Fernando Fernán Gómez el frenopático en el que le tocó vivir durante y después del franquismo, y sus películas, sobre todo las de los años 50 y 60, reflejan el nivel de pura supervivencia que imponían las estrecheces económicas y mentales de aquel entonces, con personajes a los que el miserabilismo ambiental les apretaba como una camisa de fuerza. ‘Manicomio’ (1954) es una película de culto, ignorada en su tiempo, bajo la consideración crítica de ser demasiado literaria, al basarse en sendos relatos de Edgar Allan Poe, Ramón Gómez de la Serna, Aleksandr Kuprin y Leonid Andréiev. Menos mal que el actor no se dejó intimidar y siguió dirigiendo películas a lo largo de cinco décadas, muchas de ellas insuperables obras maestras.

El bueno ojo para el apunte costumbrista le venía a Don Fernando de su sólida formación teatral, y de su gran admiración por los autores clásicos y en especial por los textos consagrados a la picaresca. Por eso sus series ‘Juan Soldado’ (1973) y ‘El pícaro’ (1974) permanecen como sendos hitos en la historia de la televisión. De la misma manera sabía desentrañar al detalle el mundo de la farándula, al conocerlo justo desde su nacimiento durante una gira, lo que le desubicaba a la hora de decidir si había venido al mundo en Lima o en Buenos Aires. Por eso supo expresar tan bien la vida legendaria de los llamados cómicos de la legua en su libro y la correspondiente película ‘El viaje a ninguna parte’ (1986), que le valiera tres premios Goya.

Resulta imposible resumir en unas líneas el carácter polifacético de este consumado renacentista, pero entre las muchas disciplinas que dominaba resaltaba la de orador. Quienes hemos tenido la suerte de escucharle hablar en público, o en sus intervenciones televisivas, incluso en sus momentos de mayor espontaneidad, exabruptos incluidos, no podemos sino rendirnos ante su dominio de la narrativa oral en todas y cada una de sus vertientes. Tanto es así que se puede considerar el documental de David Trueba y Luis Alegre ‘La silla de Fernando’ (2006), como uno de sus más ricos legados, ya que uno se pasaría horas y horas escuchándole hablar.