Iker Fidalgo
Crítico de arte

La deuda con el legado

La sociedad se organiza en torno a diversos patrones fruto de tendencias ideológicas y herencias culturales. Todo esto acaba formando una serie de espacios en los que se desarrolla nuestro mundo, dominado por una lógica de la ganancia y la generación de riqueza como objetivo expandido en cada una de sus facetas. El mundo se construye entonces a través de la creación de desigualdad. Espacios de ventaja para algunas capas que necesitan posar su peso sobre una mayoría que sobrevive y pelea por cada nueva oportunidad. Este modelo se infiltra en todos los aspectos de nuestra vida y por muy alerta que creamos estar, nos vemos repitiendo de manera constante aquellos esquemas que detestamos. A la mínima ocasión, hacemos uso de nuestros privilegios igual que los ejercieron antes sobre nuestros hombros y así alimentamos una rueda de la que parece imposible salir y en la que siempre hay piezas que se encuentran aún un escalón más abajo. El mundo del arte, a pesar de ser a priori un espacio donde practicar la ruptura con todo lo impuesto y alentar la disidencia, no escapa a las convenciones.

En este aspecto, es particularmente alarmante la invisibilización de las mujeres artistas que durante décadas han estado a la sombra de la creación masculina. Este es un mal endémico en otras facetas de la cultura tales como la literatura, el pensamiento o la música. Grandes talentos cuyo aporte a la historia del arte se ha visto opacado y despreciado por la maquinaria que legitima aquellos nombres que la componen. Si bien parece haber una sensibilidad que poco a poco comienza a asumir una presencia propia respecto a esta situación, hay un daño irrecuperable cuyas consecuencias aún colean en nuestro presente. Es por eso que como público estamos en la situación de exigir la visibilidad de aquellas voces que se han acallado y que aún siguen silenciadas. De nada servirá hacer un arte para cambiar el mundo si la forma de hacerlo sigue siendo igual que la de siempre.

El Museo Guggenheim de Bilbo inauguró el 22 de octubre una muestra titulada ‘Mujeres de la abstracción’, que podrá visitarse hasta el 27 de febrero. Un proyecto iniciado en el Centro Pompidou de París que nos brinda la posibilidad de conocer un amplio elenco de autoras, casi 200, que han trabajado en diversas áreas hasta la década de los años 80 del pasado siglo XX. Nos encontramos con disciplinas como la danza, el cine, la fotografía o la performance en una propuesta comisarial que plantea el recorrido en diferentes grupos temáticos. De esta manera aparece a su vez un hilo conductor que nos permite ubicar épocas y contextos con el fin de entender el entorno y la valía de sus aportaciones. Desde la abstracción rusa pasando por el arte textil, el neoconcretismo brasileño o las posiciones más militantes y comprometidas con una identidad feminista palpable. Acercarnos a este proyecto nos permitirá descubrir nombres a tener en cuenta y nos demostrará una vez más la distancia que aún queda hasta poder paliar el daño hecho a su legado.

La galería Juan Manuel Lumbreras de Bilbo inicia una nueva entrega de su programa ‘Joven llama joven’, en el que se da cabida a nuevas generaciones de creadores y creadoras. Un buen espacio para seguir la pista al futuro del arte vinculado a nuestro territorio y entender los caminos que se empiezan a desarrollar. En esta ocasión, traemos a Panoramika el trabajo de Alba Seijas (Lugo, 1994), que inauguró el 28 de octubre y hasta el 3 de diciembre su exposición ‘La duda sentada, yo de pie’. El formato de tamaño medio bien en tela, tabla o papel, sirve de soporte para una pintura vivaz y muy gestual. Aparece una paleta definida pero sin complejos a la hora de admitir vacíos y la presencia del blanco en el ejercicio compositivo. Una abstracción que adquiere un cuerpo propio cuando se ponen en diálogo las diferentes obras en el montaje final de la galería.