Ramon Sola
Aktualitateko erredaktore burua / redactor jefe de actualidad

Diferentes víctimas, un mismo dolor iluminando el camino

Dos personas víctimas de atentados de ETA y dos víctimas de la tortura de las FSE han desnudado sus sufrimientos para seguir llenando de contenido la convivencia. Ha sido en el Parlamento navarro, seis años después de una primera sesión similar pionera.

Carmen Hernando, Alberto Goñi, Rosa Lluch y Mikel Soto, en la sesión del Foro Social y el Parlamento navarro.
Carmen Hernando, Alberto Goñi, Rosa Lluch y Mikel Soto, en la sesión del Foro Social y el Parlamento navarro. (Iñigo Uriz | Foku)

Este jueves se cumplían justo seis años de una sesión pionera. Siete víctimas de los «dos lados», en el salón de plenos del Parlamento navarro, abrieron en canal sus dolores para ayudar a cerrar una herida colectiva. Fue una tarde de muchas lágrimas y notable impacto político. A aquellas siete les han tomado el relevo este viernes, en el mismo sitio pero en una situación más avanzada, estas cuatro: Rosa Lluch y Carmen Hernando, a cuyo padre y marido respectivamente mató ETA, y Mikel Soto y Alberto Goñi, ambos víctimas de la tortura.

Entre 2016 y 2022, como ha apuntado en la introducción Fernando Armendariz (Foro Social), han ido cediendo algunos muros y acortándose las distancias entre unas y otras víctimas, aunque obviamente no entre todas. Ha sido en parte gracias a estas sesiones –22 ya– que dejan un legado: «Si estas víctimas pueden dialogar, ¿cómo no vamos a hacerlo el resto?».

Rosa Lluch, hija del exministro Ernest Lluch al que ETA mató en el año 2000, ha resumido este deshielo en una frase, tras declararse impactada con la descripción del «infierno» en los calabozos hecha por Soto: «Las víctimas de la violencia somos víctimas de violencia, tenga el origen que tenga. Ninguna violencia es justificable ni tendría que existir, ni por motivos políticos ni por cualquier otro». Y ha añadido, sobre los otros dos casos expuestos, que «el acoso a Carmen y el acoso a Alberto son más parecidos que distintos».

Carmen Hernando es la viuda de Jesús Mari Pedrosa, concejal del PP al que mataron en Durango aquel mismo año. No ha ocultado ni maquillado su padecimiento, pero ha admitido también el de los familiares de las personas presas, porque «en los pueblos eso lo hemos vivido».

El crecimiento de la empatía mutua es una evidencia, pero siguen faltando «garantías de no-repetición» y también reconocimiento de la violencia estatal porque «este dolor no se puede quedar enquistado», ha apuntado Mikel Soto tras recordar el negacionismo vigente. «Verdad, justicia, reconocimiento y reparación... todas reclamamos lo mismo en el fondo, ya ha habido suficiente sufrimiento en esta sociedad», ha dicho Hernando.

Soto ha hablado del efecto únicamente bumerán que tiene el odio; Hernando ha añadido que «el odio engendra odio»; y Lluch ha ido más allá aseverando que «la felicidad es un deber, para nosotros y para la sociedad».

«¿Cómo no voy a entender el dolor de Mari Carmen si yo sé bien qué es el dolor?», ha apuntado por su parte Goñi. «No solo merece la pena vivir, sino que merece la pena convivir», ha remarcado.

Cuatro sufrimientos

Antes que nada han retumbado los crudos testimonios, la brutal realidad. Mikel Soto ha sido el primero: «Yo estuve once días incomunicado, que es el máximo en Turquía. Pasé tres días en Tres Cantos y una semana hospitalizado. Explicar la tortura es muy difícil, como cuando la Iglesia intentaba explicar qué era el infierno; son dolores que conoces pero que toman otra dimensión, porque tú sabes qué es un golpe en la cabeza con un libro, pero cuando son 160 en dos minutos, eso es otra cosa. Yo destaco la asfixia: el pánico es tal que el cerebro quiere huir de ahí y hacerlo en todas las direcciones a la vez, pero no tiene adónde escapar».

Soto intuyó su estado físico cuando vio la reacción de los policías, asustados de su estado tras sacarlo de la incomunicación. Luego llegarían dos años en la cárcel por un delito que no habían cometido y se les acabó condenando por algo surrealista, «tentativa de colaboración con banda armada».

Rosa Lluch ha indicado que «el sufrimiento es personal, y va cambiando. No es lo mismo el primer momento, el del impacto, que el de después. Yo cada vez recuerdo más a mi padre por cómo era como padre que por la muerte que tuvo. Hay que celebrar su vida, no su muerte, y recordar lo que dejó».

«Yo sigo adelante, digo ‘me habéis puesto una piedra inmensa en el camino, pero yo sigo andando’. Hay que intentar que esto no condicione tu vida», ha concluido.

Carmen Hernando ha comenzando narrando cómo se enteró por la radio de la muerte de su marido, para después detallar tres años anteriores de presión. «Las manifestaciones siempre acababan bajo nuestra casa. Vas sintiendo miedo. Y te sientes huérfana cuando las instituciones no hacen nada. ‘Pedrosa, tú serás el próximo’, escribían, aunque la verdad es que yo nunca pensé que lo fueran a matar».

Tras el atentado mortal, una de sus hijas decidió marcharse de Euskal Herria; en parte se sentía especialmente dolida porque no se hablaba con su padre. «No ha sido capaz todavía de volver a tocar el piano, pese a que tenía hechos los ocho cursos. Yo también he necesitado tiempo para volver a hacer las cosas que me hacían sentirme bien; voluntariado en una ONG...»

Alberto Goñi ha rememorado primero el «palizón tremendo» que recibió de la Policía en 1979, solo con 14 años, en una manifestación en la Txantrea. Apenas cuatro años después lo detuvo la Guardia Civil: «Salí en libertad, pero vigilada, la Guardia Civil me acosó durante meses, mi teléfono estaba intervenido... Al final vinieron a mi casa en 1985 y ahí suscribo lo que ha dicho Mikel: el dolor supera todo raciocinio».

«Añadiría una cosa más: te pegan tanto que yo creo que te entumeces, acabas no sintiendo nada, pero la sensación de abandono te la meten en el alma y te la envenena, porque sabes que pase lo que pase no les va a ocurrir nada, estás absolutamente desprotegido y eso se te queda para toda la vida. No he podido llorar durante 30 años. Y la sensación de que van a volver te retuerce las tripas; cualquier ruido, cualquier coche que pasa, te hace revivir todo otra vez», ha seguido. Salió de comisaría con una fractura en el cráneo y mechones de pelo y barba arrancados.

Otra fase

El Foro Social da por concluida esta dinámica tras esa sesión coorganizada por el Parlamento navarro. Lo hace porque cree que «ha llegado el momento de que esta dura carga deje de apoyarse exclusivamente en las espaldas de estas víctimas», a las que les «provoca mucho sufrimiento» esta aportación (los testimonios anteriores resultan bien elocuentes).

Armendariz ha destacado la «responsabilidad» de todas ellas para poner su granito de arena en este proceso. Lluch le ha respondido así: «Gracias por contar conmigo hoy, pero también gracias por dejar de contar con nosotras».