Javier Esparza, «el cenizo»

Un cabizbajo Esparza, en un pleno del Parlamento.
Un cabizbajo Esparza, en un pleno del Parlamento. (Iñigo URIZ/FOKU)

Cansada de escuchar durante cuatro años que estaba haciendo todo rematadamente mal, en uno de los últimos plenos parlamentarios de esta legislatura, la lehendakari navarra, María Chivite, le espetó a Javier Esparza que es «un cenizo».

La expresión me pareció maravillosa en un ámbito donde las balas silban en todas direcciones, aunque siempre se procura que sean de plata. Que recurriera a un término tan popular fue un soplo de aire fresco en los encorsetados ‘insultos’ de la Cámara.

De esa manera, Chivite se quejaba de que Esparza sea «siempre negativo, nunca positivo». Pero, además, podía tener un segundo sentido, ya que hay que reconocer que suerte, lo que se dice suerte, no es que tenga el presidente de UPN.

Después de años de gobierno de los regionalistas, le llegó el turno de sustituir a Barcina (tras su espantada a última hora una vez proclamada candidata) y entonces el electorado castigó a UPN por cuestiones como las dietas y desaparición de Caja Navarra, y los infames menús de Mediterránea de Catering en los hospitales.

El cambio se abrió camino, dejando a Esparza a dos velas. Era 2015.

El primer intento había fallado y decidió buscar soluciones. Entonces se sacó de la chistera Navarra Suma, esa coalición de partidos de derecha con los que asaltar el sillón del Gobierno. Y consiguió un buen resultado electoral, pero, como decían hace años en la tele, «solo no puedes; con amigos, sí».

Sin embargo, fuera de su zona de confort, Esparza se vio más solo que la una, con un PSN que buscaba otros socios para dejarle de nuevo en barbecho.

El siguiente paso fue buscar un acercamiento con Ferraz apoyando la reforma laboral. Esparza se las prometía muy felices, pero entonces se encontró con que Sergio Sayas y García Adanero reeditaban eso de ‘Tu quoque fili mi’ y le apuñalaban como en su día Bruto le dio la estocada a Julio César.

El rebote en el PSOE fue monumental, así que los puentes que había intentado tender habían quedado dinamitados.

Había que darle otra vuelta de tuerca al tema para intentar acabar con esa imagen de gafe. Y se ha destapado desmontando Navarra Suma, con la idea de que cada palo aguante su vela, convencido, según asegura, de que por separado van a sacar más escaños los partidos de la derecha.

Las urnas dictarán sentencia, pero a tenor de las encuestas, lo vuelve a tener crudo, ya que no tiene pinta de que consiga la mayoría que tanto anhela. Por lo tanto, una vez más tendrá que mirar al PSN, a ese mismo partido al que ha estado tocando las narices a dos manos durante estos años.

Así que es muy posible que se quede otra vez en el dique seco y entonces, ¿qué? ¿Qué va a hacer después de tres asaltos en los que ha quedado noqueado? ¿Se sacudirá UPN a alguien que no parece tener la ‘baraka’ de Franco?

Y el resto de partidos, ¿esperarán que siga en vista de cómo les va con él? Esa es la espada de Damocles que pende sobre ‘el cenizo’ Esparza.