Arnaitz Gorriti
Kirol-erredaktorea, saskibaloian espezializatua / redactor deportivo, especialista de Baloncesto

Hacer que cada uno de sus partidos importe es el gran objetivo del Baskonia en la Euroliga

Empezando por este viernes a las 20.30 ante el Real Madrid, el vigente campeón, la escuadra gasteiztarra afronta una competición que se alargará hasta el 12 de abril y que asume el play-in de la NBA en el camino hacia Berlín. Meses de grandes vaivenes en los que lo peor es la indiferencia.

Markus Howard, ante el Real Madrid en la pasada Euroliga.
Markus Howard, ante el Real Madrid en la pasada Euroliga. (Jaizki FONTANEDA | FOKU)

‘Every Game Matters’, reza el lema de la Euroliga. Esto es, «cada partido importa». La Euroliga 2023/24 echa a caminar este jueves a las 19.00 en el Stark Arena de Belgrado entre un Estrella Roja que aspira a estar en la pelea por colarse en el Top 8 o, si acaso, pelear en el play-in, y un Asvel Villeurbanne cuya principal misión en este torneo parece ser evitarse la última plaza de la clasificación y, de paso, tumbar a algún que otro conjunto de postín que más tarde, cuando eche la vista atrás, lamente haber caído frente al conjunto lionés.

La larga Fase Regular terminará precisamente en Lyon –Villeurbanne es una cuidad, en realidad, pero el crecimiento de la tercera ciudad más grande del Estado francés la ha convertido de facto en el ‘décimo distrito’ de la ciudad de Saint-Exupéry–, entre el Asvel y el Barça, el 12 de abril hacia las 23.00. Lo más probable es que para entonces el pescado esté ya más que vendido y que los equipos estén haciendo cábalas sobre sus rivales de los play-offs o de su aventura en el play-in, ronda intermedia que la Euroliga ha copiado de la NBA y que, si uno ve cómo han sido las últimas ediciones de este torneo, le hubiera podido venir de perillas a Saski Baskonia.

Por si acaso, cabe recordar que los partidos del play-in se disputarán entre los días 16 y 19 de abril. En ellos, el séptimo y el octavo de la Fase Regular se disputarán la séptima plaza, de forma que el ganador se las verá en los play-offs con el segundo clasificado, al tiempo que el derrotado tendría una última oportunidad para acabar en octava posición frente al ganador del partido entre el noveno y el décimo clasificado de la Liga Regular. Quien resultase ganador de esta ronda, terminaría octavo en la general y se las jugaría ante el ganador de la Fase Regular.

Los play-offs se van a disputar entre el 23 de abril y el 8 de mayo al mejor de cinco partidos, siendo el Mercedes-Benz Arena –de tan grato recuerdo para los aficionados baskonistas, ya que ahí jugó su última Final Four, allá por 2016–, el sitio elegido para ver si el Real Madrid persiste en alargar un año más la magia de su vieja guardia, o si algún otro le arrebata el cetro. Los partidos de Berlín tendrán lugar entre los días 23 y 26 de mayo.

Los mismos, pero más viejos

Por lo pronto, los mismos 18 equipos que participaron en la pasada campaña participan en esta Euroliga 2023/24, luego de que Gran Canaria, pese a ganarse el derecho de disputar la Euroliga tras sumar para sus vitrinas su primera Eurocup, renunciara a la misma aduciendo motivos económicos.

«Lo más fácil y popular hubiese sido inscribirse en la competición y que sea lo que Dios quiera, pero hubiese sido una decisión irresponsable disfrazada de valentía. No podemos dejarnos cegar por la ilusión del momento e hipotecar y comprometer la viabilidad financiera de la entidad», admitió el exjugador y hoy presidente grancanario Sitapha Savané el pasado mes de junio. Y es que jugar en la Euroliga es precioso pero no sale gratis, y más teniendo en cuenta los desplazamientos desde y hacia Gran Canaria. Savané calculaba que su club debería aumentar su presupuesto en un 50% para poder hacer frente, además, al aumento de plantilla necesario.

Es por eso que Valencia Basket vuelve a colarse entre los equipos de la Liga ACB representados en la Euroliga, convirtiendo de facto la segunda mejor competición por clubes del mundo en una liga cerrada, con las cosas positivas para quien participa en ella –como puede ser el reclamo para atraer a jugadores que se han quedado descolgados de la rueda de la NBA pero aún albergan esperanzas de volver o intentan hacerse conocidos antes de saltar al otro lado del Atlántico–, así como sus defectos –la evidencia de una competición esclerotizada que pierde interés en aquellos puntos en los que no hay equipo de Euroliga, porque pierde también la posibilidad de tenerlo en un futuro–.

Y en una competición que hace gala del inmovilismo, pocos campeones más apropiados que el Real Madrid, que no solo prepara su partido del viernes a las 20.30 en el Buesa Arena ante un Saski Baskonia al que no pudo derrotar la pasada campaña, al tiempo que todavía se frota los ojos por la manera en la que logró «birlarle» la «orejona» el pasado mes de mayo a Olympiacos, con un Sergi Llull en franca decandencia física sacando a relucir el tremendo peligro que guarda en los instantes de la verdad.

Con un año más de edad, el Real Madrid suma, entre sus integrantes de la actual plantilla, más de 2.400 partidos de Euroliga, al tiempo que Saski Baskonia, pese a haber disputado todas las ediciones de la Euroliga por obra y gracia de su condición de socio fundador de la Euroliga contemporánea, no llega a los 500 partidos y, a falta del jugador número 13 que debiera reforzar el puesto de base, conforma el equipo más joven del torneo.

La escuadra de Chus Mateo, además de su «guardia de corps» de los Llull, Rudy Fernández, Causeur, Deck o Yabusele –limpio de polvo y paja tras haber cumplido la sanción de cinco partidos tras la famosa tangana de cuartos de final entre el Real Madrid y el Partizan de Belgrado–, ha recuperado a Campazzo tras su paso por la NBA y el Estrella Roja, y pese a que Edy Tavares parece no atravesar su mejor momento, con Poirier y los jóvenes Ndiaye e Ismaila Diagné parece tener el juego interior cubierto, más el aporte de los Musa, Hezonja o Sergio Rodríguez en el exterior.

Hasta Joan Peñarroya, en la rueda de prensa previa al estreno de la Euroliga, se ha apresurado en ponerle la vitola de favorito al cuadro merengue, en una campaña en la que parece que el basket heleno quiere recuperar posiciones y el otomano pierde algo de fuelle.

Olympiacos viene de ganar la Supercopa helena machacando a Panathinaikos en la finalísima. Cierto que los de Bartzokas han perdido al MVP Vezenkov, que al fin se ha ido a la NBA, y sobre todo Kostas Sloukas, que ha «traicionado» los colores yéndose al PAO. Con todo, la escuadra del Pireo no anda falto de refuerzos: Nigels Williams-Goss e Isaiah Canaan refuerzan su creación de juego; Ignas Brazdeikis llega del Zalgiris para liderar el puesto de alero junto a Papanikolau, al tiempo que Nikola Milutinov abandona al fin el CSKA para regresar a Olympiacos, más maduro que en su etapa entre 2015 y 2020.

Panathinaikos, por su parte, ha dado un golpe sobre la mesa para hacer un cambio drástico en su plantel. Para empezar, Ergin Ataman querrá imponer otra versión de su «baloncesto punk» que logró hacer de Anadolu Efes campeón, con jugadores nuevos como Luca Vildoza, el mentado Kostas Sloukas, el español Juancho Hernangómez o el ex de Gran Canaria Balcerowski, sin olvidar a los Grigonis, Papapetrou o Kostas Antetokounmpo.

Al equipo del trébol le queda todo y más por conjuntarse, y hay quien incluso duda en que vayan a lograrlo, pero todo apunta a por poco que funcione, el OAKA volverá a ser una de las pistas de mayor voltaje de la competición.

Con marchamo de la NBA

Otro de los equipos que hay que mirar con lupa, y con las palomitas preparadas, es el AS Mónaco. Los entrenados por Sasa Obradovic han pasado en poco más de tres años de ser unos advenedizos de la Euroliga a ser uno de los equipos que más expectación levanta. Con más de 20 millones de euros de presupuesto, su presencia en la Final Four de la pasada campaña pudiera ser solo su primera aparición en lo más alto.

Siguen Mike James, Elie Okobo, Jordan Loyd, Alpha Diallo o Yakuba Ouattara. Pero es que han añadido a su plantilla a toda una estrella de la NBA como es Kemba Walker, más trabajadores con buen cartel como Terry Tarpey para la línea exterior y Piotr Cornelie y Mam Jaiteh para el interior.

La gran estrella es Kemba Walker, un jugador que ha sido All Star en cuatro ocasiones y que a sus 33 años abandona la NBA después de una carrera más que exitosa aunque sin haberla podido coronar con anillo ninguno. Las lesiones y la edad no perdonan y es seria duda para el debut en la Euroliga frente a Valencia Basket, aunque por otro lado, la ausencia de Kemba Walker resuelve un problema momentáneamente para Sasa Obradovic: ¿cómo hacer que este equipo se las arregle jugando con un solo balón? Ya el año pasado Mike James llegó a estar apartado tras un roce del base con el ahora baskonista Chima Moneke, al tiempo que, cuando regresó, supo adaptarse a un juego más coral, en buena medida porque sus compañeros probaron que podían rendir pese a su ausencia. Con Kemba Walker, más los mentados Okobo o Loyd, el cuadro monegasco suma a, como mínimo, cuatro jugadores que precisan tener el balón en las manos para decidir, y en algún momento Sasa Obradovic deberá imponer la jerarquía. Es ese proceso el que puede darles a sus rivales chance para colarse.

Otro jugador de marchamo NBA es el hispano-congoleño Serge Ibaka. De un perfil radicalmente distinto al de Kemba Walker, Ibaka ganaba el anillo de la NBA en 2019 en Toronto, pero desde entonces las lesiones lo han machacado. Y no es otro sino Pablo Laso en el Bayern de Múnich el que ha decidido asumir a este jugador que, si el físico lo respeta, puede ser un pívot diferencial a este lado del Atlántico, mientras que, a la chita callando, flamantes campeones del mundo como los Isaac Bonga, Weiler-Babb, Andreas Obst o Niels Giffey formarán la columna vertebral de un equipo cambiado por completo y que empieza una etapa nueva tras la marcha de Andrea Trinchieri, como jugadores como Sylvain Francisco, Carsen Edwards o Devin Booker a las órdenes del técnico gasteiztarra.

Jabari Parker y Willy Hernangómez son, por otro lado, los grandes nombres propios del Barça que entrena Roger Grimau y que no quisieran llegar a la Euroliga de simples comparsas. El exjugador de Bilbao Basket está viendo lo duro que es dirigir un banquillo con tantas exigencias, por no hablar del donostiarra Darío Brizuela, que en este Barça no tendrá, al menos por ahora, la misma barra libre que tenía por Málaga.

Cambios en el Este

Vuelve a ser este una Euroliga sin rusos y con una transformación profunda así en los equipos turcos como los serbios. Y el año pasado Partizan de Belgrado, Yabusele mediante, se quedó a una victoria de colarse en la Final Four a las órdenes de un Zeljko Obradovic que repite. El genio de Cacak no esta para pasar el rato sino que sabe que este es su tercer año al frente del proyecto de los «Sepultureros». Cierto que ha perdido a jugadores como Exum o Madar –Mejor Joven de la pasada campaña–, pero llega Mateusz Ponitka, Jaramaz y debuta el pívot Frank Kaminsky, después de una dilatada carrera en la NBA en equipos como Phoenix Suns, Atalnta Hawks o Houston Rockets.

Sin Campazzo ni Vildoza, pareciera que el destino de Estrella Roja será algo más errático, pero con un entrenador tan recto –a veces rígido– como Dusko Ivanovic la disciplina estará asegurada. Habrá que ver cuánta gasolina le queda a Milos Teodosic, y qué tal se adapta a la Euroliga el pequeño base brasileño Yago Dos Santos, mientras que el boricua Shabazz Napier, después de su buena entrada la pasada campaña en Milano, puede consolidarse entre los mejores bases del continente.

Ivanovic ha armado un equipo aguerrido, con viejos conocidos como Adam Hanga o Rokas Giedraitis en las alas, y Mike Tobey junto con Joel Bolomboy en el juego interior. Más la nutrida presencia de jugadores serbios con hambre, que es lo que más demanda el técnico de Bijelo Polje, los «Gitanos» de Belgrado formarán un equipo que tal vez no sea el mejor, pero sí competitivo.

Una pregunta que, por oposición, cabe preguntarse a Fenerbahçe, Efes e incluso Armani Milano. Sin Ataman y con Erdem Can a los mandos; sin Micic que por fin se fue a la NBA, Shane Larkin les sigue dando la magia a Efes, Will Clyburn la solvencia en los momentos calientes, Elijah Bryant o Ante Zizic un componente físico fuerte y el exbaskonista Darius Thompson la cabeza fría y la dirección. Todo apunta a que Efes debiera estar arriba, pero son muchos los cambios y el año pasado ya se vio que a veces juntar mucho talento no.

Dimitris Itoudis, por su parte, ha dimitido en favor de Vasilis Spanoulis como seleccionador griego. El técnico de Fenerbahçe ha comprobado este Mundial que cuando un equipo llega diezmado, las brillantes ideas lucen menos y que los gritos molestan más. Con todo, el año pasado estuvo cerca de batir a Olympiacos en la pelea por meterse en la Final Four, y eso que no tenía a Scottie Wilbekin, por lesión, a quien ha recuperado, amén de enriquecer su juego con Yan Madar, Sertac Sanli o el gigante Papagiannis. Con los ingredientes sobre la mesa, Fenerbahçe debiera rendir.

Claro que Armani Milano también tuvo el año pasado ingredientes de sobra para rendir, e hizo una Euroliga para olvidar. Ettore Messina sigue en su puesto, en todo caso, y se ha hecho con Nikola Mirotic, uno de los fichajes más rimbombantes del pasado mercado veraniego. Los Billy Baron, Maodo Lo o Kevin Pangos debieran ser una base más que suficiente para que el técnico de Catania haga remontar el vuelo a su equipo.

La última mirada corresponde al Maccabi. A las órdenes de Odded Katash y con Lorenzo Brown y Wade Baldwin a los comandos, el cuadro macabeo estuvo cerca de colarse entre los cuatro mejores, aunque su andadura se truncó en Mónaco. No ha hecho demasiados cambios respecto del año pasado, destacando el cubano Jasiel Rivero en el interior y Antonius Cleveland para el exterior, luego de no haber completado su asalto a la NBA. Los de Katash ya demostraron hace un año cómo revitalizar un proyecto que, por más malestar que produzca, habrá que derrotar sobre la cancha, a falta de que algún día el Estado de Israel responda por sus actos.

Y luego están los Valencia Basket, Zalgiris, Virtus Bolonia, Alba Berlín o Asvel Villeurbanne, equipos desiguales que lo mismo no levantan cabeza todo el año o se convierten en un dolor de cabeza constante, como le gusta ser al cuadro lituano cada vez que se reinventa. Ante todo eso, con sus semanas de doble partido, sus viajes y con la esperanza de volver a ver meses como el pasado diciembre y huir de los siempre peligrosos «idus de noviembre» afronta Saski Baskonia esta campaña 2023/24, nuevamente en el pozo de la indiferencia de los ‘power ranking’, pero con la seguridad de que, pase lo que pase al final, conseguirán hacer realidad el lema de ‘Every Game Matters’. Cada partido del Baskonia y ante el Baskonia será importante, porque es exactamente eso lo que lo ha hecho asentarse en la Euroliga.