Martxelo Diaz
Aktualitateko erredaktorea / redactor de actualidad

Amaiur, una imagen icónica que llega en formato puzzle con GARA

Con motivo del quinto centenario de la batalla de Amaiur, GARA distribuirá en fomato puzzle un fragmento del cuadro que Xabier Morras ha dedicado a este suceso histórico. Asimismo, hay una versión de un puzzle para los más txikis realizado por Eider Eibar.

Xabier Morras muestra un detalle de su cuadro Amaiur en el estudio de su vivienda en Gorraitz.
Xabier Morras muestra un detalle de su cuadro Amaiur en el estudio de su vivienda en Gorraitz. (Iñigo URIZ | FOKU)

Este fin de semana llegan a los kioscos con GARA dos puzzles que recuerdan que hace 500 años tuvo lugar la batalla de Amaiur en defensa de la independencia navarra. Hay dos versiones. Por un lado, está la de mil piezas, destinada a adultos y que toma como imagen un fragmento del cuadro que Xabier Morras ha dedicado a estos hechos. Junto a ello, está la versión de cien piezas, destinada a los txikis y con una imagen de Eider Eibar. Ambos trabajos se han hecho con la colaboración de Amaiur Fundazioa y Amaiur 1522-2022 Elkartea.

Xabier Morras nos recibe en su casa de Gorraitz, en la que tiene también su estudio. Reconoce que no le gusta trabajar por encargo y que la llamada de Fermin Munarriz para realizar un trabajo para GARA no le convenció en el primer momento. «Me cuesta mucho dar con la idea, con la fórmula, con la imagen. Le propuse, a cambio, reproducir un fragmento de mi cuadro de Amaiur. No todo el cuadro, porque en un puzzle se vería un conjunto de miniaturas sin mucho sentido. La idea era escoger un fragmento que diera la idea que el conjunto del cuadro pretende, que no es otra cosa que reivindicar el hecho histórico de Amaiur en su quinto centenario, reivindicar la idea de que a los navarros se nos arrebató nuestra soberanía que queremos recuperar», explica.

«En Navarra, y en Euskal Herria en general, tenemos muy pocas imágenes de nuestra propia historia. En los países que tienen plena soberanía sus museos están llenos de hechos históricos, de alabanzas a sus gestas históricas. Pero en Navarra, que fue un reino soberano, no tenemos apenas nada», señala.

Carencia de imágenes históricas

Hace unos quince años, en la antesala del quinto centenario de la invasión de Nafarroa, comenzó a trabajar con la intención de superar esta carencia. «Tras darle muchas vueltas, me vino a la mente Amaiur. Es un símbolo. Pero ahí empezaron los problemas. Pintar un cuadro sobre Amaiur, bien. Pero, ¿cómo? ¿qué tipo de cuadro? ¿qué clase de imagen? Le di muchas vueltas. Estuvo dos o tres años haciendo bocetos y esquemas. Hasta dar con la idea».

«Veía muy claro que tenía que aparecer el castillo. Veía muy claro que tenía que aparecer nuestra bandera. Pero no quería poner gente luchando. Un cuadro de batalla luego es ilegible. No se sabe quiénes son unos, quiénes son los otros. No, no», explica.

De este modo, comenzó a darle vueltas al concepto de 200 defensores de Amaiur. «Todos los historiadores coinciden en esta cifra. Para Del Burgo eran bandidos. Para mí, son héroes. Podía haber hecho 200 defensores con rostros anónimos, inventados, pero no lo veía muy claro. Y se me ocurrió hacer un homenaje a 200 personas que hubieran significado algo en mi vida desde el punto de vista intelectual, artístico, cultural, ...».

Las primeras personas que le vinieron a la cabeza, «lo que fue un buen principio», fueron José María Jimeno Jurio y Pablo Antoñana. «Tenía una gran amistad con ellos y los considero la verdadera aristocracia de Navarra. Mi vida se ha enriquecido muchísimo gracias a su obra. Por ello, están en el centro del cuadro y en torno a ellos dos, otras muchas personas».

En la composición aparecen historiadores, artistas, escritores, políticos. «Aunque tuve mucho cuidado de no meter políticos en activo porque luego crea polémicas». De hecho, la presencia de Joseba Asiron provocó las iras de la derecha política y mediática cuando el cuadro se expuso en el Condestable de Iruñea en 2016. «Pero es que a Asiron lo pinté cuando no era alcalde ni concejal. Considero mucho su amistad y considero mucho su obra como historiador y por eso aparece junto a otras muchas personas que admiro», explica.

Poco a poco, realizó la selección de las personas y las fue pintando. «¿Te has preguntado cuántas personas conoces, les tienes afecto y han influido en tu vida? Igual son 2.000. No serán muchas menos. Desgraciadamente, muchas de las personas que aparecen ahí, a las que les hice el retrato en vida, han fallecido».

Una obra en evolución

El cuadro sigue en evolución. Morras explica que ya ha sido expuesto en distintos lugares y que ha recibido numerosas aportaciones de las gentes que lo han visto. «Hay quien te dice que no lo gusta una cosa y quien te dice que no le gusta la otra. Alguno te pregunta por qué has metido a un personaje. Me han ido dando opiniones, las he ido recogiendo y en la medida que he podido he ido modificando el cuadro», explica.

Algunas de las aportaciones se han centrado en el papel de la mujer en el cuadro. «Creo que tenían razón cuando muchas personas me dijeron que las mujeres aparecían en un rinconcito, asustadas. Cuando en Navarra había mujeres luchadoras muy importantes, como Ana de Belasko en el castillo de Marcilla. Y otras muchas. En el cuadro original había un abanderado que era un muchado y lo he cambiado por una mujer. Y se ha convertido en la figura más importante del cuadro», señala.

«Respeto mucho las opiniones de la gente. Y hay muchas personas que me preguntan en la calle por el cuadro y por cuándo se podrá volver a ver. Llevo toda la vida pintando y he hecho muchas obras, pero la gente me pregunta por este cuadro. Era un imagen necesaria para Navarra y para mucha gente debido al desconocimiento que hay sobre la propia historia», señala el artista, que se muestra satisfecho porque en los últimos veinte años una nueva generación de historiadores ha sacado a la luz la historia de Nafarroa que habían tratado de ocultar.

A Morras le gusta que un fragmento de su obra vaya a ser difundido a través de un puzzle. «Llegará a muchos hogares. Es algo que se guarda. Las familias lo disfrutan. Un niño ve el puzzle, ve que hay una imagen y se hace preguntas. Puede ser interesante».

El cuadro de Amaiur sigue vivo, ya que Morras continúa pintándolo, como otras obras, sin acabar de terminarlo. «Son de mi propiedad. Las tengo en el estudio. No tengo ningún reparo en ir modificándolas, completándolas, enriqueciéndolas, aunque a veces las puedes estropear. Cuando realizas una obra, te cambia. La sociedad, la vida y la experiencia también te cambian. No eres el mismo. Veo obras de hace 25 o 30 años y pienso que ahora las puede mejorar. A veces, no. Pero si puedo, ¿por qué no? Con mi obra, tengo la libertad de hacer lo que quiera».