Isidro Esnaola
Iritzi saileko erredaktorea, ekonomian espezializatua / redactor de opinión, especializado en economía

Davos: El abismo entre las grandes potencias sigue siendo profundo

El foro de Davos se ha centrado este año en las tensiones geopolíticas. Pocos cambios en su informe sobre los riesgos globales, entre los que destaca la preocupación por el desarrollo tecnológico en un mundo fragmentado. Estados Unidos y China han dejado clara la distancia que les separa.

El primer ministro chino Li Qiang en Davos
El primer ministro chino Li Qiang en Davos (Fabrice COFFRINI | AFP)

En Davos este año la política ha prevalecido sobre la economía. El foro organizado en la citada localidad suiza, cuya misión es demostrar que el espíritu empresarial funciona en beneficio del interés público mundial y los más altos estándares de gobernanza, se ha centrado, sobre todo, en el aumento de las tensiones geopolíticas. De hecho, el lema del encuentro de este año ha sido «reconstruir la confianza» que indica claramente en qué punto se sitúan las principales preocupaciones de los reunidos.

En su tradicional informe sobre los riesgos globales, el foro destacó cuatro elementos sistémicos. El primero es el calentamiento global y la percepción de que no se avanza lo suficiente. Preocupa entre los encuestados que se pueda alcanzar un punto de no retorno en los próximos diez años.

Una segunda cuestión que genera inquietud son los cambios demográficos, especialmente la creciente distancia entre los patrones demográficos de los países de altos ingresos, donde el crecimiento vegetativo es nulo o negativo –entre a los que habría que incluir ya a China–, y los de bajos ingresos, donde la población sigue creciendo a un ritmo muy alto.

Cambios tecnológicos

El tercer elemento sistémico es la aceleración del cambio tecnológico que, a juzgar por el espacio que le han dedicado en el foro, es fuente de una gran preocupación. El documento considera que los cambios tecnológicos, combinados con una tensión geopolítica en ebullición, son a la vez causa y producto de la fragilidad de los Estados y alimentan los conflictos interestatales. Afirma que «en ausencia de una colaboración concertada y con una aproximación global fragmentada a la regulación de las tecnologías punta, es imposible prevenir la proliferación de sus más peligrosas capacidades». De alguna manera, el foro de Davos reconoce que los avances tecnológicos son una fuente de poder, pero lo que realmente les preocupa no es tanto el uso que se pueda hacer de la tecnología como el uso que otros puedan hacer de ella. En este esquema, aquello de que la tecnología sirve para mejorar la vida de la gente es algo secundario.

Preocupa no tanto el uso que se pueda hacer de la tecnología como el uso que otros actores puedan hacer de ella

Por último, señalan los cambios geoestratégicos que se han producido como resultado de la concentración de los recursos de poder geopolítico. Consideran que el poder económico se está volviendo más difuso por las mayores dependencias monetarias, energéticas, de capital y de mercados. En este apartado subrayan la importancia de los activos tecnológicos y los recursos en la concentración del poder económico y militar. Y concluyen que varias potencias tratan de afirmar su dominio en un mundo multipolar.

En este sentido, resulta interesante comparar los discursos de las dos principales potencias presentes en el foro: Estados Unidos y China.

Nueva era

El asesor de Seguridad de EEUU, Jake Sullivan, empezó su largo discurso señalando que «estamos en los primeros años de una nueva era. Las grandes potencias son mucho más interdependientes que en cualquier otro momento de la Guerra Fría. Pero también estamos en dura competencia sobre el tipo de mundo que queremos construir. Esta era es la de los cambios disruptivos». Una cita que trasluce el reconocimiento amargo de que ya no lo controlan todo. Dedicó la mayor parte de su conferencia a explicar los conflictos en Ucrania e Israel. Un esfuerzo titánico para trasladar la idea de que todo va según lo planeado y de que todo está bajo control.

«Estamos en dura competencia sobre el tipo de mundo que queremos construir. Esta era es la de los cambios disruptivos». Una cita que trasluce el reconocimiento amargo de que EEUU ya no lo controla todo

Por otros derroteros fue el discurso del primer ministro chino Li Qiang. Recogió el reto que propuso la organización y lanzó cinco propuestas para reconstruir la confianza, no sin antes reconocer, como Sullivan, que el mundo ha entrado en «un nuevo periodo de turbulencias y transformaciones», para añadir a continuación que a pesar de los vaivenes «la dirección general del desarrollo y progreso humano no cambiará». Una mirada tranquila hacia el futuro.

Recetas para la economía nacional

Sullivan dejó de lado lo de reconstruir la confianza y señaló que seguirán «invirtiendo en nosotros mismos y en nuestros socios para que podamos seguir compitiendo de manera efectiva». Y añadió que «hemos revitalizado nuestra propia base industrial y de innovación con una legislación histórica, mientras buscamos abordar las prácticas económicas injustas de Beijing». Un discurso que choca con la decisión sin precedentes de la Comisión Europea de autorizar a que Alemania proporcione a la firma sueca Northvolt una ayuda de 902 millones de euros para evitar la deslocalización de su nueva planta de producción a EEUU.



Asimismo, Sullivan volvió a repetir la idea de que el crecimiento del PIB no había beneficiado a la clase media estadounidense y que la respuesta comienza con el programa inversor impulsado por Biden.

Por su parte, Li se refirió a la economía china solo al final de su intervención y dijo que para promover el desarrollo económico no recurren a estímulos masivos «No buscamos crecimiento a corto plazo mientras acumulamos riesgos a largo plazo. Más bien nos centramos en fortalecer los impulsores internos». Comparó la economía china con una persona sana que tiene un sistema inmunológico fuerte que puede soportar altibajos en su desempeño.

Estrategia internacional

En este apartado, Sullivan subrayó su apuesta por establecer restricciones a las tecnologías que consideran críticas, aunque señaló: «Ahora quiero ser claro: estas medidas no son un bloqueo tecnológico». Que lo subrayara lo dice todo.

Recordó asimismo a los países del Sur global y la apuesta del G7 por la Asociación para la Infraestructura y la Inversión Global, que busca estimular el crecimiento con inversiones a lo largo de corredores económicos, en clara competencia con la nueva Ruta de la Seda china. Asimismo, señaló que están liderando una reforma de los bancos multilaterales de desarrollo para brindar financiación a bajo costo para los países de ingresos medios.

El programa internacional de Li estaba más estructurado, era de carácter más universal y contenía un conjunto de reglas para recuperar la confianza y fortalecer la economía global. El primer punto era fortalecer la coordinación de las políticas macroeconómicas para generar mayores sinergias en el crecimiento global.

En segundo lugar, abogó por fortalecer la especialización y colaboración industrial internacional para mantener las cadenas industriales y de suministros globales estables y fluidas. Recordó que entre 2020 y 2022 cada año se aprobaron de media 5.400 medidas comerciales y de inversión discriminatorias, el doble que antes de la pandemia.

En tercer lugar, Li apuntó la necesidad de fortalecer los intercambios y la cooperación internaciones en ciencia y tecnología para beneficiar mejor a la humanidad con avances tecnológicos. Mencionó un término que se está poniendo de moda, la «coopetición», combinación de competición y cooperación.

El cuarto elemento fue la cooperación en materia de desarrollo verde para abordar activamente el cambio climático. También en este caso denunció las crecientes barreras que se están estableciendo al comercio verde.

Por último, señaló la necesidad de fortalecer la cooperación Norte-Sur y Sur-Sur para construir una economía mundial mutuamente beneficiosa.

Los poderes de China

Para terminar, Li Qiang se dio un homenaje frente a la élite capitalista mundial que había ido a verle. Dijo que China seguirá dando un fuerte impulso a la economía mundial y dio algunos datos: la contribución de China al crecimiento mundial y a la inversión es del 30%. Es el único país con industrias en todas las categorías de clasificación industrial de la ONU y alberga 200 grupos industriales maduros. Ocupa el primer lugar en el mundo por reserva de talentos, recursos humanos en ciencia y tecnología y número total de investigadores. Es la segunda mina de datos más grande del mundo, tiene 400.000 empresas de alta tecnología y ocupa el segundo lugar en el mundo de empresas unicornio (empresa emergente con un valor de más de 1.000 millones de dólares).

Recordó que China tiene 400 millones de personas en el grupo de ingresos medios (tantos como Europa) y espera que en la próxima década alcance los 800 (más que Europa y EEUU juntos). Y así siguió dando datos sobre el enorme potencial de la economía china en un momento de debilidad de la demanda mundial.