Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

Una banda sonora experimental

Catalunya-Lituania. 2021. 104’ Dtor.: Juanjo Giménez Peña. Guion: Juanjo Giménez Peña y Pere Altimira. Prod.: Luisa Romeo, Marija Razgute, Birgit Kemner y Juanjo Giménez Peña/ Frida Films/ M-Films/ Manny Films. Int.: Marta Nieto, Miki Esparbé, Luisa Merelas, Fran Lareu, Cristina Iglesias.

Juanjo Giménez dirigiendo a Marta Nieto en su papel de sonidista. (NAIZ)
Juanjo Giménez dirigiendo a Marta Nieto en su papel de sonidista. (NAIZ)

El multimpremiado cineasta barcelonés Juanjo Giménez, que lo ganó todo con su cortometraje ‘Timecode’ (2016), sigue profundizando en el tema de la incomunicación, pero si allí utilizaba las cámaras de vigilancia de un parking como metáfora visual, en su largometraje ‘Tres’ (2021) va mucho más lejos, y experimenta con la banda sonora a unos niveles de significación sorprendentes. De ahí la buena acogida crítica que se le ha dispensado a la película en los festivales de Venecia, dentro de la sección Giornate Degli Autori, de Sitges y Toronto.

Toda la narración gira en torno al personaje de Marta Nieto, una sonidista obsesionada con su trabajo, ya que utiliza el estudio de grabación como refugio de sus males relaciones personales, ya sea con su ex, con su anciana madre o con sus compañeros de trabajo. Pasa las horas encerrada ante la mesa de mezclas, ocupándose de la banda sonora de una película de acción. Pero la edición presenta fallos de sincronía, al principio apenas unos frames de desfase. El problema técnico se va a agravando, a medida que la protagonista descubre que también esta “fuera de sincro” en su propia vida diaria. El extraño fenómeno hace que los sonidos le lleguen con un retardo respecto a las imágenes a las que deberían ir asociados.

El entorno realista en que suceden los hechos encierra un cierto trasfondo fantástico, debido a que la sonidista, de la que no sabemos su nombre y se la identifica con la letra ‘C’, tiene sus raíces en Galiza y a su madre la tienen por rara, por una especie de meiga. Lejos de que la mencionada desincronización sea vista como una enfermedad, dentro del contexto mágico en cuestión va siendo percibida como una oportunidad, como otra capacidad sensorial extraordinaria. A fin de cuentas lo que capta es el eco de voces fantasmagóricas, que son escuchadas cuando sus emisores ya no están.