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Salvador Ramos, un joven solitario y retraído que sufrió acoso escolar

Víctima de acoso escolar, refugiado en la soledad, con dificultades en el hogar y un historial de autolesiones, el joven que cometió la matanza de Uvalde, tenía antecedentes problemáticos similares a algunos autores de otras masacres escolares anteriores.

Imagen de Salvador Ramos tomada de su cuenta de Instagram.
Imagen de Salvador Ramos tomada de su cuenta de Instagram. (AFP)

Salvador Ramos, el joven de 18 años identificado como el autor del tiroteo de la escuela primaria de Uvalde, en Texas, que se saldó con 19 menores y dos profesoras muertos, había enviado una serie de mensajes privados a través de Facebook anunciando sus intenciones antes de dirigirse al colegio y provocar la masacre.

Una forma de actuar similar a la de algunos autores de otras matanzas en escuelas estadounidenses. Como similar es también su perfil: sin antecedentes penales ni problemas sicológicos diagnosticados y aficionado a los videojuegos de combate, donde Ramos encontraba refugio.

«No hubo una señal de advertencia de su delito», aseguró el miércoles el gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott.

Ramos, que fue abatido por la Policía tras parapetarse en el interior del colegio, era ciudadano estadounidense y fue estudiante en Uvalde.

El 17 de mayo, al día siguiente de cumplir 18 años, compró un rifle de asalto semiautomático. Dos días después, 375 cartuchos. Y el 20 de mayo adquirió un segundo rifle, según detalló el jefe del Departamento de Seguridad Pública de Texas, Steven McCraw.

Su cuenta de Instagram, eliminada desde entonces, mostraba fotos de un joven de piel pálida con el pelo oscuro hasta los hombros y los ojos cerrados. Su perfil también incluía imágenes de dos rifles semiautomáticos de asalto y un cargador de pistolas de plástico.

Tartamudeo

La prima de Ramos, Mia, contó a ‘The Washington Post’ que el joven «no era una persona sociable porque le acosaban por su tartamudeo y ceceo» y por la ropa que llevaba, ya que su familia es pobre. Por eso, le decía a su abuela que quería dejar de asistir a clases, lo que finalmente hizo.

Stephen García, otrora amigo de Ramos, confirmó que el bullying, en muchos casos violento, era un problema. «Lo acosaban mucho, mucha gente lo hostigaba», declaró García al mismo diario.

Otro amigo, Santos Valdez, recordó que una vez Ramos se cortó la cara con un cuchillo «solo por diversión».

Medios estadounidenses también informaron de peleas entre Ramos y su madre, quien, según vecinos, consumía drogas. Los enfrentamientos entre madre e hijo fueron lo suficientemente graves como para que acudiera la Policía, dijeron.

Su madre, Adriana Martínez, no vivía con Sergio y su abuela, sino en otra parte del pueblo, y su padre no estaba presente en su vida. Eran los abuelos los que se habían hecho cargo de él.

Sus vecinos lo catalogaban como un buen chico, tranquilo en exceso para algunos, aunque coincidían en su carácter extraño y aficionado a autolesionarse, que derivó en comportamientos agresivos.

Tras abandonar gradualmente la escuela secundaria y durante un año trabajó en la cadena de comida rápida Wendy's, que dejó el mes pasado, donde «no interactuaba con los otros empleados», según comentó el que fuera su jefe.

Relaciones complicadas

Si sus relaciones con otros chicos eran complicadas, con las chicas eran inexistentes y circunscritas a mensajes en las redes sociales.

Es el caso de la adolescente alemana de 15 años con la que, según las autoridades de Texas, contactó en privado por Facebook y a la que había informado, tan solo media hora antes del ataque, de que «masacraría una escuela».

La joven ha señalado que había conocido al tirador unas dos semanas antes a través de Yubo, una aplicación de telefonía móvil utilizada generalmente por adolescentes para hacer amigos, según el ‘New York Times’.

Ramos también habría realizado una videollamada con la misma menor, a la que le habría enseñado su nuevo rifle AR-15. Posteriormente, hizo alusión a «utilizar el arma para algo» y le mandó fotografías en las que supuestamente se veía la munición que acababa de comprar a través de Internet.

La abuela, primera víctima

El martes por la mañana, ambos mantuvieron otra videollamada en la que se veía al joven vestido completamente de negro, si bien Ramos aseguró que «no podía revelarle su secreto hasta que su abuelo abandonara la casa».

Sobre las 11.00, media hora antes de la matanza, escribió que «estaba esperando por su abuela» y, poco después, le envió varios mensajes en los que aseguraba que había «disparado a su abuela en la cabeza» y que iba a «abrir fuego en una escuela primaria».

Según vecinos, Celia Martínez, de 66 años, se enteró de los planes de su nieto y, al intentar impedir que los llevara a cabo, recibió un disparo en la cara. Aún así, logró llamar a la Policía para avisar de que su nieto se dirigía hacia la escuela, según afirmó Abbott. La mujer continúa en estado crítico.

Una mochila llena de munición quedó tirada en el patio de la casa cuando el joven se dirigió en automóvil, con un chaleco antibalas en el que había guardado varios cargadores y un rifle de asalto, hacia la Escuela Elemental Robb, donde había estudiado y acumulado odio durante años por el trato que había recibido.

La joven alemana ha alegado que hasta que no vio las noticias en la televisión no pidió contactar con las autoridades estadounidenses. «Quizá podría haber cambiado algo. Simplemente no pensé que fuera a hacerlo de verdad», ha lamentado.

Acoso y problemas de salud mental

El acoso y los problemas de salud mental han sido denominadores comunes en los trágicamente frecuentes tiroteos mortales en centros educativos de Estados Unidos.

Hace más de 20 años, dos adolescentes que habían sufrido acoso escolar mataron a 13 personas y se quitaron la vida en su escuela de secundaria en Columbine, Colorado.

En 2007, un estudiante con problemas mentales mató a 32 personas en un tiroteo en el Instituto Politécnico del estado de Virginia antes de suicidarse.

También tenían trastornos mentales el autor del tiroteo en la escuela primaria Sandy Hook, en Connecticut, que en 2012 mató a 26 personas –de ellas, 20 niños–, así como el estudiante que fue expulsado por motivos disciplinarios y luego mató a 17 personas en una secundaria de Parkland, Florida, en 2018.