
La actriz predilecta de la cineasta Alexandra Leclère es la veterana Josiane Balasko, con la que ha venido contando en cuatro largometrajes consecutivos.
No fue así en sus dos primeras películas, ya que ‘Las hermanas enfadadas’ (2004) estuvo protagonizada por Isabelle Huppert y Catherine Frot, mientras que en ‘Le prix à payer’ (2007) contó con Nathalie Baye. Pero luego siempre Balasko, como figura representativa de un tipo de comedia doméstica que triunfa en el mercado francófono.
En ‘Maman’ (2012) era una madre arisca secuestrada por sus dos hijas (Mathilde Seigner y Marina Foïs), en ‘Solidarios a la fuerza’ (2015) una familia burguesa debía acoger inmigrantes por decreto durante una ola de frío, y en ‘Garde alternée’ (2017) tenía la custodia compartida de su marido (Didier Bourdon) con la amante (Isabelle Carré).
En ‘Mis queridísimos hijos’ (2021) vuelve a tener como marido a Didier Bourdon, como un matrimonio de jubilados que sufre el síndrome del nido vacío. Cuando se enteran de que sus hijos no les van a visitar ni siquiera por Navidad, se inventan que les ha tocado la lotería, y el plan surte un efecto inmediato, aunque para seguir con la farsa tendrán que fingir que son ricos.

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