Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

Nicolas Cage sufre por su cerda trufera

PIG
EEUU 2021. 92’

Dtor.: Michael Sarnoski. Guion: Michael Sarnoski y Vanessa Block. Prod.: Nicolas Cage/ Neon. Int.: Nicolas Cage, Alex Wolff, Adam Arkin, David Knell. Fot.: Patrick Scola.

Nicolas Cage dirigido por el debutante Michael Sarnoski.
Nicolas Cage dirigido por el debutante Michael Sarnoski. (NAIZ)

El ebutante Michael Sarnoski ha ganado tantos premios del cine independiente en los EEUU con ‘Pig’ (2021) que ya tiene contrato en Hollywood con Paramount, para encargarse de la tercera entrega de la franquicia ‘Un lugar tranquilo’, creada por John Krainski, y que llevará por título ‘A Quiet Place: Day One’ (2023). Y no exagero si digo que todo el éxito se lo debe en gran medida a Nicolas Cage, un actor que sirve de talismán a muchos jóvenes cineastas deseosos de llamar la atención haciendo películas diferentes con un personaje dentro fuera de lo común. Y para eso nadie mejor que el sobrino de Coppola, que borda el personaje de un ermitaño en una de sus interpretaciones más contenidas e interioristas. Cuando unos extraños le asaltan en su cabaña de los montes de Oregón y roban a su cerda trufera, cualquier espectador pensaría que es otro pretexto argumental para lo consabida historia de venganza, pero no, de modo sorprendente, lo que sigue es un relato de redención.

Al ir a la ciudad, a Portland, en busca de su cotizado animal, el protagonista sufre un auténtico calvario, por medio del cual el dolor físico que va acumulando le permite iniciar el camino para reconciliarse con su pasado. Resulta que antes de retirarse a vivir en el campo fue un gran chef de cocina, una étapa de la que guarda en su extraordinaria memoria cada plato que preparó y a que conmensal se la sirvió.
Antes de bajar de nuevo a la civilización, el solitario montañés tenía como nexo de comunicación con la urbe a un joven que le compraba las trufas recolectadas. Él intenta ser para el chico como un mentor, un maestro existencial, consciente de que el joven está atrapado en una concepción materialista de la vida, bajo la presión de un padre enfermo de avaricia. De esta forma la película confronta la pasión por el producto natural en su verdadero entorno con la comercialización que se hace de esas materias primas, convirtiéndolas en artículos de lujo, como si se tratase de valiosas joyas.