Alessandro Ruta

40 años de ‘Zelig’, el hombre que se adaptaba a cualquier contexto

Cumple 40 años una de las películas más extravagantes de Woody Allen, ese documental sobre un hombre que se transformaba físicamente según el lugar en que se encontraba.

Todo esto era Leonard Zelig, y a la vez nada.
Todo esto era Leonard Zelig, y a la vez nada. (Wikimedia Commons)

Era un hombre que, por supuesto, nunca había existido. Pero con sus imágenes en blanco y negro y los testimonios inverosímiles de personas reales, la película producía un resultado espectacular.


Leonard Zelig era un hombre extraordinario, único. Según el lugar donde se ubicaba y la gente que lo rodeaba, se adaptaba perfectamente al contexto. Literalmente y perfectamente, e incluso físicamente: judío con los judíos, nazi con los nazis, «el fenómeno más impactante de la década de los 20», como afirma la escritora e historiadora Susan Sontag al principio del documental de Woody Allen sobre esta figura de «hombre-camaleón».

Unos cuantos testimonios, incluido el de la psicóloga que ha tratado a Zelig, confirman sus características extraordinarias. Y ello recogido en un documental en blanco y negro perfectamente realizado. Todo parece verdadero, un producto de manual y una historia para recordar, tipo ‘Ciudadano Kane’ de Orson Welles.

Solo un pequeño detalle: Leonard Zelig nunca ha existido, es un personaje ficticio obra del actor que lo interpreta en la película, el propio Woody Allen. Emitido por primera vez en julio de 1983 en algunas salas americanas antes de ser presentado en el Festival del Cine de Venecia, fue uno de los resultados más acertados y una obra de culto en la carrera del genial autor de Nueva York.

Zelig, el culmen del conformismo

Era, aquel 1983, un periodo muy fértil para Woody Allen. El director estadounidense venía de realizar, uno detrás del otro, ‘Annie Hall’, ‘Interiors’, ‘Manhattan’, ‘Stardust memories’ y ‘La comedia sexual de una noche de verano’. Cinco pelis muy distintas entre ellas, intimistas y cómicas, en blanco y negro o a color, con Woody como protagonista o sin aparecer en la pantalla. Sin duda, ‘Annie Hall’ y ‘Manhattan’ eran consideradas ya obras maestras.

Y de repente ‘Zelig’, que desde el principio parece un documental sobre algo ocurrido en 1928. Incluso las voces y los videos son de la época. Lo señala hasta la dedicatoria para Eudora Nesbitt Fletcher, la psicóloga que había cuidado a este hombre raro que se adaptaba a cualquier contexto: intelectual con Francis Scott Fitzgerald, jugador de béisbol con Babe Ruth, trompetista en un grupo de jazz, y muchos «papeles» más.

Negro con los negros, obeso con los obesos, escocés con los escoceses, si está en un encuentro de judíos se convierte automáticamente en un rabino. Los efectos cómicos son evidentes a pesar de la seriedad de la situación y del documental en conjunto. Inolvidable la escena, por ejemplo, donde Leonard pelea con el Papa en el balcón de San Pedro.

«Quiero que la gente me quiera» es la explicación a su sicóloga de este «hombre-camaleón»

 

«Quiero que la gente me quiera» es la explicación de Zelig, realizada bajo hipnosis, a su psicóloga Eudora, interpretada por Mia Farrow, por aquel entonces pareja de Woody Allen. «Un hombre-camaleón» es el diagnóstico de Fletcher. La mezcla entre realidad y ficción es impresionante, empezando por las entrevistas a unos médicos «autores» de ensayos y libros sobre Zelig.

En la sala, ¿la gente sabe que es todo falso o no? El espectador sale cortocircuitado y al mismo tiempo feliz de haber disfrutado de una película breve (una hora y cuarto, e inicialmente era aún más corta, de 45 minutos), que le propone como verdadero algo totalmente falso.

¿Es una reflexión también sobre el cine como medio en sí? Seguro, sin duda. Allen lo hace un poco a lo Pirandello, el autor italiano que teorizaba el conflicto continuo entre el ser humano y el personaje que cada uno tiene que interpretar, tanto en la vida como en un escenario.

El resultado es la máxima representación del conformismo. El intento de «hacerse amar» convierte a Zelig en un fenómeno para sacar dinero en las ferias y al mismo tiempo en un caso clínico. La solución encontrada por Eudora es, simplemente, comportarse como su paciente y futura pareja: una ficción pegada a otra ficción, contada en un documental ficticio. Puro Woody Allen, en una de sus mejores interpretaciones, nacida como borrador ya en 1980, y trabajada también durante ‘La comedia sexual de una noche de verano’.

‘Zelig’, en idioma ‘yiddish’ «bendito», no ganó Óscar ni Globos de Oro, pero es uno de los filmes más exitosos de Allen, en taquilla y por crítica

 

‘Zelig’, que en el idioma yiddish significa «bendito», no ganó ni premios Óscar ni Globos de Oro, sino solamente algunos premios «menores». A pesar de este déficit, en la cinematografía del artista de Nueva York es uno de los filmes más exitosos tanto en taquilla como a nivel de crítica.

«El mejor personaje nunca interpretado por Woody Allen», escribió ‘The New York Times’ en julio de 1983. Y es que el hecho que fuese la parodia de un personaje convierte a Zelig en algo aún más único. «La suma de todo Woody Allen» para David Keyes, de Cinemaphile; «Sublime» según ‘The Washintgon Post’; «Una brillante reflexión sobre la sociedad americana y el concepto de individuo» para ‘The Guardian’...

Una verdadera joya este ‘Zelig’, una de las cumbres artísticas de un director capaz en el pasado de sorprender al espectador de manera casi brutal.