El séptimo trabajo de Jonás Trueba podía haber pasado desapercibido, al tratarse de una película sencilla o menor, de no ser por el original tratamiento que ha sabido darle para su promoción. No hay más que fijarse en el título, que ya indica que, por una vez, se le da más importancia a la invitación a ir al cine que al propio contenido de la cinta. Es tanto así que el trailer se ha convertido en una parte esencial del proyecto, pues se sale por completo de los reclamos publicitarios al uso.

Es un corto rodado en súper 8 durante el rodaje, una especie de making of en estilo naif. La revolucionaria estrategia viene justificada por la crisis pandémica, ya que la vuelta del gran público a las salas ha sido vista desde una lógica industrial consistente en la recuperación de la recaudación. En cambio, el hijo de Fernando Trueba y sobrino de David Trueba se dirige a las minorías cinéfilas para que vuelvan a apostar por el cine independiente y lo apoyen con su presencia en el estreno de aforo reducido.

Por lo demás, el público conocedor de la obra de Jonás ya sabe con lo que se va encontrar, con ese estilo naturalista heredado de la nouvelle vague y de las comedias de Eric Rohmer. Y en su versión más minimalista, porque después del largometraje colectivo de tres horas ‘Quién lo impide’ (2021), a buen seguro que el cineasta habrá necesitado tomarse un respiro dejando ‘Tenéis que ir a verla’ (2022) en una duración de poco más de una hora.

La sencilla historia implica a dos única parejas, formadas por Itsaso Arana y Vito Sanz, como la pareja invitada, y Francesco Carril e Ire Escolar, como la anfitriona. Después de encontrarse en un concierto de Chano Domínguez, surge la invitación para que visiten su casa recién inaugurada en las afueras con el anuncio de que van a ser padres. Una vez allí, pasean, juegan al ping-pong, oyen música, comen, beben, hablan...