Iñaki Zaratiegi
MUERTE DE PABLO MILANÉS

Eternamente Pablito

Concierto de Pablo Milanés, en 2015 en Donostia.
Concierto de Pablo Milanés, en 2015 en Donostia. (Gorka Rubio | FOKU)

Su enorme humanidad llevaba años asediada por los achaques, acumulaba un récord de visitas al quirófano y vivía con un riñón prestado por su mujer. Pero conservaba su capacidad intelectual y creativa y su hermosa voz. Hasta el punto de que su nuevo, y tristemente definitivo, ingreso hospitalario le pilló con recitales anunciados en Iruñea, Ciudad de México y Santo Domingo.

Casi tres años llevaba sin cantar en casa y lo hizo el pasado junio, cuando la demanda obligó a que su recital se trasladara del Teatro Nacional al Coliseo de la Ciudad Deportiva de La Habana. Desde su silla de ruedas, Pablo Milanés Arias se despedía de Cuba en un emotivo reencuentro con los suyos, cinco meses después de la muerte de su hija Suylén por accidente cerebrovascular.

Mucho había cambiado con la edad aquel sensible ‘bucanero’ de airado cabello afro de ‘Mis 22 años’ (1965), que protagonizó la revolución sonora de la Nueva Trova, junto a Silvio Rodríguez, Noel Nicola, Leo Brower… Que saltó del feeling a la canción social y compuso e interpretó sentidos himnos universales como ‘Yolanda’, ‘Yo no te pido’, ‘Yo pisaré las calles nuevamente’, ‘Para vivir’… Que musicó a poetas como César Vallejo, Nicolás Guillen o José Martí.

Fue homenajeado por lo más granado de la canción hispana de su época (Serrat, Aute, Ana Belén, Víctor Manuel…) en ‘Querido Pablo’ y de la latina en su secuencia ‘Pablo querido’ (Gal Costa, Fito Paéz, Maná…). Y recibió el cariño de miles de gentes a un lado y otro del Atlántico, con particular relación de amistad con Euskal Herria, donde reservaba un espacio para versionar ‘Txoria txori’ en sus conciertos.

El creador de Bayamo concitó en su persona las esencias musicales y poéticas del crisol multirracial que es Cuba y también muchas de sus contradicciones y polémicas. Maestro de cantautores, su romántico y comprometido tránsito es un vívido testigo de su tiempo y sus canciones parecen eternamente frescas en la hora de su adiós.