Los apodos generalmente tienen su origen desde una edad muy temprana en casa o algunos años después en el patio del colegio. Unos hacen alusión al físico o la procedencia, pero muchos otros se refieren a características no visibles como las destrezas de la persona. Son un modo de identificar a alguien reflejando una característica o habilidad de éste. Desde los inicios en el fútbol en general, y en el Athletic Club en particular, es bastante normal que a algunos jugadores se les conozcan por su sobrenombre, algunos por cierto muy curiosos.

A uno de los históricos fundadores del equipo rojiblanco Enrique Goiri y Bayo (Bilbao, 1877) le conocían sus compañeros por ‘Tocino’. El capitán de la primera delantera histórica del equipo rojiblanco Ramón De la Fuente y Leal (Bilbao, 1907) tenía como apodo ‘Grifos’. Al goleador Agustín Sauto y Arana (Barakaldo, 1908) como ‘Bata’. Al portero Paco Rivero y Solozabal (Logroño, 1898) le denominaban ‘Visagras’. De todos son conocidos los apodos del histórico ‘Txopo’ Iribar, de ‘Txingurri’ Valverde, o los más recientes ‘Zorro’ Aduriz, ‘Pantera’ Williams o ‘Gudari’ De Marcos. Los que ya tenemos cierta edad también recordamos los fantásticos apelativos con los que bautizaba el recordado locutor de Radio Popular Jose Iragorri a los jugadores del Athletic en los años 90.

Pero si un apodo de un jugador rojiblanco es conocido a nivel mundial es el del recordado ‘Pichichi’ cuyo sobrenombre ha servido incluso para denominar al trofeo otorgado anualmente al máximo goleador de La Liga. Rafael Moreno y Aranzadi (Bilbao, 1892), más conocido en el mundo futbolístico como ‘Pichichi’, es sin duda uno de los futbolistas bilbaínos más evocados. La leyenda rojiblanca murió a los 30 años de una fiebre tifoidea y dispone, desde hace casi 100 años, de una estatua de su busto donde los equipos visitantes homenajean en su primera visita a San Mamés. Sin embargo, nadie conocía aun realmente su significado a ciencia cierta. ¿De dónde viene su apodo? ¿Qué significado tiene?

El bilbaíno ha sido siempre muy apegado tanto a su habla peculiar como a sus antiguas y tradicionales costumbres. Aquí se formó un medio de habla especial, aunque poco a poco el paso del tiempo lo ha ido borrando paulatinamente de nuestra memoria. El escritor bilbaíno Emiliano Arriaga y Ribero (Bilbao, 1844), sobrino de Juan Crisóstomo Arriaga, recogió en el libro Lexicón etimológico, naturalista y popular del bilbaíno neto (1896) el habla popular bilbaíno con más de 1.000 palabras registradas. En el interior de dicho libro, entre muchos curiosos vocablos, se recoge la palabra ‘Pichi’ definiéndola sencillamente como «Objeto que deslumbra». Si analizamos el sufijo ‘chi’ es simplemente un diminutivo cariñoso que se le da en nuestra tierra a los nombres de personas, como por ejemplo ‘Juanchi’.

Por tanto, se puede decir sin error a equivocarnos, que el significado del apodo de ‘Pichichi’ es «el que deslumbra».

Su madre Dalmacia le empezó a llamar cariñosamente ‘Pichichín’ cuando era solo un bebé. Pero sería su hermano mayor Raimundo (Bilbao, 1884), también jugador del Athletic Club y socio fundador de la sucursal madrileña, quien le empezaría a llamar ‘Pichichi’ en su infancia. Y con ese apodo se quedó el resto de su vida, incluso por encima de su nombre que la gente lo recuerda con dificultad. Algunos apodos sobreviven muy poco, pero hay otros que llegan a calar en el cariño de la gente quedando grabado para siempre en la memoria colectiva.

Sería el sentir y cariño de la gente durante años quien hizo el apodo popularmente conocido. Desde su niñez el jugador bilbaíno no solo impresionaba al público asistente con sus habilidosos regates y su potente disparo sino también por su gran personalidad y humildad. En un campeonato infantil disputado en la Campa de los Ingleses o de Averly, ‘Pichichi’ se distinguiría notablemente durante el partido. Al terminar éste, un espectador corrió hacia él para abrazarlo y le dijo: «Pídeme lo que quieras». El pequeño jugador en aquellos momentos no se acordó de nada de importancia, ni siquiera de un balón que hubiera llenado todas sus aspiraciones. La sed le abrasaba y pidió únicamente una botella de limonada. Siempre fue alguien para quien no existía el ayer ni el mañana, vivía únicamente el presente. Y así de humilde fue durante toda su vida.

Pichichi … el que deslumbra.