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ARCO clausura una edición menos polémica y más política

La edición 40+1 de la Feria de Arte Contemporáneo más importante del Estado echa hoy el cierre. Este año se ha echado en falta esa obra controvertida que, en otras ediciones, concitaba todas las miradas, todos los comentarios. A cambio hemos tenido un rebrote del arte más militante.

Las ultimas ejecuciones del franquismo en setiembre de 1975, de Ramon Bilbao.
Las ultimas ejecuciones del franquismo en setiembre de 1975, de Ramon Bilbao. (J. DANAE | FOKU)

En el stand de la galería José de la Mano, consagrado casi en su totalidad al arte vasco, una obra ha acaparado la mayoría de las miradas entre los visitantes que han acudido estos días a ARCO. Se trata de ‘Las últimas ejecuciones del franquismo por fusilamiento en septiembre de 1975 de miembros de FRAP y ETA’. Se trata de un lienzo que Ramón Bilbao (fallecido el pasado año) pintó en 1975 dentro de una serie de obras entre las que también se encuentran un retrato de Franco y ‘Por la señal de la cruz’, una evocación de la jerarquía eclesiástica durante los estertores de la dictadura, que también pudieron verse en ARCO. El galerista José de la Mano se muestra muy orgulloso de haber conseguido traer a la feria estas obras después de cuatro décadas en las que el artista bilbotarra se negó sistemáticamente a incorporarlas al catálogo de galería alguna en el deseo de que fuesen adquiridas por alguna institución. Sin embargo, el desdén que los museos y centros públicos del Estado han venido mostrando desde hace cuatro décadas por el arte políticamente más comprometido, condenó la obra de Ramón Bilbao al ostracismo y a la invisibilidad.

La atención que sus lienzos han suscitado este año en ARCO deja, al menos, dos lecturas. Una, que en una época de incertidumbre política donde los nacionalismos más ultramontanos y el neofascismo parecen estar resurgiendo con fuerza, el arte se antoja un ariete ideal para activar una memoria histórica que nos permita combatir la nociva simpleza de dichos discursos. La otra lectura que suscita el renovado interés por la obra de Ramón Bilbao tiene que ver con el hecho de poner el foco sobre aquellos autores que no tuvieron el pleno reconocimiento que hubieran merecido viéndose opacados por la obra de otros artistas contemporáneos a ellos. El propio José de la Mano, en cuyo stand se pudieron ver estos días las piezas de Ramón Bilbao, nos llama la atención sobre la obra de Néstor Basterretxea (1924-2014) que ha traído a ARCO «que un artista de su importancia siga siendo prácticamente un desconocido para muchos coleccionistas se me antoja inexplicable».

Miradas femeninas

En ese deseo por estimular al coleccionista haciéndole redescubrir a artistas indiscutibles cuyos nombres permanecen en la sombra, cobran un significado especial las obras firmadas por mujeres silenciadas y marginadas por una cultura patriarcal que, en su momento, reservó las mieles del reconocimiento para sus colegas masculinos. En este sentido, no resulta casual que la prestigiosa galería Leandro Navarro consagrase el stand que le reservaron dentro del espacio ‘ARCO 40+1’ (consagrado a honrar a aquellos galeristas con más presencias en la Feria) a mostrar el trabajo de Isabel Quintanilla, Amalia Avia, Carmen Laffon o María Moreno, integrantes destacadas del grupo conocido como «Realistas madrileños» donde la omnipresente sombra de Antonio López dejó en un segundo plano al resto de sus compañeros y, sobre todo, compañeras de generación.

En aras de revertir esos escenarios de infravaloración de cara a futuro es importante poner el foco en las artistas emergentes. Este año, ARCO ha sido pródigo en propuestas donde jóvenes creadoras, a través de sus obras, han optado por poner en discusión las rémoras de la sociedad del patriarcado asumiéndose, en muchos casos, a sí mismas, como objeto de representación o sujeto de experimentación artístico. Las propuestas más radicales, en este sentido, tuvieron lugar dentro de Opening, el espacio que la feria reserva para galerías jóvenes, con menos de siente años de vida. En el stand de la galería limeña Gingsberg, la artista peruana Wynnie Mendoza Ortiz se exhibía junto a un vídeo donde se documentaba la intervención quirúrgica a la que se sometió para la oclusión parcial de su vagina. El título de la obra ‘Cerrar para abrir’ pretende poner en cuestión el carácter binario de la sexualidad asociada a unos géneros concretos en los que la artista confiesa no reconocerse. La polémica que acompañó a la exhibición de este trabajo (la única que, a decir verdad, aconteció este año en ARCO) demuestra hasta qué punto las reflexiones sobre el placer femenino (o sobre la falta del mismo) siguen siendo un tema tabú.

La artista peruana Wynnie Mendoza Ortiz. (J. DANAE/FOKU)

Otras artistas, como la francesa afincada en Portugal, Pauline Guerrier, optaron por representarse a sí mismas desnudando no su cuerpo sino su alma. En la galería lisboeta Foco, las obras de esta artista, encuadradas en la serie ‘Through the eyes of my ancestors’ cuestionan la singularidad como creadora de la propia Guerrier confrontándola con el legado de sus antepasados (ella misma procede de una familia de pintores) y alimentándola de aquellos elementos locales que definen la tradición artística de aquellos lugares (Francia, Marruecos, Portugal) en los que ha vivido y en los que se ha formado. También la obra de la israelí Zohar Fraiman, expuesta en el stand de la galería alemana Russi Klenner cuestiona la identidad de género poniendo el foco en las nuevas formas arquetípicas que la era digital ha ido definiendo a la hora de representar a la mujer. Una reflexión que es la razón de ser de obras como ‘#wonderland’ o ‘Orangen Käsekichen’ oscilantes entre el pop art y la nueva figuración.

Otras artistas, sin embargo, optan por vincular su identidad a un territorio como la mozambiqueña Eugenia Mussa, que exhibió sus obras en el espacio de la galería Monitor de Lisboa. Sus cuadros, donde se muestran escenas de la vida cotidiana de las mujeres en su país natal, evocan las estrategias de dominación asociadas al colonialismo, un tema que está en el centro de la mirada política de muchos de los artistas que este año han traído sus obras a ARCO como el belga Maarten Vanden Eynde, quien en sus piezas denuncia la expoliación de recursos naturales a la que los países europeos someten a las economías menos desarrolladas.

El cuestionamiento del colonialismo tomando como referencia a la figura que le da nombre (Cristóbal Colón) y a la iconografía que ha generado en el espacio urbano se encuentra muy definida en ‘Colón baja del pedestal’, obra del colombiano Iván Argote, una pieza que entra en diálogo directo con una de las muchas obras de Eugenio Merino que acogía el stand de la galería barcelonesa ADN. En ella, el artista madrileño (coautor del polémico ninot de Felipe VI que atrajo todas las miradas hace un par de años en la Feria), recolecta una cantidad ingente de postales con monumentos a Colón y a los Reyes Católicos en distintas ciudades del mundo para recortar las figuras de estos haciéndolas caer del pedestal que las soporta. La obra de Merino siempre ha estado definida por un compromiso militante y este año, además de la pieza referida, merece la pena poner en valor esa serie de felpudos en los que el autor ha estampado frases de grandes pensadores y filósofos del pasado donde se cuestiona y denigran las capacidades intelectuales de las mujeres. Frases inasumibles desde una óptica actual por lo que Merino invita a quienes las lean a pisotearlas y limpiarse los pies sobre ellas.

Felpudos de Eugenio Merino para pisotear el machismo. (J. DANAE/FOKU)

Hacia un arte militante

Sin salir del stand de la galería ADN, ese arte militante también pudo verse en las obras de la peruana María María Acha-Kutscher. Su activismo feminista queda patente tanto en ‘Womankind. Machine’ (una serie de collages fotográficos a través de la cual la artista busca redefinir el significado de las imágenes sobre las cuales se ha construido la historia de las mujeres) como en los cuadros que forman parte de la serie ‘Indignadas’ que muestran la participación de las mujeres en manifestaciones públicas. La opresión inherente a la cultura del patriarcado y al colonialismo no fue la única forma de despotismo que inspiró a los artistas presentes en la Feria, también las tensiones entre pensamiento individual y mandato colectivo fueron exploradas en la obra de distintos autores, como los cubanos Hamlet Lavastida o Reynier Leiva Novo. El primero de ellos, desde el exilio, a través de un vídeo montaje donde se recoge la autoinculpación de Antonio De la Guardia, condenado a finales de los 80 como traidor a la Revolución, lo que le permite al autor para reflexionar sobre la disolución del individuo dentro del sistema. Leiva Novo, por su parte, desarrollando su trabajo dentro de Cuba, reflexiona en ‘Uniform Notebook’ sobre la educación como herramienta de dominación y homologación.

Pero si hubo un autor que concitó todas las miradas en lo que se refiere a la formulación de una propuesta artística abiertamente política, ese fue el finlandés Riiko Sakkinen. Afincado en un pequeño pueblo de Toledo desde hace dos décadas, Sakkinen, que ya sembró controversia convirtiendo a Franco en una suerte de icono pop en una de sus obras, presentada en ARCO hace unos años, trajo en esta ocasión a la Feria varias piezas, exhibidas en el stand de la galería Forsblom, que ponen en evidencia la esencia derechista de la política española. La obra más comentada fue ‘Esto es España’, donde el autor ha reunido una serie de bufandas futbolísticas con frases ultra de reafirmación patriótica bajo los colores rojigualdas. Frases que van del «Cataluña es España» al «Viva la Guardia Civil».

Obras de Riiko Sakkinen. (J.DANAE/FOKU)

Frente a esa obra destaca la pintura ‘Todos somos reyes en el exilio’, donde acompaña una imagen de Juan Carlos I con una frase del escritor ultracatólico G.K. Chesterton al que Sakkinen define como fascista británico. Y junto a ella un cuadro donde se ironiza sobre el supuesto perfil izquierdista de Pedro Sánchez acompañando su efigie de toda una serie de nombres de líderes revolucionarios con los que el presidente español jamás osaría compararse. Esta obra, titulada ‘Mis líderes favoritos de extrema izquierda’, fue una de las que más visitas concitó entre las expuestas en ARCO.

Con la frivolidad desterrada de catálogo y un arte radicalizado en su enfoque político en un momento de incertidumbre social, como el actual, ARCO cierra sus puertas en un clima de optimismo para el sector. Las ventas, según sus responsables, se han mantenido más o menos en los niveles prepandemia, con una fuerte inversión, eso sí, por parte de instituciones y organismos públicos que han sido los que más piezas han adquirido frente a la compra realizada por el coleccionista privado. La otra lectura positiva que deja esta edición es, como ya informamos en los días previos, la renovada presencia de artistas vascos y la incorporación a la Feria de una galería joven como la donostiarra Cibrián que, previsiblemente, el año próximo ya estará dentro del Programa General de la Feria, un programa que, año a año, va definiéndose más exigente como va siéndolo el trabajo de los artistas presentes en ella.