Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

La transgresión es para viejos cineastas

‘BENEDETTA’
Estado francés-Netherlands. 2021. 127’. Dtor.: Paul Verhoeven. Guion: Paul Verhoeven y David Birke, sobre el libro de Judith C. Brown. Prod.: Jérôme Seydoux, Michel Merkt y Saïd Ben Saïd. Int.: Viriginie Efira, Daphne Patakia, Charlotte Rampling, Lambert Wilson, Olivier Rabourdin.

El octogenario Paul Verhoeven dirigiendo a la actriz Virginie Efira. (NAIZ)
El octogenario Paul Verhoeven dirigiendo a la actriz Virginie Efira. (NAIZ)

Cuanto más viejo, más provocador. Así es el irreductible Paul Verhoeven, que viene de hacer su película más rompedora gracias a la indispensable colaboración de Isabelle Huppert en ‘Elle’ (2016).

Un logro imposible de superar, pero a sus 83 años no se rinde y lo intenta ahora con Virginie Efira en ‘Benedetta’ (2021), una irreverente cinta de monjas de clausura al estilo de antes, pues en Cannes no faltaron las comparaciones con la obra maestra de Jacques Rivette ‘La religiosa’ (1966).

Aunque el libro de Judith C. Brown es una crónica histórica de sucesos acaecidos en el siglo XVII en el monasterio Teatinos de Pescia, en la Toscana, el cineasta neerlandés los novela y los lleva a su terreno, estableciendo conexiones con su medievalista ‘Los señores del acero’ (1985), pero también con sus realizaciones eróticas ‘Instinto básico’ (1992), o la denostada ‘Showgirls’ (1995). Y es que en su estética hay vínculos con el ‘giallo’ italiano y el thriller erótico de los 70 en clave de serie B, o incluso cierto gore sangriento, que utiliza sobre todo para las escenas oníricas, entre las que la del crucifijo que sirve de consolador se ha hecho ya muy recurrente.

A Verhoeven le encanta jugar con elementos contradictorios, esta vez a medio camino entre la fe ciega y la razón lógica, llenando de ambigüedad un discurso que pone una vez más a prueba a las audiencias.

Nunca se termina de aclarar si Benedetta Carlini era una santa o una farsante, si amaba a dios o a las mujeres, si rendía culto al cuerpo sexual o a la mística más exaltada. Su caso se enmarca en el contexto de la liberación de la mujer dentro de las reservas conventuales, como única manera de enfrentarse al patriarcado eclesiástico de la época.

Una especie de lucha de poder interna por parte de una joven que fue entregada por su familia a las religiosas con una dote a edad bien temprana, y que tuvo que reinventarse de manera intuitiva.