Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

La vejez cambia incluso a Gaspar Noé

VORTEX
Estadof francés-Bélgica-Mónaco. 2021. 142’ Dtor. y guion: Gaspar Noé. Int.: Dario Argento, Françoise Lebrun, Alex Lutz, Kylian Dheret, Corinne Bruand, Charles Morillon, Vuk Brancovic, Frank Villeneuve, Kamel Benchemekh, Joël Clabault, Nathalie Roubaud.

En el centro del cartel vemos a Dario Argento y Françoise Lebrun.
En el centro del cartel vemos a Dario Argento y Françoise Lebrun. (NAIZ)

El argentino Gaspar Noé dejó de ser por una vez el enfant terrible del cine francófono, con una obra que se aleja de su habitual dinámica provocadora. Presentó ‘Vortex’ (2021), para sorpresa de propios y extraños, en la sección Première del festival de Cannes, y después en Donostia recibió el premio a la Mejor Película de la sección Zabaltegi-Tabakalera. La discusión en esta ocasión no estaba en el grado de transgresión formal o temática, sino en si se trata de un homenaje o de un plagio de la magistral creación de Michael Haneke ‘Amour’ (2021). Las similitudes entre ambos títulos solamente pueden ser deliberadas, puesto que Noé repite conscientemente el esquema del triangulo familiar. En la cinta del austriaco Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva daban vida a la pareja de ancianos, con Isabelle Huppert como la hija del matrimonio. Noé cambia el sexo filial, presentando un hijo ecarnado por Alex Lutz, mientras que el cineasta italiano Dario Argento y la veterana Fgrançoise Lebrun aparecen como sus octogenarios padres.

Pero Noé no sería Noé si no hiciera algo diferente, y lo que se le ocurre aquí es partir la pantalla en dos, para mostrar a sus protagonista masculino y femenina en paralelo, lo que complica enormemente la planificación, al dividir el cuadro de cara a que coincidan las respectivas acciones simultáneas. Si se le quiere buscar una significación, es obvio que se refiere a la ruptura forzosa de una pareja por culpa de la vejez y sus dolencias.

Ella sufre demencia, y lo irónico es que su profesión fue la de psiquiátra. Él es escritor y sufre una patología cardiaca, con lo que los sobresaltos que provoca el estado mental de su mujer no le hacen ningún bien. Aún así, desoyen el consejo de su hijo, un dorogdependiente, que les indica que estarían mejor atendidos en una residencia. La lucha contra el reloj ya la tienen perdida de antemano.