Iñaki Iriondo

La erosión depende del tiempo y la fuerza efectiva ejercida

La nueva alcaldesa del PNV en Durango besa al concejal del PP Carlos García, cuyo voto le dio el cargo.
La nueva alcaldesa del PNV en Durango besa al concejal del PP Carlos García, cuyo voto le dio el cargo. (Aritz Loiola | Foku)

Las elecciones municipales del 28 de mayo tuvieron ayer su segunda vuelta con los pactos para convertir los votos populares en cargos institucionales. Acuerdos suscritos unos públicamente y otros ocultados por causar vergüenza. Habrá que ver qué coste tiene para el PNV haber trasteado con el PP, por lo que ya ha perdido a su grupo municipal en Bastida y habrá que ver a cuántos votantes más por ejemplo en Gipuzkoa.

No hay problema en que quienes se saben programáticamente cercanos se alíen para gobernar aunque no sean la candidatura más votada. Lo difícil de explicar es que el ansia de poder lleve a agrupar concejales que solo tienen en común eliminar a EH Bildu de la ecuación de la gobernabilidad.

Porque todavía vamos a dar por bueno que el PNV no tiene nada que ver con ese PP que está formando gobiernos con Vox para, entre otras cosas, negar la existencia de la violencia machista o rebajar los controles de la tuberculosis en el ganado. Pero veremos si podemos mantener esta visión optimista de la vida después de las elecciones del 23 de julio o si nos encontraremos a los de Andoni Ortuzar tonteando con Alberto Núñez Feijóo.

Según todos los analistas -partidarios y detractores- esos comicios van a ser muy propicios para EH Bildu. Habrá que ver si Pedro Sánchez sigue en la Moncloa (para lo que quizá haga falta alguna moción de censura que corrija las maniobras de ayer), si Santiago Abascal es vicepresidente del Gobierno, o si Alberto Núñez Feijóo gobierna recostado en los escaños que liderará Aitor Esteban.

Ese será el campamento base de la izquierda independentista para las próximas autonómicas, se celebren cuando se celebren. Urkullu las quiso hace cuatro años en abril. En 2024 podría unirlas a las europeas del 9 de junio. O lo mismo le da por acelerar y las convoca este mismo año por el bien del país o no sé qué de los presupuestos.

Y en 2027 volverán a celebrarse elecciones municipales y forales. El relevo generacional, los cambios sociológicos, la coherencia ideológica, la honradez política y el engarce con la sociedad irán haciendo su trabajo. La erosión del «estatus quo» depende del tiempo y la fuerza efectiva e inteligente ejercida.